Siempre
el evangelio es buena noticia para nosotros porque nos encontraremos con Jesús
la verdadera sabiduría y el verdadero camino de una vida en plenitud
Hechos de los apóstoles 13, 26-33; Sal 2;
Juan 14, 1-6
Un camino es como una puerta abierta
que siempre nos lleva a algo, a alguna parte, a algún lugar. Siento curiosidad
por los caminos; vivo en un isla con sus correspondientes limitaciones de
espacio pero siempre en nuestras andanzas nos podemos encontrar con un nuevo
camino, un camino que desconocíamos y sentimos la curiosidad por saber a donde
nos lleva, por descubrir lo que se ve más allá; atrevido me he metido por
muchos caminos en mi isla queriendo descubrir lugares, descubrir paisajes, ver
nuevas conexiones con otros lugares. Es una curiosidad que llevamos dentro,
pero que puede ser que no se quede solo en descubrir caminos topográficos sino
que puede ser imagen de algo más.
También decimos que se abre un camino
en nuestra vida cuando nos ofrecen un pensamiento que nos hace detenernos para
descubrir otros horizontes, otros planteamientos; también se abre un camino en
nuestra vida cuando en un determinado momento profundizamos en algo que quizá
ya de alguna manera conocíamos pero que ahora lo vemos con una nueva
perspectiva, con otra amplitud, o que nos hace meternos más en el misterio de
Dios para descubrir lo que el Señor nos ofrece para la vida.
Creo que ésta tendría que ser la sed
con que nosotros nos acercamos al evangelio, sedientos de algo más, sedientos
de un sabor nuevo, sedientos de una hondura que muchas veces en nuestras
carreras y en nuestra superficialidad no le damos. Cuidado pasemos por el
evangelio, como se suele decir, como perro por viña vendimiada, donde piensa
que ya no va a encontrar nada nuevo, nada que nos pueda dar un nuevo impulso a
la vida.
Por esa imagen de la viña vendimiada
que me ha venido a la mente, recuerdo que de chico rebuscábamos en las viñas ya
vendimiadas y siempre encontrábamos un nuevo racimo, muchas veces más hermoso y
que cuando lo comíamos parecía que hasta sabía mejor. Así en esa búsqueda
tenemos que acercarnos siempre al evangelio, porque la riqueza de la palabra de
Dios es muy grande y siempre habrá un sabor nuevo que podemos encontrar para
darle a nuestra vida.
Nunca podemos decir ante una página del
evangelio eso ya me lo sé, ya lo conozco. Siempre es evangelio para nosotros y
no olvidemos que evangelio significa buena noticia, y las noticias son siempre
cosas nuevas. Así con esa apertura del corazón tenemos que acercarnos a la
Palabra de Dios.
Las palabras que hoy escuchamos forman
parte del discurso de la última cena de Jesús donde en primer lugar quiere
alentar su esperanza. ‘Hay muchas estancias, me voy a prepararos sitio, os
llevaré conmigo para que donde yo esté, estéis también vosotros’. Y surge la
pregunta en los discípulos de cómo ir al Padre, que es la meta que Jesús les
propone, nos propone. ‘A donde yo voy ya sabéis el camino’, les dice
Jesús. Y como los discípulos no acaban de entender termina afirmando ‘yo soy
el Camino, y la Verdad, y la Vida, nadie va al Padre sino por mí’.
Jesús el camino que nos lleva al Padre.
Hablábamos al principio de caminos en muchos sentidos. Ahora nos encontramos
con el camino de verdad y que no es otro que Jesús mismo. Es el camino que de
verdad tenemos que buscar, es el camino que tenemos que hacer, es el camino que
se convierte en el sentido de nuestra vida, es el camino que nos lleva siempre
a la plenitud. Por eso al mismo tiempo nos dice que es la Verdad y que es la
Vida. No hay otra luz ni otra sabiduría.
No hay ninguna otra cosa que nos lleve
la Vida en plenitud, cómo tenemos que preocuparnos de conocer a Jesús, de
empaparnos de su evangelio, de dejarnos inundar por su vida. En nuestro camino
pascual que vamos realizando es en eso en lo que tenemos que profundizar y
hacer vida en nosotros.
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