Escuchemos a Jesús dejándonos empapar por su Evangelio, es
buena nueva de vida, es buena nueva que nos llena de luz, es buena nueva que
nos trae la sabiduría de Dios
Hechos de los apóstoles 5, 27-33; Sal 33;
Juan 3, 31-36
Se supone que
hablamos de lo que sabemos; lo que sale por nuestros labios, y estamos haciendo
referencia a nuestras palabras, es lo que llevamos dentro, lo que son nuestros
pensamientos, que pueden ser nuestros deseos, que pueden ser nuestras
experiencias, que puede ser la reflexión que nos hacemos sobre la vida, que
puede ser lo que hondamente hayamos rumiado, pensado y reflexionado en nuestro
interior; podemos incluso equivocarnos, pero es la sinceridad, o debe ser, de
nuestro pensamiento; no hemos incluso de tener miedo de equivocarnos mientras
haya una búsqueda sincera, que nos lleve a aceptar la verdad que podamos
encontrar en lo que nos ofrecen.
Ya sabemos
que hay personas que hablan y hablan y no saben de lo que hablan, están vacíos,
pero de todo quieren saber; no reflexionan
hondamente pero de todo quieren opinar y en muchas ocasiones incluso
pontificar dándoselas de sabios, pero donde se nota pronto el vacío que llevan
dentro. Algo que tenemos que cuidar, algo de lo que también hemos de
precavernos para no caer en esas redes ilusorias que nada dicen, nada nos
pueden ofrecer.
¿A quien
escuchamos? ¿Qué es lo que muchas veces se nos ofrece en nuestro entorno? Da
gusto escuchar palabras sabias, palabras que te hacen pensar y reflexionar,
palabras que te enriquecen, palabras quizás que te plantean interrogantes no
para desorientarte sino para ayudarte a encontrar la verdad, palabras que se te
ofrecen con sencillez, pero que van dando lustre a tu espíritu porque le dan
hondura a tu vida. No es fácil en ocasiones encontrarlas, porque muchas veces
encontramos vacío.
Palabras que también tenemos que discernir
para en medio de la arena encontrar la piedra preciosa. Sin confundirnos, con
paciencia y con humildad, poniendo en juego toda nuestra inteligencia para
dejar a un lado la escoria. Y eso cuesta, nos exige también esfuerzo, voluntad,
constancia, perseverancia.
En Jesús
encontramos esa fuente de sabiduría. Cuando decimos que creemos en El es porque
en El hemos encontrado esa verdad que nos da vida, nos pone en camino de
verdadera plenitud, nos llena de la sabiduría de Dios. Como nos dice hoy en el Evangelio ‘el que viene de lo alto está por encima de todos, el que es de la tierra
es de la tierra y habla de la tierra el que viene del cielo está por encima de
todos, de lo que ha visto y ha oído da testimonio…’
Ya nos lo
repite muchas veces que El viene de Dios y nos viene a trasmitir la sabiduría
de Dios. Por algo desde el principio del evangelio de san Juan se nos dice que
es la Palabra, que estaba en Dios, que viene de Dios, y que viene como luz y
como vida para el mundo. Es la Palabra que ha plantado su tienda entre
nosotros. Es la Palabra que tenemos que escuchar y plantar en nuestro corazón.
Es la Palabra que nos da vida y nos llena de salvación. Aunque a veces no
queremos escucharla, a veces nos cuesta escucharla, porque son muchos los ecos
de palabras vacías que resuenan a nuestro alrededor y nos ensordecen.
Hoy nos dice que ‘el que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida’. Y concluye diciéndonos que ‘el que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él’.
Escuchemos pues a Jesús, dejémonos empapar por su
Evangelio. Es buena nueva de vida, es buena nueva que nos llena de luz, es
buena nueva que nos trae la sabiduría de Dios. Es quien va a dar verdadero
hondura a nuestra vida, verdadero sentido y valor a nuestra existencia.
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