Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres
Daniel, 3,
14-20.91-92.95; Sal. Dn. 3, 52-56; Jn. 8, 31-42
‘Si os mantenéis en mi palabra seréis de verdad
discípulos míos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres’.
Algunos
judíos habían comenzado a creer en Jesús.
‘Dijo Jesús a los judíos que habían creído en El’, nos dice el evangelista.
Ayer terminábamos escuchando el comentario que hacía el evangelista: ‘Cuando les exponía esto, muchos creyeron en
El’. Ahora Jesús anima, por así decirlo, a aquellos que habían comenzado a
creer en El. ‘Si os mantenéis en mi
palabra seréis de verdad discípulos mío…’
También
nos animan y alientan estas palabras. Queremos creer en Jesús a pesar de que
muchas veces nos cueste, se nos haga cuesta arriba y quieran envolvernos
tinieblas de dudas. Pero queremos seguir a Jesús. Queremos ser sus discípulos.
Y nos dice ‘conoceréis la verdad y la
verdad os hará libres’.
Conocer y
seguir a Jesús es conocer la verdad. Pilato socarronamente se preguntaba ‘¿qué es la verdad? ¿dónde está la verdad?’,
y no esperaba ninguna respuesta. Es quizá la pregunta que se siguen haciendo
los hombres de hoy donde nos invade el relativismo que todo lo pone en duda
diciéndonos que no hay ninguna verdad absoluta. Así andamos desorientados, de
aquí para allá, sin principios, sin ética de ningún tipo, porque cada uno
quiere arrimar el ascua a su sardina, como dice el refrán.
‘Yo soy el camino y la verdad y la vida’,
nos dirá Jesús. ‘Nadie puede llegar al
Padre sino por mí. Si me conocierais a mi, conoceríais al Padre’. nos lo ha
dicho también estos días cuando le preguntaban ‘¿Dónde está tu Padre?’ A lo que Jesús respondía: ‘Ni me conocéis a mí ni a mi Padre; si me conocierais
a mí, conoceríais también a mi Padre’. Estos días le hemos escuchado hablar
del Padre diciéndonos que es el veraz. ‘El
que me envió es veraz y yo comunico al mundo lo que he aprendido de El’.
Queremos
conocer a Jesús, queremos seguirle y ser sus discípulos, queremos conocer la
verdad plena y definitiva que sólo encontramos en Jesús. Conociéndole a El,
conociendo su verdad, seremos libres. Conociendo a Jesús nos llenaremos de su
vida y de su gracia, y arrancaremos entonces de nosotros para siempre lo que
nos esclaviza, el pecado. Cristo ha venido a vencer al padre de la mentira, el
mal y el pecado. En Cristo nos sentimos redimidos y liberados. Porque Cristo ha
venido a traernos el perdón y la paz.
‘Quien comete pecado, es esclavo’,
nos ha dicho hoy, pero El ha venido a arrancarnos de ese pecado, con su gracia
no solo nos perdona, sino que nos fortalece para que no volvamos a caer en esa
esclavitud, en ese pecado. Tenemos que pedirle con toda la fuerza de nuestro
corazón que nos dé esa gracia que nos libera y que nos salva. Que nos dé esa
gracia que nos fortalece en nuestra lucha contra el pecado que tan costosa se
nos hace a veces, porque la tentación siempre está acechándonos. Que no nos
falte la gracia del Señor.
En estos
pasos últimos que estamos dando en esta última semana de la Cuaresma hemos de
aprestarnos a convertirnos de verdad al Señor. Mucho tenemos que orar y
reflexionar. Con fe, con devoción grande nos acercamos a su Palabra que nos
ilumina cada día. Con deseos hondos en el alma vamos participando en todo lo
que nos ofrece la Iglesia en estos días para prepararnos bien para la
celebración de la Pascua. Es una gracia del Señor que no podemos desaprovechar.
Acerquémonos con fe al Señor y a su gracia.
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