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viernes, 5 de marzo de 2021

La historia, maestra de la vida, con ojos de fe se hace para nosotros historia de salvación donde siempre descubriremos el actuar de Dios por el bien del hombre

 


La historia, maestra de la vida, con ojos de fe se hace para nosotros historia de salvación donde siempre descubriremos el actuar de Dios por el bien del hombre

Génesis 37, 3-4. 12-13a. 17b-28; Sal 104; Mateo 21, 33-43, 45-46

La historia es maestra de la vida. Esos acontecimientos vividos, ya sea en nuestra historia personal, ya sea aprendiendo de lo que ha sucedido en otros tiempos y a otras personas puede ayudarnos a leer esos acontecimientos, encontrar el sentido de lo que hacemos y también, ¿por qué no? de los errores del pasado aprender para no repetirnos en los mismos tropiezos, aunque no siempre lo logramos por ser malos aprendices.

Cuando hacemos una lectura atenta de lo que ha ido sucediendo a través de la historia, aprendemos; es una sabiduría acumulada en el pensamiento de tantos antes que nosotros que supieron buscar un sentido a la vida, que aprendieron desde lo acontecido a sacar pautas para nuestro actuar y hasta en muchas ocasiones aquellos acontecimientos sucedidos en otro tiempo pueden ser como calcos de lo que ahora nos sucede y es donde tenemos que aprender. Es lo que llaman la filosofía de la historia que es también la historia de la filosofía o lo que es lo mismo del pensamiento del ser humano que reflexiona sobre lo que le sucede y deduce principios de vida y pautas para nuestro caminar.

Pero el creyente añade algo más a todo eso que en lo humano podemos descubrir y nos puede ayudar. Para el creyente vista la historia igual que mira la vida con ojos de fe para descubrir la presencia de Dios termina reconociendo que la historia es para nosotros una historia de salvación. Llamamos habitualmente historia de salvación todo lo que la Biblia nos refleja de la historia de aquel pueblo, porque en ese pueblo de manera especial vemos el actuar de Dios que aun dejando al hombre en la entera libertad para su actuar, como don que le ha regalado el Señor, sin embargo Dios se va haciendo presente en esa historia y nos va guiando en ese camino aunque muchas nos lo queremos construir solamente a nuestra manera.

Por eso para nosotros la Biblia se ha convertido en libro sagrado que nos trasmite lo que es la voluntad y el deseo de Dios, la Palabra de Dios. Un camino que ha recorrido la humanidad que muchas veces se ha convertido en camino de contradicciones, pero que es también y así se nos refleja un camino de fidelidad pero también de infidelidades. Pero siempre detrás de todo ese actuar del hombre veremos la presencia y el actuar de Dios, presencia que es siempre presencia de amor, llamada de amor de Dios al hombre para que sepamos descubrir el camino de felicidad que Dios traza para el hombre.

Lo que hoy nos han trasmitido los dos textos sagrados que se nos ofrecen en la liturgia de este día es una imagen de todo esto que venimos reflexionando. La historia de José y sus hermanos, los hijos de Jacob, es un fiel reflejo de nuestra historia tan llena de ambiciones, envidias, rivalidades y traiciones. Lo vemos en esos pocos versículos que hoy hemos escuchado y es fiel reflejo de nuestra vida. Pero además hay algo más y es como Dios a través incluso de esos hechos de maldad y de inhumanidad va guiando los hilos de la historia y eso se va a convertir en momento muy importante en todo lo que seria la historia de la salvación. Todo el camino del éxodo arranca de este momento es que José es vendido y llevado como esclavo a Egipto, camino que será historia en la que Dios se manifestará para ofrecer su salvación a aquel que iba a ser su pueblo.

Pero es que además Jesús con la parábola que nos propone hoy en el evangelio le hace también una lectura de la historia llena de infidelidades y traiciones de aquel que había sido su pueblo y que había cuidado como el agricultor que había plantado su viña y había preparado debidamente su finca. Una viña, una historia, una vida que había confiado Jesús a su pueblo, pero el pueblo no había sabido rendirle sus frutos. Bien entendieron los fariseos y los jefes del pueblo la parábola que les proponía Jesús, porque luego fueron más fuertes sus deseos de quitarlo de en medio.

Pero no miramos solo para detrás para quedarnos en otras historias o cosas sucedidas en otros tiempos; miramos lo que es nuestra propia historia, nuestra propia vida bien reflejada tanto en la parábola como en la historia de José. Es la lección que tenemos que aprender, son los ojos nuevos con que tenemos que mirar, porque vamos a mirar la historia de nuestra vida con la mirada de Dios, con los ojos de Dios. A través de ese filtro si veremos todos los matices de nuestra historia pero sobre todo tenemos que descubrir todo lo que es el amor que Dios nos tiene que a pesar de nuestras infidelidades nos sigue llamando y sigue queriendo contar con nosotros.

Leyendo la historia para tener la lección bien aprendida pone una nueva página en blanco en nuestras manos para que escribamos el ahora de nuestra historia, el ahora de nuestra vida siempre con la esperanza de un día llegar a la meta con una hermosa nueva historia de salvación, para alcanzar la salvación definitiva y final que Dios nos ofrece.

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