No
podemos dar testimonio del evangelio de Jesús ante el mundo si antes no hemos
estado con El, es lo que nos hace signos y testigos
Hebreos 8,6-13; Sal 84; Marcos 3,13-19
Cuando queremos emprender una tarea en
la que necesitamos colaboradores ya nos preocupamos de buscar a aquellos que
mejor nos valgan para lo que vamos a realizar. Ahora se dice nos trazamos un
perfil y conforme a ese perfil buscamos lo que necesitamos, los más capaces,
con mejores cualidades, con la mejor preparación, con sus valores humanos y
responsabilidad para poder llevar a término aquello que nos hemos propuesto.
Queremos ser muy cuidadosos en este aspecto para evitar fracasar en las metas y
objetivos que nos hayamos trazado. Quizá buscamos consejo en alguien
experimentado que nos pueda ayudar a encontrar a esos colaboradores que
necesitamos. Es lo que hacemos en nuestros trabajos y en nuestras
responsabilidades en lo humano.
Es lo que vemos realizar hoy a Jesús en
el evangelio. Nos dice escuetamente Marcos que ‘Jesus subió al monte, llamó
a los que El quiso y se fueron con El’. Y añade a continuación ‘instituyó
doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, y que tuvieran
autoridad para expulsar a los demonios’.
Muchos discípulos se le iban agregando,
les escuchaban y querían seguirle. En un momento determinado el evangelista
hablará del envió de setenta y dos a anunciar el Reino. Ahora nos habla solo de
doce. ‘Llamó a los que El quiso’, nos dice, ‘para que estuvieran con
El’, pero solamente un grupo de doce. Otros evangelistas al narrarnos este
mismo episodio nos dice que los constituyó Apóstoles. Va a ser importante este
número, que tiene sus resonancias bíblicas. A continuación nos da la relación
de sus nombres. Algunos ya los hemos ido conociendo por esas llamadas que Jesús
ha ido haciendo a seguirle y a ser pescadores de hombres o aparecerán en algún
otro momento del evangelio. ¿Por qué estos y no otros de entre todos sus discípulos?
‘Llamó a los que El quiso’.
Con nuestros criterios de hoy, con
aquello que decíamos de los perfiles no sé a quienes hubiéramos llamado
nosotros. Cuando hoy la Iglesia trata de encontrar personas para ejercer alguna
función dentro de la Iglesia, para determinadas misiones o funciones pastorales
también se busca según algunos criterios, o van surgiendo personas con una
inquietud en su corazón que ofrecen sus servicios para el trabajo en la
comunidad. Personas con vocación, decimos, porque quien realice cualquier función
pastoral en medio de la Iglesia no lo va a ser según sus propios criterios, sino
porque en su interior siente una llamada y de ahí surgirá ese ofrecimiento con
generosidad.
¿Por qué unas personas sí y otras
personas quizá no se deciden a dar ese paso y hacer ese ofrecimiento? Detrás de
todo eso decimos está el misterio de Dios que es quien llama y el misterio de
la persona que da respuesta. Está ese don de la vocación, donde sentimos que es
una llamada de Dios a la que tenemos que dar una respuesta y hacerlo con
generosidad.
Pero creo que el evangelio de hoy nos
está diciendo una cosa que considero que es importante. Jesús instituye aquel
grupo ‘para que estuvieran con El’. Esto es importante. ¿Cómo podemos
decir que vamos a hacer una función pastoral, que en fin de cuentas es anuncio
del Evangelio, si no hemos estado antes con El?
Es a Jesús a quien vamos a anunciar,
luego será necesario que nos hayamos impregnado, por decirlo de alguna manera,
totalmente de Jesús, nos hemos dejado inundar por Jesús, por su vida, por su
palabra, por su gracia. Es a Jesús a quien vamos a anunciar como salvación para
nuestro mundo, sin conocerlo y sin vivirlo no podremos realizar esa misión.
Tenemos que crecer en la vida de Jesús,
tenemos que empaparnos de Jesús y de su Evangelio, porque solo así podremos ser
testigos, podremos ser signos de salvación para los demás. Esa es nuestra
verdadera capacitación, ese es el verdadero perfil que hemos de tener, esos son
los valores en los que tenemos que brillar. Están bien las capacitaciones
humanas que podamos tener pero lo importante es que hayamos estado con Jesús y
nos hayamos llenado de El.
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