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miércoles, 29 de octubre de 2025

Hoy vemos en el evangelio que algunos le preguntan a Jesús si serán muchos o pocos los que logren salvarse, pero ¿qué significará ese salvarse o no?

 


Hoy vemos en el evangelio que algunos le preguntan a Jesús si serán muchos o pocos los que logren salvarse, pero ¿qué significará ese salvarse o no?

Romanos 8,26-30; Salmo 12; Lucas 13,22-30

Siempre andamos buscándonos caminos fáciles. ¿Para ir a ese lugar no hay otro sendero que no sea tan exigente? Nos parece que son vueltas y revueltas innecesarias y que podríamos encontrar otras soluciones más fáciles; todos queremos ser ingenieros para trazar los caminos que nos faciliten el recorrido. ¿Y no hay otro camino que sea más cómodo o más fácil donde no tengamos que hacer tanto esfuerzo?,  nos preguntamos cuando el camino se  hace cuesta arriba, vemos las situaciones difíciles que tenemos que afrontar. Y queremos buscar otros senderos que no tengan tantas exigencias. Pero ya nuestra sabiduría popular tiene sus dichos y sentencias y nos dice que ‘quien deja el camino por el atajo…’

No es que queramos ser ingenieros de caminos para trazar buenas autopistas, sino que en ese recorrido que tenemos que hacer en la vida ya queremos ingeniarnos para pasarlo de la mejor manera posible y con el menor esfuerzo. Y no es solo el plan de vida cómoda en que nos estamos educando hoy en que todo está permitido y analicemos bien lo que estamos ofreciendo a las generaciones que vienen tras nosotros. Es que cuando se trata de nuestro crecimiento personal, de nuestra maduración como personas, de la seriedad y responsabilidad con que hemos de asumir la vida, enseguida comenzamos a decir que la vida es difícil, que tiene que haber otra cosa y otra manera de plantearnos ese camino de la vida. ¿No andaremos con una flojera crónica en la vida y ante la menor dificultad nos ahogamos?

Y esto nos pasa en el camino de nuestra vida cristiana. Si no, veamos en qué convertimos todo lo que tendría que ser la vivencia de nuestra fe. ¿Tendremos en verdad ansias de vida eterna? ¿No habremos convertido nuestra vida cristiana en unos parches que colocamos en algunos momentos como cartelitos que digan que aquello que vivimos es ser cristiano, pero realmente andamos muy lejos de los planteamientos y exigencias que nos propone el evangelio? Yo, ya cumplo, decimos, porque quizás vamos a Misa alguna vez o nos contentamos verla por la televisión mientras estamos quizás entretenidos en otras cosas; yo ya cumplo porque trato de no molestar a nadie y que cada uno viva su vida; yo ya cumplo porque bauticé a mis hijos y quise que hicieran la primera comunión, pero luego ellos que decidan y hagan lo que les parezca.

Yo ya cumplo, repetimos, pero ¿donde estamos manifestando un compromiso desde esa fe con la vida, con la mejora de nuestro mundo, con los problemas que afectan a la vida de tantos, con la construcción de una sociedad más justa? ¿Dónde estamos preocupándonos por vivir esos valores que nos enseña el evangelio y con los que construir el Reino de Dios en nuestro mundo? ¿Acaso eso nos suena a sueños de otros tiempos y que ya todo eso está pasado de moda?

Hoy vemos en el evangelio que algunos le preguntan si serán muchos o pocos los que logren salvarse. Pero ¿qué significará ese salvarse o no? Y Jesús nos dice que nos afanemos por entrar por la puerta estrecha, porque es la que va a hacer verdadero camino. Porque puede ser que lleguemos y ya nos encontremos la puerta cerrada y no nos reconozcan, aunque nosotros digamos que hemos sido muy cumplidores. ‘No os conozco, no sé quienes sois’, terribles palabras que podríamos escuchar. Y podremos ver que otros a los que nosotros no considerábamos tan dignos van a entrar primero. ¡Ay de las distinciones entre unos y otros que nos hacemos tantas veces en la vida considerándonos que nosotros somos superiores o mejores!

Y nos habla Jesús de saber hacernos los últimos, porque tenemos que aprender a ser los servidores de todos. Claro que ceñirnos la toalla y ponernos a lavar los pies a los demás no es tarea del gusto de todos, no es tarea fácil. Pero a El lo contemplamos haciéndolo y nos dice que si El que es el Maestro y el Señor lo ha hecho, nosotros también debemos hacérnoslos los unos a otros. ¿Estaremos dispuestos? ¿Nos parece un camino difícil? ¿Habrá otro más fácil?

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