Jesús
nos habla de una presencia nueva de amor
porque amarle es como comerle y comerle es hacerse uno con El y así se hace pan
de vida para nosotros
Hechos de los apóstoles 8, 1b-8; Sal 65;
Juan 6, 35-40
Bien sabemos
que el amor pide presencia. Cuando amamos queremos estar junto a la persona
amada, no soportamos su ausencia, buscamos todos los modos posibles por estar
junto a la persona que amamos; a los amigos les gusta estar juntos, los
enamorados buscan el encuentro, la familia que se quiere permanece siempre
unida y desea encontrarse cuando por circunstancias de la vida tenemos que
ausentarnos. Es esa presencia física que hace crecer la amistad y el amor.
Hoy que
tenemos posibilidades de establecer relaciones con personas que físicamente
están distantes pero que por los medios sociales de que disponemos podemos
conocernos y establecer amistad, vemos como pronto surge el deseo del
encuentro, de poder estar físicamente junto al amigo que hemos conocido y
comenzado a apreciar.
¿Será así el
amor de Dios? ¿Será así como nosotros deseamos vivir la presencia de Dios?
¿Será así en verdad el amor que nosotros tenemos a Jesús en quien no solo
decimos que creemos sino que lo amamos porque sentimos profundamente el amor
que El nos tiene?
Vemos el
recorrido del evangelio como se va estableciendo esa relación de los discípulos
con Jesús. Recordamos cómo Pedro diría que nada le separaría de Jesús porque
incluso estaría dispuesto a dar la vida por El. Recordamos el bajón que
significó para ellos la ausencia de Jesús con su muerte en la cruz porque aún
no habían terminado de comprender las palabras de Jesús. Vemos cómo siempre
quieren estar con El, y aquellas multitudes que le seguían, porque comenzaban a
sentir algo en sus corazones se apretujan contra Jesús porque quieren estar con
El.
Y Jesús nos hablará de esa presencia nueva que podemos sentir porque amarle es como comerle y comerle es hacerse uno con El. Quien le ama de verdad se va a sentir tan unido a Jesús que es como tener su misma vida. Por eso hoy le escuchamos decir que El es el Pan de vida y que quien le coma no sabrá lo que es morir para siempre.
Podríamos decir que la Eucaristía es la invención del amor. Porque
Jesús nos ama y también quiere estar con nosotros y que nosotros no nos
separemos de El; quiere hacerse vida nuestra, quiere entonces que le comamos,
quiere ser para nosotros alimento, pan de vida. Es de lo que nos está hablando
hoy Jesús.
Hemos ido
entrando en esa dinámica del amor en la medida en que le hemos ido conociendo;
al escuchar su Palabra queremos hacernos una vida con El, porque todo ese
sentido nuevo de vida que nos está transmitiendo queremos vivirlo; queremos
vivir en su amor, queremos hacernos uno con El. Todo porque nos hemos sentido
transformados por su amor.
Si no fuera así
no tendría sentido, si no fuera así, todo se quedaría en un rito que no nos da
vida. No podemos convertir la Eucaristía en un rito, la Eucaristía tiene que
ser llenarnos de su amor, empaparnos de su amor, hacernos uno con El desde ese
amor que vivimos. Queremos estar con Jesús, no queremos apartarnos de El.
Pero no es
solo algo que nosotros queramos o deseemos, es lo que Cristo quiere para
nosotros, lo que Jesús nos regala, lo que Jesús nos ofrece. Se hace para
nosotros pan de vida eterna, de vida para siempre. ‘Yo lo resucitaré en el
último día’, nos dice. Y es que bien sabemos que el amor llena de plenitud
la vida. Cómo se sienten los que se aman, cómo se sienten los enamorados.
El que no ama
se siente vacío, no ha encontrado ni un sentido ni un valor para la vida. Van
como muertos por la vida. Lo contemplamos demasiado a nuestro alrededor aunque
ahora se hable tanto del amor; y es que muchas veces ese amor que se dice que
viven no es amor verdadero sino que es buscarse a sí mismo y no se dan, no se
entregan; y aunque dicen que aman, solamente es la pasión lo que los domina y
una búsqueda de si mismos y así van como muertos por la vida. Hay demasiada
muerte, porque muchas veces hay poco amor.
No es así
cómo quiere Jesús que nosotros vivamos, sino que caminemos caminos de plenitud
en el amor. Por eso nos dirá que cuando le comemos porque lo amamos y amamos
como El nos enseña, El nos dará vida para siempre, no podremos nunca apartarnos
de su amor. Por eso se hace pan de vida y nos llevará por caminos de
resurrección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario