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domingo, 14 de mayo de 2023

Envueltos por el Espíritu de Jesús en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán, no estarán huérfanos ni solos

 


Envueltos por el Espíritu de Jesús en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán, no estarán huérfanos ni solos

Hechos 8, 5-8. 14-17; Sal 65;  1Pedro 3, 15-18; Juan 14, 15-21

Cuando en el camino de la vida nos sentimos acompañados por alguien que por su prestigio, por su bien hacer, por sus características de líder y sentimos que de un momento a otros nos va a fallar, no lo vamos a tener a nuestro lado, nos sentimos mal, nos sentimos como abandonados y nos entran los temores de qué va a ser de nosotros, de nuestro grupo, de los proyectos que traemos en mano.

En todo grupo humano siempre tenemos una persona así, que lo es todo para aquel grupo, que sabe mantenerlo unido, manteniendo en alto los ideales y metas; sucede hasta en cualquier grupo de muchachos como lo tenemos en cualquier organización. Hoy le ponemos diferentes nombres, será ‘coach’ como está ahora de moda, será dirigente, acompañante que es lo que realmente significa esa palabra mencionada, será maestro, será animador, será defensor, llamémoslo como queramos, pero si nos falta parece que el mundo se nos viene abajo, aunque la misión del líder es ponernos a caminar para que seamos capaces de hacerlo por nosotros mismos.

¿Por qué no podemos pensar que así se sentían los discípulos en relación a Jesús y que ahora en estos últimos momentos están sintiendo tantas palabras de despedida? La tristeza y la incertidumbre les embargan, porque aun no sabe lo que realmente va a suceder después de aquella cena tan llena de signos. La incertidumbre y la preocupación que también nos envuelve tantas veces a los cristianos frente al mundo y con la misión que en el mundo tenemos que realizar. También nos llenamos de miedos.

Pero Jesús les dice que no tienen por qué estar tristes, El marcha – es el momento de la entrega definitiva – pero les promete quien les va a acompañar siempre. El Espíritu de Jesús no les va a faltar. Les promete el Espíritu de la verdad, que se lo revelará todo, pero que será el acompañante, el Defensor que estará siempre con ellos. No se van a sentir solos, aunque ellos ahora no lo entienden.

No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros… Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad…’ Les costará entenderlo a los discípulos y su consuelo, de alguna manera, es confiarse a las palabras de Jesús. Lo pasarán mal en aquella pascua, más tarde Jesús les abrirá el entendimiento para que comprendan las Escrituras, para que comprendan todo lo que El les ha anunciado. Cuando se sientan envueltos por el Espíritu en Pentecostés todo cambiará en sus vidas, porque los miedos y las cobardías desaparecerán.

Tenemos que poner nosotros también toda nuestra confianza en las palabras de Jesús. Su Espíritu también ha inundado nuestras vidas porque desde el Bautismo nos hemos convertido en morada de Dios y en templos del Espíritu. Como don especial lo recibimos en el sacramento de la Confirmación y ya nosotros con la fuerza del Espíritu tenemos que ser testigos.

El Espíritu que abrió las puertas de la Iglesia para que se expandiera el mensaje del Evangelio, y llegara, como hemos escuchado hoy en la primera lectura, incluso a aquellos lugares a los que en principio tenían temor de llegar porque pensaban que no iban a ser recibidos. Fue el Espíritu el que impulsó a los que salieron de Jerusalén en aquellas primeras persecuciones para anunciarlo en Samaría, que para los judíos era una tierra maldita, y sin embargo vemos como acogen la predicación del diácono Felipe y bajarán luego Pedro y Juan para que por la imposición de las manos sobre ellos se realizara un nuevo Pentecostés.

¿Nos dejaremos conducir por el Espíritu para llegar también a las fronteras, esas fronteras que tenemos ahí cerca de nuestro lado, vecinos nuestros quizá en nuestro mismo pueblo en tantos a los que parece que no interesa el evangelio,  no interesa la Iglesia, para que también may hagamos un anuncio del mensaje del Evangelio?

Es el Espíritu que, como nos decía el apóstol Pedro en la segunda lectura de hoy, que nos hará dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza al mundo que nos rodea. Es el testimonio que tenemos que dar con nuestra vida, que el mundo crea que hay razones para la esperanza, que el mundo vea que es importante mantener viva la fe; que con el testimonio de nuestra vida, por lo que hacemos y por lo que vivimos, por nuestro compromiso serio, por esa lucha que mantenemos contra el mal y la injustita, por esos gestos de humanidad y de cercanía con que nosotros caminamos tendiendo la mano, curando heridos de la vida, levantando caídos, acompañando soledades, poniendo el amor y la comprensión siempre por delante demos razón de la fe que anima nuestra vida, de la esperanza que llevamos en el corazón y que nos mantiene con espíritu alegre para poner alegría en nuestro mundo.

Y lo podremos hacer porque estamos llenos del Espíritu que nos ha dejado Jesús como nuestro acompañante y nuestro defensor, el Espíritu de la verdad que nos guiará hasta la verdad plena. Abramos las puertas de nuestro corazón para dejarnos inundar por la fuerza del Espíritu.

 

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