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viernes, 26 de agosto de 2022

 


Cuidemos que no nos falte el aceite y nos encontremos desorientados en la vida sin saber dar respuesta desde un sentido cristiano a los problemas del mundo de hoy

1Corintios 1, 17-25; Sal 32; Mateo 25, 1-13

‘Dadnos un poco de vuestro aceite que se nos apagan las lámparas…’ es la súplica y la petición que en este caso no es atendida. Y se quedaron sin aceite y en consecuencia las lámparas no funcionaban; y tuvieron que ir a comprarlo, y ya se les hizo tarde, se les pasó la hora, llegó el novio y ellas no estaban, no pudieron ya entrar porque la puerta estaba cerrada.

¿Se nos pasará el arroz?, como solemos decir cuando con nuestro despiste no estuvimos a punto, no tuvimos las cosas que teníamos que tener preparadas, se nos cerró la puerta y nos quedamos fuera. Y ya no valían las súplicas ni las disculpas.

¿Qué nos pasará en la vida en este sentido? Nos llegan los problemas y no estamos preparados para afrontarlos; se nos confía una tarea y una misión y no somos capaces de desarrollarla, cuando tuvimos la oportunidad de aprender, perdimos el tiempo; en la carrera loca del mundo y de la sociedad en la que vivimos nos van apareciendo problemas inesperados o a los que no habíamos dado suficiente importancia en los signos que nos lo iban anunciando, y ahora no sabemos como salir adelante. Lo estamos viendo cada día en lo que va sucediendo en nuestra sociedad que muchas veces se nos derrumba.

Nos falta aceite, no tuvimos en cuenta las previsiones necesarias, muchos perdimos el tiempo cuando era la hora de prepararnos para un buen futuro, pero no pensábamos que esas situaciones nos pudieran llegar, o que eso le tocaría a otros. Y estamos viendo que en muchas situaciones seguimos haciendo lo mismo, no terminamos de tomarnos en serio las cosas y buscar la mejor preparación y profundidad, seguimos con nuestras superficialidades, seguimos dando tantas facilidades que no terminamos de endurecernos lo suficiente para afrontar los temporales que se nos vienen encima. Así van los derroteros de nuestra sociedad.

Parece que estamos hablando excesivamente de los problemas humanos o sociales que nos vamos encontrando en el mundo de hoy, pero esto es una imagen de toda esa falta de profundidad con que andamos en nuestra vida. No estamos cuidando los valores más profundos de la persona que pueden darnos esa estabilidad y esa fortaleza; no estamos cuando los valores del espíritu, como no estamos cuidando nuestra fe.

Es lo que tenemos que plantearnos los que nos decimos cristianos, los que nos decimos que seguimos a Jesús. ¿Estaremos guardando suficiente aceite del evangelio en nuestra vida para encontrar un sentido y una fuerza para lo que tiene que ser un seguimiento en serio de Jesús? Seguimos pensando que tenemos suficiente aceite, porque un día de pequeños hicimos la primera comunión y a lo más luego más tarde nos confirmamos, pero las vasijas en las que lo hemos guardado son las de cuando éramos pequeños, y nos damos cuenta que no son suficientes.

Yo aprendí el catecismo, decimos, pero luego no  nos hemos vuelto a preocupar de leer de nuevo con la madurez que nos va dando la vida el evangelio, de profundizar en él, de formarnos debidamente en nuestra fe. Y así nos va, se nos va agotando el aceite y muchas veces terminamos que se nos va apagando nuestra fe; queremos solucionarlo a última hora y corriendo, pero se necesita algo más que quizá no siempre los cristianos estamos haciendo al buscar esa formación honda que necesitamos.

Y claro, para afrontar todos esos problemas que ahora la vida nos va presentando no nos encontramos preparados, y flaqueamos, y no sabemos cómo actuar ni cuáles valores cultivar de verdad, y nos encontramos desorientados en la vida, y no sabemos dar una respuesta con el verdadero sentido de Cristo. Cuidemos que no nos falte el aceite.

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