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jueves, 18 de enero de 2018

El evangelio de Jesús tiene que seguir siendo buena nueva para el mundo en el que vivimos y depende de los signos que demos nosotros los que creemos en Jesús

El evangelio de Jesús tiene que seguir siendo buena nueva para el mundo en el que vivimos y depende de los signos que demos nosotros los que creemos en Jesús

1Samuel 18, 6-9; Sal 55; Marcos 3, 7-12

‘Se retiró Jesús a la orilla del lago y lo siguió una muchedumbre de Galilea’, nos dice el evangelista; pero luego sigue diciéndonos que la gente no era solo de Galilea, habían venido de Judea y de más abajo porque habían venido de Idumea, pero también de Tiro y de Sidón y de más allá del Jordán. Y nos da el detalle de que les había pedido a los discípulos que le tuvieran preparada una barca no fuera a estrujarlo la gente.
Y venían con sus enfermos, toda clase de impedidos, para que Jesús los curara, se le echaban encima. Y hasta los poseídos por espíritus inmundos gritaban reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios. Es admirable como la fama de Jesús se extendió por todas partes y todos querían escucharle y sentirse beneficiados por las maravillas que hacía.
Y el mensaje de Jesús sigue siendo el mismo hoy. Es el que tiene que proclamar la Iglesia, el que tenemos que testimoniar nosotros los que decimos que creemos en Jesús. Pero quizá tendríamos que preguntarnos si hoy sigue siendo igual de atractivo el mensaje de Jesús, si hoy las gentes de la misma manera acuden, acudimos a escuchar a Jesús y sentirnos beneficiados de sus dones y de su gracia.
Tenemos que ser realistas y no encandilarnos, porque podríamos entrar en confusión. Habrá momentos en que nos parecen que son muchos los cristianos porque quizá vemos todavía cantidades de personas en algunos acontecimientos religiosos, visitas quizá a un determinado santuario, procesiones en determinadas fiestas y en determinados lugares, gentes que corren a aquellos lugares de los que se nos habla que suceden cosas extraordinarias, pero ¿es ese un entusiasmo de verdad por Jesús y por su evangelio?
Asiste uno a Misa un domingo cualquiera en cualquier Iglesia de nuestras ciudades o de nuestros pueblos y nos puede parece que hay mucha gente, aunque también nos encontramos demasiadas veces las iglesias medio vacías en dichas celebraciones. Pero si comparamos la gente que vemos allí asistiendo a Misa con la población que hay alrededor, ¿a cuánto nos llegará el porcentaje? Caminemos por nuestros pueblos y miremos de verdad cual es el interés que siente la mayoría de las personas por las cosas de la Iglesia. Pensar en la Iglesia o hablar de la Iglesia será solo para criticarla y querer sacar no se cuantas cosas. Sin querer entrar en juicios sobre las personas tratemos de fijarnos si son los valores cristianos, los valores del evangelio los que animan a las personas que vemos en nuestro entorno. Bautizados, si, muchos quizás,  pero ¿cristianos con los valores del evangelio?
Como decíamos antes el mensaje de Jesús sigue siendo el mismo, pero quizá no impacta de la misma manera en la gente de nuestro entorno. Países llamados cristianos, pero descristianizados. ¿Es culpa del mensaje? El mensaje de salvación de Jesús y su evangelio sigue siendo válido hoy como en todos los tiempos. ¿No nos sucederá que la Iglesia o nosotros los cristianos somos los que no hemos sabido trasmitir ese mensaje, hacer creíble ese mensaje a los hombres y mujeres de hoy?
No quiero que empecemos a echarnos culpas los unos a los otros, pero sí creo que tendríamos que pensar cual es el testimonio que nosotros estamos dando, que incluso la Iglesia está dando.  Las gentes veían los signos que Jesús hacia y su palabra era creíble y se despertaba la esperanza en aquellos corazones. Son los signos que nosotros tenemos que dar con nuestra vida, con nuestro testimonio, con nuestro amor y nuestro compromiso para que se despierte también la esperanza, para que se encienda de nuevo la luz de la fe en los corazones de los hombres y mujeres de hoy. Habría que pensar también como hemos de dar a conocer ese testimonio y esas obras de la Iglesia hoy.
El evangelio de Jesús tiene que seguir siendo buena nueva para el mundo en el que vivimos. Y nosotros somos los encargados, a nosotros nos envió Jesús por el mundo, de hacer ese anuncio de esa Buena Noticia. Tendremos que comenzar por despertar nosotros los que nos llamamos cristianos porque decimos que tenemos fe en Jesús.

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