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miércoles, 24 de agosto de 2022

Tenemos que dejarnos encontrar por el Señor, como Natanael, quitando miedos, desconfianzas, autosuficiencias para llegar a hacer una viva confesión de fe

 


Tenemos que dejarnos encontrar por el Señor, como Natanael, quitando miedos, desconfianzas, autosuficiencias para llegar a hacer una viva confesión de fe

Apocalipsis 21, 9b-14; Sal 144; Juan 1, 45-51

Podemos imaginar la escena como si nos estuviera sucediendo a nosotros; al azar nos encontramos con un amigo y mientras caminamos por la calle vemos que se nos acerca alguien y nuestro amigo nos dice, vamos que te lo voy a presentar, es alguien importante; quizás por eso mismo nos ponemos reticentes y de alguna manera manifestamos que no es de nuestro agrado esa presentación, pero nuestro amigo insiste y al llegar, antes incluso que se hagan las presentaciones, aquella persona nos dice que nos conoce y que sabe mucho de nosotros y que somos una gran persona, dejándonos algunas insinuaciones de por qué nos conoce. ¿Cómo reaccionaríamos? ¿Qué respuesta le daríamos? ¿Nos veríamos sorprendidos?

Pero ha sucedido algo en aquel encuentro, como sucedió entonces en lo que nos narra el evangelio. Hay algo que nos sorprende y nos llena de asombro, su palabra, su mirada, si manera de tendernos la mano para el saludo, algo como un hilo que aparece no sabemos donde y nos envuelve de alguna manera nos sentimos cautivados por aquella persona; hay algo que en el fondo nos está diciendo que seamos amigos, que no lo rechacemos, que demos una oportunidad, y parece como que nuevos caminos se van abriendo en mi vida, que a algo grande podemos llegar.

Los enamorados hablan de un flechazo, pero esto puede ser algo bien distinto, como fue distinto para Natanael desde aquel primer momento. Cuando le habían alabado al que le iban a presentar, diciendo incluso que lo que hablaban Moisés y los profetas en El lo podría encontrar, muestra su rechazo sacando ese odio pueblerino que siempre estará en contra del pueblo vecino, porque ¿qué puede salir de ahí? Nos está reflejando cosas que nos suceden, hechos, gestos o anécdotas de lo que sucede entre las gentes de distintos pueblos con esas rivalidades tan características. Todo se rechaza porque viene del pueblo de al lado, porque de allí nunca podrá salir algo bueno.

El diálogo que se produce en aquellos momentos es corto y el evangelista nos lo resume con pocas palabras, pero algo hondo tuvo que suceder en aquel encuentro. Cuando Jesús llega al corazón de la persona algo profundo y misterioso se produce que muchas veces podemos expresar en pocas palabras. Natanael terminaría reconociendo a Jesús como su señor y como su Mesías. Y ya no eran las palabras que le había insinuado su amigo Felipe, pero ahora era algo que él mismo había experimentado en su ser. Pero aunque en sus reticencias parecía un corazón cerrado, algo inquieto había en él para a pesar de sus reticencias dejarse llevar a encontrarse con Jesús. ‘Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’.

Necesitamos encuentros así. Que nuestros encuentros con las personas sean encuentros auténticos porque descolguemos previamente los pesados cortinajes de los prejuicios y las desconfianzas; mucho tenemos que ir descolgando en nuestro camino por la vida, porque ponemos muchos visillos que al final nos tergiversan la visión que podamos tener de las personas. A través de esas personas también puede llegarnos Dios, podemos encontrar una invitación interesante como la que le hacia Felipe a Natanael. Tenemos que aprender a abrir el corazón, a vaciarlo de muchas cosas que se pueden convertir en obstáculos para ese nuevo encuentro que necesitamos ir dando.

Será así también cómo tenemos que dejarnos encontrar por el Señor. Quitemos miedos, quitemos desconfianzas, quitemos autosuficiencias porque muchas veces nos decimos qué nuevo vamos a encontrar si ya todo eso nos lo sabemos. ¿Nos lo sabemos? ¿Nos lo creemos de verdad? ¿O serán solo prejuicios, o formas de dar largas a ese encuentro, de marcharnos en huida porque tememos los compromisos?

Ojalá llegáramos a una confesión de fe tan viva como la que hizo en aquel momento Natanael. ¿Qué puedes decir que significa Jesús para ti?

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