Con la fuerza del Espíritu la Iglesia camina en fidelidad, pidamos que nos ilumine, llene y transforme nuestros corazones con el fuego de su amor
Hechos 17,15.22-18,1; Sal 148;
Juan 16,12-15
‘Muchas cosas me quedan por deciros… cuando venga El, el Espíritu
de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena…’
Cómo podremos recordar todas las cosas que nos ha dicho y enseñado,
podían quizá estar pensado los discípulos. Muchas cosas habían contemplado,
muchas cosas le habían visto hacer y en todas ellas había una enseñanza, muchas
cosas le habían escuchado tanto cuando les hablaba a las multitudes como cuando
a ellos en particular ya fuera en casa o cuando iban de camino o marchaban a
solas con El a lugares apartados, ¿cómo iban a recordarlo todo?
Si estando Jesús con ellos y recordándoles continuamente las cosas
tanto les costaba hacerlas, vivir aquellas actitudes nuevas que de El iban
aprendiendo, seguían con aquellas ambiciones ocultas en su corazón que muchas
veces reaparecían, ¿cómo harían cuando El no estuviera con ellos? ¿Quién podría
darles seguridad de que lo que iban a hacer y enseñar lo harían con fidelidad a
la Buena Nueva que les había anunciado Jesús del Reino nuevo de Dios?
‘Cuando venga El, el Espíritu de la Verdad, que os enviaré desde el
Padre, os lo enseñará todo, os guiará hasta la verdad plena’. Era la
promesa de Jesús. Por eso les dirá más tarde que se queden en Jerusalén hasta
que se realice la promesa del Padre y entonces recibirán el Espíritu y habrán
de marchar por todo el mundo, porque han de ser testigos de esa verdad y de esa
salvación para que todo el que crea pueda alcanzar esa salvación.
Es la garantía con la que nosotros seguimos viviendo nuestra fe; es la
garantía del camino de la Iglesia. Algunos podrán pensar que eso de la fe nos
lo hemos inventado nosotros; algunos querrán acusar a la Iglesia que es una
manipuladora de poder y que se inventa sus normas y sus leyes para guardarse en
salud. Cosas así escuchamos en nuestro entorno; muchos verán a la iglesia como
si fuera uno más de los poderes de este mundo y que los hombres nos hemos
inventado.
Nosotros no lo vemos así, porque creemos en la Palabra de Jesús. Nosotros
tenemos una fe que reconocemos que es un don de Dios que como hermosa semilla
ha sembrado en nuestro corazón y que hace que tenga vida. Nosotros creemos en
esa fuerza y en esa asistencia del Espíritu de Dios que nos guía, que nos
ilumina, que conduce los caminos de la Iglesia. Nosotros creemos en la
asistencia del Espíritu que nos hace mantenernos en esa plenitud de Verdad que
es Cristo y su evangelio. Nosotros creemos en la Sabiduría de Dios que se nos
manifiesta en el Espíritu que nos recuerda y nos hace vivas en nuestros
corazones las Palabras de Jesús.
Con la fuerza del Espíritu la Iglesia camina en fidelidad. Si no fuera
esa fuerza y esa gracia del Espíritu hace tiempo ya que la Iglesia se hubiera
destruido a si misma, en las manos de
los hombres tentados a dejarnos arrastrar por nuestras ambiciones y llenos de
nuestra vanagloria. Si la Iglesia sigue caminando en fidelidad es por la fuerza
del Espíritu del Señor que la acompaña, la ilumina, la guía siempre hacia la
verdad plena.
Nos acercamos a la fiesta de Pentecostés y el Evangelio nos va
recordando las Palabras de Jesús que nos anuncian la venida del Espíritu. Oremos
y pidamos que el Espíritu nos ilumine, llene y transforme nuestros corazones
con el fuego de su amor.
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