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miércoles, 19 de abril de 2023

Queremos creer en Jesús, queremos escucharle y hacernos sus discípulos, queremos ir también a hacer ese anuncio de salvación a nuestro mundo de hoy

 


Queremos creer en Jesús, queremos escucharle y hacernos sus discípulos, queremos ir también a hacer ese anuncio de salvación a nuestro mundo de hoy

Hechos de los apóstoles 5, 17-26; Sal 33; Juan 3, 16-21

Hemos retomado esta semana el evangelio de Juan que nos acompañará en todo este tiempo pascua y hemos partido del encuentro de Nicodemo con Jesús. Aquel magistrado judío que fue de noche a ver a Jesús.

El tema de la luz y de las tinieblas es bien significativo en el evangelio de san Juan; en diversos momentos aparecerá esta imagen y no hemos de perder de vista lo que el evangelio está queriendo transmitirnos. Ya al principio del evangelio nos habló de la luz que era la vida, pero que la tiniebla rechazó, no quiso recibir. En diversos momentos del evangelio volverá a aparecer esta imagen por ejemplo en la curación de los ciegos que vuelven a encontrarse con la luz. Pero siempre por detrás irá apareciendo la contraimagen de los que prefieren las tinieblas, de los que rechazan la luz cuando rechazan a Jesús.

Nicodemo estaba también en tinieblas – era de noche cuando fue a ver a Jesús – pero es alguien que está buscando la luz. Su encuentro con Jesús es de alguna manera un dejarse interrogar por Jesús que le habla de una nueva luz, de un nuevo nacimiento. Pero el encuentro con esa luz parte del amor. Todo el evangelio viene a ser un anuncio de lo que es el amor de Dios, un amor tan grande, como nos dice hoy, que nos entregó a su propio Hijo.

Una entrega de amor que se convertirá en lo más sublime en una entrega incluso cruenta, cuando Jesús muere por nosotros. Ese encuentro con Jesús que así se entrega por nosotros se convierte en el juicio de Dios. Pero Dios no ha enviado su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salve por medio de El. Por eso hemos de creer en El y quien crea en Jesús encontrará la salvación. Se nos repetirá tanto en la teofanía del Bautismo como en la del Tabor que es el Hijo amado y predilecto de Dios a quien tenemos que escuchar. Por eso esa entrega de Jesús será para nuestra salvación.

Ya nos dirá Jesús allá en Betania cuando lo de la resurrección de Lázaro que El es la resurrección y la vida y quien cree en El no morirá para siempre. Es el paso necesario de nuestra fe, es el paso necesario de escuchar a Jesús, es el paso necesario de Jesús en Jesús. Jesús es la Buena Noticia de salvación para el hombre de todos los tiempos. Por eso ha enviado a sus discípulos por todo el mundo a hacer ese anuncio del evangelio para que el que crea en El se salve, encuentre la salvación.

Nos acercamos a la luz, queremos dejarnos iluminar por la luz. Es cierto que no siempre nuestras obras no han sido buenas, y podemos tener el temor de acercarnos a la luz porque se descubriría la maldad que tantas veces nos ha acompañado en nuestra vida. Pero porque creemos en Jesús, que nos vino a traer la salvación, no tememos a la luz, queremos dejarnos iluminar por la luz, porque para nosotros es una luz que nos salva, que nos ilumina, que transforma nuestras tinieblas en obras de luz. Y lo podemos hacer con toda esperanza porque nos confiamos al amor de Dios que nos envía a su Hijo no para condenación sino para salvación.

No lo olvidemos, tenemos que repetírnoslo muchas veces. ‘Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna’. Es nuestra fe, es nuestra esperanza, es la seguridad de la salvación. Queremos creer en Jesús, queremos escucharle y hacernos sus discípulos, queremos ir también a hacer ese anuncio de salvación a nuestro mundo de hoy.

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