Queremos creer en Jesús, queremos escucharle y hacernos sus discípulos,
queremos ir también a hacer ese anuncio de salvación a nuestro mundo de hoy
Hechos de los apóstoles 5, 17-26; Sal 33;
Juan 3, 16-21
Hemos
retomado esta semana el evangelio de Juan que nos acompañará en todo este
tiempo pascua y hemos partido del encuentro de Nicodemo con Jesús. Aquel
magistrado judío que fue de noche a ver a Jesús.
El tema de la
luz y de las tinieblas es bien significativo en el evangelio de san Juan; en
diversos momentos aparecerá esta imagen y no hemos de perder de vista lo que el
evangelio está queriendo transmitirnos. Ya al principio del evangelio nos habló
de la luz que era la vida, pero que la tiniebla rechazó, no quiso recibir. En
diversos momentos del evangelio volverá a aparecer esta imagen por ejemplo en
la curación de los ciegos que vuelven a encontrarse con la luz. Pero siempre
por detrás irá apareciendo la contraimagen de los que prefieren las tinieblas,
de los que rechazan la luz cuando rechazan a Jesús.
Nicodemo
estaba también en tinieblas – era de noche cuando fue a ver a Jesús – pero es
alguien que está buscando la luz. Su encuentro con Jesús es de alguna manera un
dejarse interrogar por Jesús que le habla de una nueva luz, de un nuevo
nacimiento. Pero el encuentro con esa luz parte del amor. Todo el evangelio
viene a ser un anuncio de lo que es el amor de Dios, un amor tan grande, como
nos dice hoy, que nos entregó a su propio Hijo.
Una entrega
de amor que se convertirá en lo más sublime en una entrega incluso cruenta,
cuando Jesús muere por nosotros. Ese encuentro con Jesús que así se entrega por
nosotros se convierte en el juicio de Dios. Pero Dios no ha enviado su Hijo al
mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por medio de El.
Por eso hemos de creer en El y quien crea en Jesús encontrará la salvación. Se
nos repetirá tanto en la teofanía del Bautismo como en la del Tabor que es el
Hijo amado y predilecto de Dios a quien tenemos que escuchar. Por eso esa
entrega de Jesús será para nuestra salvación.
Ya nos dirá
Jesús allá en Betania cuando lo de la resurrección de Lázaro que El es la
resurrección y la vida y quien cree en El no morirá para siempre. Es el paso
necesario de nuestra fe, es el paso necesario de escuchar a Jesús, es el paso
necesario de Jesús en Jesús. Jesús es la Buena Noticia de salvación para el
hombre de todos los tiempos. Por eso ha enviado a sus discípulos por todo el
mundo a hacer ese anuncio del evangelio para que el que crea en El se salve,
encuentre la salvación.
Nos acercamos
a la luz, queremos dejarnos iluminar por la luz. Es cierto que no siempre
nuestras obras no han sido buenas, y podemos tener el temor de acercarnos a la
luz porque se descubriría la maldad que tantas veces nos ha acompañado en
nuestra vida. Pero porque creemos en Jesús, que nos vino a traer la salvación,
no tememos a la luz, queremos dejarnos iluminar por la luz, porque para
nosotros es una luz que nos salva, que nos ilumina, que transforma nuestras
tinieblas en obras de luz. Y lo podemos hacer con toda esperanza porque nos
confiamos al amor de Dios que nos envía a su Hijo no para condenación sino para
salvación.
No lo olvidemos, tenemos que repetírnoslo
muchas veces. ‘Tanto amó Dios al
mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca,
sino que tenga vida eterna’.
Es nuestra fe, es nuestra esperanza, es la seguridad de la salvación. Queremos
creer en Jesús, queremos escucharle y hacernos sus discípulos, queremos ir
también a hacer ese anuncio de salvación a nuestro mundo de hoy.
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