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viernes, 24 de octubre de 2014

Necesitamos aprender a hacer una lectura creyente del hoy de nuestra historia y descubrir el actuar de Dios

Necesitamos aprender a hacer una lectura creyente del hoy de nuestra historia y descubrir el actuar de Dios

Ef. 4, 1-6; Sal. 23; Lc. 12, 54-59
En un pueblo eminentemente rural, agrícola o ganadero como era el pueblo judío, era normal que fueran capaces de interpretar lo más acertadamente posible las señales del tiempo meteorológico, ya fuera hacer viento o lluvia, ya se anunciara calor o bochorno según lo que experimentalmente habían ido aprendiendo. Hoy nosotros acudimos a los meteorólogos, a los hombres del tiempo que nos avisan con alertas posibles cambios de tiempo aunque algunas veces desconfiemos de ellos.
Pero otras personas reflexivas y estudiosas de la situación nos hacen unas lecturas de lo que podríamos llamar signos de los tiempos porque nos hablan de tendencias, analizan las costumbres, estudian el mercado y nos pueden dar unos estudios que nos ayuden a comprender la marcha de la sociedad, la razón de las crisis por las que podamos pasar e incluso nos pueden hacer predicciones de lo que pueda suceder en la marcha del mundo o nos señalan posibles soluciones.
Pero esas lecturas hechas desde razonamientos experimentales o científicos se nos pueden quedar cortas, porque normalmente se parte de razonamientos meramente humanos y laicos sin mayores honduras o sentido de trascendencia. Es la lectura que nos falta de lo que sucede en la vida y de lo que es la marcha de nuestra sociedad que es la lectura del creyente. También desde los ojos de la fe no solo podemos sino que hemos de hacer esa lectura de la vida, porque desde los ojos de la fe podemos descubrir también las señales de Dios en todo eso que sucede. Es precisamente lo que nos hace creyentes y lo que desde nuestra visión de creyentes hemos de saber hacer, aunque muchas veces no sea fácil.
En lo que hemos escuchado hoy en el evangelio Jesús les echa en cara a los judíos que saben leer los signos del tiempo, pero no saben leer los signos de los tiempos. Con todo el bagaje de la revelación contenida en la Escritura santa y precisamente desde esa condición de creyentes que les ha de hacer ver y comprender la presencia de Dios y las acciones de Dios en medio de ellos, no lo han sabido hacer con Jesús, del que siguen desconfiando y en el que no terminan de poner toda su fe.
Allí están todos los signos, todas las señales que Dios ha ido poniendo ante sus ojos en el actuar de Jesús, en su Palabra y en sus milagros y tenían que haber sabido descubrir que en verdad ante ellos tenían al Mesías de Dios, al Ungido del Señor que venía lleno del Espíritu Santo, como había anunciado el profeta Isaías, para anunciar y traer la Buena Nueva de la salvación a los pobres y cuantos sufrían. Pero no terminaban de creer, no terminaban de abrir los ojos de la fe para descubrir las señales de Dios.
Nosotros hoy podemos decir que sí ponemos toda nuestra fe en Jesús y en El reconocemos al Hijo de Dios y a nuestro Salvador. Y cuando aquí venimos lo hacemos para celebrar precisamente esa salvación y esa acción de Dios que con su gracia se derrama sobre nuestra vida. Pero quizá nos falta algo más. Que sepamos hacer también esa lectura creyente, esa lectura del creyente de lo que es nuestra vida hoy, de lo que es nuestro mundo, para descubrir también qué nos dice Dios o qué nos pide Dios.
Algunas veces tenemos la tendencia de sentirnos pesimistas y, claro con el color del cristal con que miramos, lo vemos todo negro como si  fuera malo todo lo que vemos en torno nuestro. Miremos con los ojos de Dios para descubrir lo bueno y aunque los tiempos sean malos y vivamos en un mundo excesivamente materialista, sin embargo podemos encontrar muchos resplandores de luz, porque podemos ver resurgir en muchos espíritus las llamaradas de la solidaridad y de la justicia buscando lo bueno, queriendo que el mundo sea mejor, compartiendo muchas cosas, su tiempo, su persona, sus cualidades en muchas personas que buscan lo bueno. Muchos ejemplos se podrían poner. Son semillas del Reino de Dios que tenemos que saber apreciar y esos rayos de luz nos llenan de esperanza y hacen que el corazón brille de manera especial.
Pero en esa lectura también tendríamos que sabernos preguntar personalmente que nos pide el Señor en esta situación concreta en que vivimos y descubrir cuáles son esos granitos de arena, esas pequeñas o grandes semillas que nosotros podemos poner y podemos sembrar, tenemos que poner y tenemos que sembrar. Esto es aprender a hacer esa lectura creyente para saber discernir los signos de los tiempos y entonces descubrir también ese actuar de Dios, esa presencia de Dios. Que no nos eche en cara Jesús que sabemos muchas cosas pero no terminamos de aprender a descubrir ese actuar de Dios.  

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