Al
celebrar a los santos arcángeles que Dios nos alcance ver a esos ángeles que a
nuestro lado nos elevan y nos estimulan y nos llenan de nueva espiritualidad
Daniel 7,9-10.13-14; Sal 137; Juan 1,47-51
Algunas veces
nos encontramos con personas que nos parecen extraordinarias por sus valores
reflejados en posturas o en actuaciones valientes en la vida que aunque
parezcan ir a contracorriente de lo que habitualmente vivimos sin embargo nos
llaman la atención, pero es que además descubrimos que en esas personas hay
como una hondura espiritual que crean en ellas un algo muy especial y con quien
ciertamente aunque sus posturas o su actuar sean un interrogante en nuestra
vida, sin embargo parece que trasmiten una paz que nos hace sentirnos bien. En
algunos sitios y en expresiones muy coloquiales se suele decir que estas
personas tienen un ángel. Solemos decir algunas veces que nos encontramos Ángeles
en nuestra vida caminando a nuestro lado.
¿Creemos en
los ángeles? Quizá cuando nos encontramos personas así, tan espirituales,
parece que nos inducen de verdad a creer en los ángeles. Es lo que hoy y el próximo
2 de octubre con la liturgia de la Iglesia celebramos. Hoy de manera especial
hacemos memoria de los arcángeles san Miguel, san Gabriel y san Rafael. Hay una referencia especial a ellos en la
Biblia y en especial en el Evangelio para san Miguel y san Gabriel, y san
Rafael en el Antiguo Testamento en el Libro de Tobías.
Hoy mismo hemos escuchado en el texto
del evangelio que se nos ofrece – el encuentro de Natanael con Jesús a pesar de
sus reticencias cuando Felipe le habla de Jesús – que ‘veremos el cielo
abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre’. Ya
en muchos momentos del evangelio aparece la figura de los ángeles; no solo es
el ángel Gabriel el que primero anuncia a Zacarías el Nacimiento del Precursor
del Mesías sino también a María que de ella va a nacer el Hijo de Dios.
Serán los ángeles los que cantan la
gloria de Dios en su nacimiento anunciando a los pastores que en la ciudad de
David les ha nacido un salvador. Serán los ángeles que sirven a Jesús después
que el ángel tentador lo haya abandonado en el monte de la cuarentena. En el momento del inicio de la pasión en
Getsemaní será el ángel del Señor el que acompañe a Jesús como consuelo. Más
tarde serán los ángeles los encargados de anunciar a las mujeres que no busquen
entre los muertos al que ha resucitado. Y como anuncia Jesús serán enviados los
Ángeles a los cuatro vientos para reunir a los elegidos y acompañarán al Hijo del
Hombre en su venida definitiva con gran poder y gloria, como los ángeles de los
niños inocentes estarán contemplando en el cielo el rostro de Dios.
Son los ángeles de Dios que también
están junto a nosotros en el camino de la vida inspirándonos lo bueno y haciéndonos
sentir la presencia de Dios. Eso lo celebraremos con más intensidad el dos de
octubre cuando celebremos los santos ángeles custodios. Pero eso no impide que
hoy nos unamos a la liturgia celestial para cantar con los ángeles y con los
arcángeles y con todos los coros celestiales la gloria del Señor como lo
hacemos en nuestra liturgia de cada día en la celebración de la Eucaristía. Del
cánticos de los ángeles en el nacimiento de Jesús tomamos prestadas sus
palabras – ‘gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que
Dios ama’ - para entonar también el cántico de gloria y de alabanza cuando
iniciamos la Eucaristía. Y deseamos que por mano de su ángel sea presentada
nuestra ofrenda en el cielo para que así sea siempre todo para honor y gloria
del Señor.
Pero como decíamos al principio debemos
tener ojos de fe, ojos limpios de malicia, para descubrir a esos ángeles que
Dios pone a nuestro lado en el camino de la vida en esas personas buenas, que
con sus valores y también con la profundidad de sus vidas quieren elevarnos a
nosotros a que descubramos metas más altas, caminos más grandiosos. Tenemos que
dar gracias a Dios porque pone tantas personas buenas a nuestro lado que nos
estimulan y nos impulsan a que vivamos una vida distinta, a que arranquemos de
nosotros toda malicia, a que llenemos nuestra existencia de una verdadera
espiritualidad.
Ojalá seamos capaces de ver ese cielo
abierto con esos Ángeles significados en tantas personas buenas que a nuestro
lado elevan nuestro espíritu y nos hacen gozar también de la gloria y la
presencia del Señor.
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