Encrucijadas
en el camino ante las que tenemos que tomar nuestra decisión para seguir o no a
Jesús, y El nos habla de tomar nuestra cruz de cada día
Deuteronomio 30, 15-20; Sal 1; Lucas 9,
22-25
En la vida continuamente nos vamos
encontrando encrucijadas. Como cuando nos ponemos a caminar por cualquier calle
de nuestra ciudad, y si queremos también en nuestros campos; a cada tramo del
camino que vamos haciendo pronto nos encontraremos con el cruce de otra calle -
¿una encrucijada?, la palabra viene de ahí – y tenemos que decidirnos por donde
vamos; ¿seguimos derecho? ¿Cogemos a un lado o a otro? Depende de donde
queramos ir, por donde llegamos mejor, más cerca, con más facilidad; pero en
nuestras manos está la decisión del camino que cogemos, dependiendo, como decíamos,
del sitio a donde queremos llegar. ¿Tendremos clara nuestra meta, nuestro punto
final?
Así decimos en la vida. Tenemos que
estar tomando decisiones, escogiendo el mejor camino, teniendo seguridad de la
meta que queremos alcanzar. Y no siempre es fácil; aquella calle, aquella
avenida, aquella senda que se abre a un lado o a otro nos puede resultar
atractiva; son tantas las cosas que nos atraen, nos llaman la atención, nos
quieren distraer, nos pueden engañar con sus atractivos. Seguridades necesitamos.
De eso nos está hablando hoy la Palabra
de Dios, nada más iniciar este camino de Cuaresma, que comenzamos ayer. Caminos
de vida o caminos de muerte, caminos luminosos o caminos llenos de oscuridad,
incertidumbres e inseguridades que nos podemos encontrar. ¿Qué queremos
alcanzar? ¿Qué queremos ganar?
Cuidado con esta palabra que nos puede
resultar engañosa. ¿Cuáles son los intereses de nuestras ganancias? Cuando
hablamos de ganancias podemos materializarnos en exceso, estar pensando solo en
ganancias materiales, ¿económicas? ¿Ganancias que nos hagan relumbrar ante el
mundo que nos rodea? ¿Cuáles son esas luminosidades para la gente que está a
nuestro alrededor? ¿Cuál es la luminosidad que queremos dar a nuestra vida?
Aquí se trata de coger el evangelio con
las dos manos, sentirnos seguro con el evangelio, del mensaje que se nos está
ofreciendo. Y la buena nueva que nos está ofreciendo Jesús en cierto modo nos
inquieta, porque parece que no siempre coincide con nuestras aspiraciones o con
nuestros sueños. Se nos habla de ganar el mundo, pero del peligro de perderlo;
se nos habla de entregar la vida, aunque nos parezca que la perdemos, pero con
lo que tendremos ganancia segura. Nos cuesta entender.
Pero es que antes Jesús nos ha hablado
de cual es su camino. Es un camino de amor y de vida, pero por eso mismo es un
camino de entrega y entrega hasta el final. ‘El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por
los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer
día’.
Decir que
amamos puede resultarnos fácil de decir. Todos hablamos de amor, pero no
siempre lo entendemos de la misma manera. Jesús nos habla de un amor que
entraña padecimientos y muerte. Eso ya es otra canción que no es tan fácil de
cantar. Por eso a los discípulos les costará tanto entenderla. Como nos cuesta
a nosotros. Porque preferimos amor mientras nos van bien las cosas, cuando no
cueste demasiado sacrificio, cuando yo puedo ir escapando sin muchas
complicaciones. Pero de eso no es de lo que nos habla Jesús. Por eso algún día
Pedro se rebelará contra esas palabras y anuncios de Jesús.
Por eso
hoy Jesús nos dice que tenemos que ser capaces de coger la cruz. ¿Pero si el
madero hasta es áspero al contacto con nuestras manos? Pero esa es la madera
que quiere que Jesús cojamos, porque ahí está nuestra vida, nuestras cosas,
nuestras luchas, lo que aspiramos y lo que soñamos, que tenemos que dejarlo a
un lado muchas veces si queremos en verdad seguir a Jesús. Nos habla Jesús de
negarnos a nosotros mismos, o sea que no nos pongamos nosotros los primeros y
por delante, sino que seamos capaces de hacernos los últimos, porque siempre
tenemos que ser servidores.
Son las
encrucijadas que vamos a encontrar en el camino, y ante lo que tenemos que
decidirnos, tomar decisión, queremos en verdad llegar hasta la meta. ¿Seremos
capaces? ¿Seguiremos siempre buscando calles bien adoquinadas y caminos
perfecta y cómodamente trazados?
No hay comentarios:
Publicar un comentario