La
riqueza de la imagen del Buen Pastor nos hace ver a tantos que son signos de
ese amor de Dios en nuestras vidas y a serlo nosotros también para los demás
Hechos de los Apóstoles 4, 8-12; Sal. 117;
1Juan 3, 1-2; Juan 10, 11-18
Pudiera sucedernos que en ciertos
ambientes sobre todo urbanos cueste entender en todo su sentido las imágenes
que nos ofrece hoy el evangelio; quizá en muchos ambientes urbanos, muy
diferente a la vida en el campo, todo el contacto que tengamos con los animales
sean las mascotas que tengamos en casa, pero pienso que esa experiencia también
pudiera ayudarnos.
Hoy nos habla del pastor que conoce a
sus ovejas y sus ovejas lo conocen a él, que incluso las conoce por su nombre,
porque es costumbre entre nuestros ganaderos el que le pongan nombre a los
animales que están a su cuidado; recuerdo de niño los variopintos nombres con que
mi padre llamaba a las vacas sobre todo cuando estaba realizando labores con
ellas en el campo. Desde esa experiencia urbana que tenemos con nuestras
mascotas, también le ponemos nombre por el que nos responden cuando las
llamamos y bien tenemos la experiencia de cómo nos conocen a nuestra llegada a
casa y salen gozosos a nuestro encuentro y como nos buscan y se gozan con
nuestra presencia. Como solemos decir cómo nos son fieles y leales y cómo nos
quieren.
Es la riqueza de la imagen del pastor y
de sus ovejas, de su rebaño, que aunque sean muchas él las conoce de la misma
manera que ellas le conocen y escuchan su voz para seguirle. Pero es además la
imagen del pastor que está con sus ovejas, que las cuida y no las abandona sea
cual sea la circunstancia en que se encuentre. Es esa imagen muy bucólica, si
os parece, pero donde vemos al pastor rodeado de su rebaño, que camina a su
lado, que se deja conducir a la menor señal o silbido, que carga sobre sus
hombros la oveja herida o que va a buscar a la perdida alejándola del peligro y
ayudándole a caminar junto con todo el rebaño.
Pudiera parecer que nos extendemos
mucho en estas descripciones pero que es muy importante tener en cuenta para
comprender toda la dimensión que Jesús quiere darnos de su imagen de Buen
Pastor. No nos olvida el Señor, no nos deja ni nos abandona aunque nosotros
vayamos tantas veces errantes y errando por los caminos de la vida. Quiere
hacernos sentir su presencia y la gracia que nos fortalece, nos ofrece el
alimento de su Palabra, pero aun más se nos da El mismo como comida y alimento
de nuestra vida. Tenemos que saber descubrir esa cercanía de Dios que se hace
presente en nuestra vida a través de tantos signos y señales.
En este domingo del Buen Pastor para
comprender toda la hondura de esta imagen tenemos que saber descubrir a esas
personas que Dios va poniendo a nuestro lado en los caminos de la vida y que
con su atención y su cercanía, con su escucha caminando a nuestro lado o con el
sabio consejo o humilde palabra de orientación, con su servicio desinteresado…
nos tienden la mano cuando lo necesitamos o incluso nos sirven de muleta de
apoyo en la debilidad de nuestro caminar, y están siendo para nosotros signos
de ese Buen Pastor.
Cada uno recuerda agradecido ese
momento en que parecía que nos hundíamos en nuestros tropiezos, en las
dificultades que encontrábamos en la vida, en la desorientación en que nos encontrábamos
en momentos oscuros por los que siempre todos hemos pasado alguna vez, en la
torpeza de nuestros errores o en el agobio de los problemas que parecía que no
faltaban, y apareció una mano generosa que se tendió hacia nosotros, una voz
que era palabra de ánimo, una luz que nos hizo ver con más claridad lo que nos
parecía todo oscuro. Seguro que recordamos a esas personas que nos levantaron
el ánimo, que nos dieron esperanzas en nuestras luchas, que pusieron de nuevo ilusión
en nuestro corazón. Han sido y son señales y signos de Dios, Buen Pastor que
nos cuida y que nos ama.
Claro que tenemos que pensar también en
aquellos que como pastores del pueblo de Dios, en nombre de Cristo, nuestro
Buen Pastor, están en la Iglesia con esa función y con ese ministerio desde una
llamada y una consagración especial. Hoy es un día muy especial para pensar en
nuestros sacerdotes y cuantos ejercen el ministerio en la Iglesia de Dios
porque son esos pastores que Cristo ha puesto a nuestro lado, para que caminen
a nuestro lado con nosotros, para que nos ofrezcan la riqueza de la Palabra de
Dios, para que nos hagan llegar la gracia del Señor a través de los
sacramentos. A ellos tenemos que mirar agradecidos por su ministerio y por
ellos hemos de saber elevar nuestra oracion al Señor.
Hoy es un día especial para pedir al
Señor que sean muchos los llamados que respondan a la voz del Señor para
ejercer el ministerio en bien de la Iglesia y del mundo. Un día especial de
oración por las vocaciones.
Pero no me quiero quedar aquí sino que
pienso en la respuesta que cada uno de nosotros ha de dar a esta buena nueva
del Evangelio. ¿No tendríamos que ser cada uno de nosotros signos del amor de
Dios desde las actitudes de escucha, de acogida, de cercanía, de servicio, de
luminosidad que tengamos hacia los demás? Una palabra, un gesto, un detalle,
una mirada, una sonrisa, una mano sobre el hombro de alguien que se va
tambaleando a nuestro lado puede ayudarlo a levantarse y a ver la vida con una
nueva ilusión.
No neguemos nunca ese gesto bueno hacia
el otro e iremos logrando que todos seamos un poco más felices. Podemos y
tenemos que ser signos y señales del amor de Dios en medio de nuestro mundo.
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