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miércoles, 25 de octubre de 2017

Preparados porque viene el Señor y nos sale al encuentro en ese mundo en que vivimos, en esos hermanos con los que nos cruzamos, en esas personas que están a nuestro lado

Preparados porque viene el Señor y nos sale al encuentro en ese mundo en que vivimos, en esos hermanos con los que nos cruzamos, en esas personas que están a nuestro lado

Romanos 6,12-18; Sal 123; Lucas 12,39-48

‘Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá’. Así termina el texto del evangelio de hoy. Jesús les está hablando de la responsabilidad y la seriedad con que hemos de tomarnos la vida, porque aquellos dones que hemos recibido, como nos señala también en otros lugares del evangelio, no son para guardárnoslos sino para hacerlos fructificar.
Cada uno tenemos nuestros dones, nuestras capacidades y cualidades. Es cierto que no todos somos iguales, ni todos valemos para todo aunque en las responsabilidades de la vida tengamos que afrontar muchas cosas, batallar en diferentes frentes. Una cosa que sí tendríamos que hacer es conocernos, ser conscientes de nuestros valores, nuestras posibilidades; es necesario de vez en cuando detenernos para analizar nuestra vida y seguir descubriendo lo que valemos, esos dones que hay dentro de nosotros.
Muchas veces quizá tardan en aparecer, quizá no pensamos que valemos para determinadas cosas, o muchas veces en nombre de una falsa humildad nos queremos ocultar y no descubrir y reconocer lo que son todos nuestros valores. Quizá en un momento determinado al tener que enfrentarnos a algo inesperado y ser capaces de salir adelante nos hace caer en la cuenta de unos valores que estaban ahí como escondidos y que sin embargo son posibilidades en la vida.
Hemos de saber estar abiertos siempre a todo eso que podemos descubrir en nosotros. No por orgullo o vanagloria, sino en una autoestima que quizá tendríamos que recuperar. Equivocadamente hemos reprimido o nos han reprimido en nuestra educación cosas buenas que hay en nosotros y no hemos o no nos han ayudado a sacar a flote.
Pudiera parecer a alguien que me estoy alejando de lo que seria el comentario del evangelio pero pienso que no. Todo eso que hay en nuestra vida es un don de Dios; somos administradores de esos dones de Dios; y todo lo bello y hermoso que hay en el mundo y en la vida no es solo para cada uno en particular, sino que Dios ha puesto el mundo y toda la riqueza que hay en el mundo para bien de todos. La obra de su creación se la confió al hombre, es decir, a la humanidad toda. Y riqueza de ese mundo son nuestros valores, nuestras cualidades. Riqueza no para acaparárnosla para nosotros solos sino para bien de toda la humanidad.
Nos habla Jesús en el evangelio de la venida del Hijo del Hombre; puede ser una referencia al final de los tiempos, al juicio final de la historia, como podemos pensar también en esa venida, en esa presencia del Señor junto a nosotros en cada momento de nuestra vida. Y esa presencia de Dios en nosotros siempre nos abre a los demás, siempre nos abre a una trascendencia que no se solo pensar en la vida eterna más allá de la muerte, sino en ese trascendernos para ir al encuentro del otro, para llevar al otro lo que somos, lo que es nuestra vida y compartirlo con él.
‘Estad preparados porque a la hora que menos pensáis viene el Hijo del Hombre’, nos dice Jesús. Preparados, en cualquier hora, en todo momento, viene el Señor, nos sale al encuentro en esa presencia mística y maravillosa de su presencia divina, espiritual; pero viene el Señor y nos sale al encuentro en ese mundo en que vivimos, en esos hermanos con los que nos cruzamos, en esas personas que están a nuestro lado. ¿Qué respuesta le damos a esa presencia del Señor?

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