Necesitamos
momentos para reafirmar nuestro más profundo sentido eclesial proclamando la
misma fe y sintiéndonos en comunión con toda la Iglesia única y universal
1Pedro 5, 1-4; Sal 22; Mateo 16, 13-19
Sin romper del todo el ritmo del camino
cuaresmal que estamos haciendo hay días que tienen especiales celebraciones que
son importantes para la vivencia de la fe sobre todo con un fuerte sentido
eclesial como es hoy el caso. En este día celebramos la Cátedra de san Pedro en
Roma, que viene a ser algo así como una afirmación de nuestra fe hincando sus raíces en ese
sentido eclesial por nuestra comunión con el Obispo de Roma y sus sucesores
manteniendo así nuestra comunión con Pedro, nuestra comunión de la Iglesia toda
considerando el primado que Cristo le confió en la fe y en el amor para
mantener una unidad y comunión de toda la Iglesia
Sabido es que como Iglesia nos sentimos
unidos y en comunión con nuestro Obispo, nuestro Pastor constituyendo así
verdadera Iglesia de Cristo. Cuando decimos Diócesis de Tenerife, por ejemplo
para mencionar la diócesis a la que pertenezco, estamos diciendo con ese mismo
sentido Iglesia de Tenerife. Pero la Iglesia toda católica y universal no es
simplemente una federación de Iglesias, sino que es la comunión de todas las
Iglesias en una única Iglesia presidida por el que en nombre de Cristo es
Pontífice para toda la Iglesia. No somos iglesias por si solos sino en esa
comunión que con toda la Iglesia vivimos, con esa comunión con la Iglesia de
Roma donde su Obispo es el sucesor de Pedro a quien Cristo le confió esa misión
universal de mantener en comunión de fe y amor a todos los que creemos en El.
Y es lo que hoy celebramos. La cátedra
de Pedro, nuestra comunión con Pedro y con toda la Iglesia. Cosas que tenemos
que recordar, pues las damos por sabidas pero tenemos el peligro de ir haciéndonos
tan autónomos que hay el peligro de que rompamos esa comunión de toda la
Iglesia. Os confieso que es hermoso cuando uno tiene oportunidad de participar
en una celebración, ya sea en Roma, ya sea en grandes Santuarios como los hay
repartidos por todo el mundo, donde en esa misma celebración sentimos que a
nuestro lado hay cristianos de otros lugares, de otros pueblos y razas, pero
que estamos allí proclamando una misma fe, que estamos allí sintiéndonos una
única Iglesia e Iglesia universal, verdaderamente católica.
En Roma en torno al Papa allí al pie y
en torno del altar llamado así de la Cátedra de san Pedro, en Fátima o en
Lourdes en celebraciones marianas con gentes que oímos rezar a nuestro lado en
distintas lenguas procedentes de las más diversas naciones, en Santiago de
Compostela en un año santo jacobeo en diversas ocasiones con peregrinos que han
atravesado media Europa para llegar hasta la tumba del Apóstol, en Jerusalén o
cualquiera de los santuarios de los Santos Lugares, he tenido esa oportunidad y
ha sido grande el gozo que he sentido en mi corazón, grande la emoción que me
ha embargado en esos momentos haciendo que afloren los mejores sentimientos y
sentido de comunión eclesial.
Son momentos en que se reafirma nuestro
sentido eclesial y universal, de ser esa Iglesia única de Cristo que así
proclama su fe en cualquier rincón del mundo. Porque eso es además lo que
tendríamos que sentir y vivir cada vez que celebramos la Eucaristía, que nos
reunimos en comunión con todos los santos pero en comunión con toda la Iglesia.
Tras la hermosa confesión de fe de
Pedro hoy hemos escuchado en el evangelio las palabras de Jesús confiando a
Pedro esa misión de pastor universal de su Iglesia. No vamos a entrar en muchos
comentarios, sino tratemos de escucharlas abriendo en verdad nuestro corazón
para hacer crecer nuestra fe y nuestra comunión.
‘¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de
Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre
que está en los cielos. Ahora yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las
llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los
cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos’.
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