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jueves, 23 de octubre de 2014

Disponibles para pasar por un bautismo como el de Jesús amando con un amor como el suyo para prender al mundo del fuego de su amor

Disponibles para pasar por un bautismo como el de Jesús amando con un amor como el suyo para prender al mundo del fuego de su amor

Ef. 3, 14-21; Sal. 32; Lc. 12, 49-53
‘Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla!’ ¿Qué nos quiere decir Jesús? ¿A qué bautismo se está refiriendo? Podría venirnos al pensamiento el bautismo de Juan allá en el desierto de Judea. Pero ya Jesús había estado en el Jordán al inicio de su actividad apostólica y había querido someterse a ese bautismo de Juan, no sin reticencias del Bautista que no quería bautizarlo. Bien entendemos que no se está refiriendo a ese bautismo penitencial con que Juan preparaba a las gentes para la llegada del Mesías.
Volverá a aparecer esa palabra en labios de Jesús cuando vienen los dos hijos del Zebedeo apoyándose en la intercesión de la madre pidiendo primeros puestos en su Reino. Fue la pregunta que Jesús les hace ante su petición. ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?’ Bien entendemos a lo que se está refiriendo Jesús, su Pascua, su pasión y su muerte, su entrega hasta el final.
Jesús conocía bien todo lo que le iba a suceder. Quien había venido como la suprema manifestación del amor de Dios que nos entrega a su Hijo estaba dispuesto hasta el final a cumplir la voluntad del Padre. Como había dicho en otra ocasión su alimento era hacer la voluntad del Padre. Y sabía bien que para esto había venido para realizar su entrega de amor hasta el final como el amor más total y con el amor más sublime. Ya nos diría que no hay amor más grande que la de quien da la vida por el amado. Y esa era su entrega, su amor; ese era su Bautismo.
Ahora nos dice que siente angustia porque llegue ese momento de su bautismo, de su entrega. Cuando comience su pasión volverá a aparecer esa palabra de la angustia en la última cena y en Getsemaní, porque había llegado su hora, la hora de la pascua, la hora de pasar de este mundo al Padre, la hora de la entrega suprema de amor.
Ese era el fuego que quería prender en el mundo, el amor. Es el amor que va a ser el distintivo de sus discípulos; es el amor que todo lo renueva y todo lo transforma; es el amor que nos purifica y engendra nueva vida; es el amor que hace al hombre nuevo y crea un mundo nuevo. Es como un fuego que purifica pero que hará surgir una nueva vida. ¿Cuándo nos convenceremos que es por ese camino por donde vamos de verdad a renovar el mundo? Dejémonos quemar nosotros por ese amor y así se transformará nuestra vida; llenemos nuestra vida de ese amor nuevo y transformador y podremos comenzar a sembrar las semillas de un mundo mejor. Tenemos que contagiarnos de ese amor. No es solo aprender la lección sino dejar incendiar nuestra vida por el amor.
No todos los entenderán ni dejarán que sus vidas transcurran por esos caminos nuevos del amor. Para algunos les parecerá una locura porque cuesta entender lo que es un amor total, una entrega sin límites, porque tenemos la tentación de estar siempre poniendo límites y medidas. Pero quienes queremos optar por un amor como el de Jesús sabremos que tenemos que hacerlo sin límites.
Y quizá ni los más cercanos a nosotros, por razones de sangre o por razones de amistad, nos van a entender y hasta querrán quitarnos esas ideas de la cabeza. ¿No pretendía Pedro cuando Jesús anunciaba su pasión quitarle de la cabeza al Maestro que subiera a Jerusalén si sabía lo que allí le había de pasar? No nos extrañe que ni los padres entiendan a los hijos, ni unos hermanos a otros, ni los amigos más cercanos y que más se quieren. Es lo que nos anuncia a Jesús de que por su causa, por su nombre se van a crear divisiones y será difícil incluso mantener la paz allí entre las familias.
Cristo ha venido a traer un nuevo fuego al mundo para que sea transformado; Cristo nos viene a traer su amor y aunque siente la angustia por lo que va a significar ese bautismo de pascua para El está deseando ardientemente que llegue su hora. ¿Nos preguntará a nosotros también si estamos dispuestos a beber ese cáliz y a ser bautizados con ese bautismo? ¿No nos estará preguntando si seremos capaces de amar con un amor así?

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