Nos ofrece Jesús el Pan de vida eterna que nos saciará para siempre y dará plenitud de sentido a cuanto hacemos y vivimos
Hechos 8, l-8; Sal 65; Juan 6,
35-40
Hay panes que por mucho que comamos no nos sentimos saciados nunca.
Claro que podemos entender esto que estoy diciendo y no refiriéndonos
simplemente al pan o la comida material. Hablar aquí y ahora de pan es
referirnos a tantas propuestas que se nos ofrecen de un lado y de otro, tantos
caminos que nos dicen que nos conducen a la felicidad, tantas ideas o
pensamientos que se nos ofrecen como la ultima solución a todos los problemas.
No todo nos satisface por muy adornado que se nos presente. Tantas cosas que
son efímeras y caducas cuando en el fondo de nosotros mismos ansiamos algo que
nos llene de plenitud. ¿Dónde podemos encontrarlo? ¿Quién nos puede ofrecer
realmente algo que dé plenitud a nuestra vida?
Hoy Jesús en el evangelio nos dice que El sí puede darnos un pan que
nos sacie plenamente. Los judíos que le escuchaban y que había comido en la
tarde anterior aquel pan multiplicado milagrosamente allá en el descampado,
como se habían visto sin panes, estaban pidiéndole que les diera siempre de ese
pan. ¿Así no tendrían que trabajar porque ya tenían resuelto el tema de la
comida para siempre? Pero no era eso precisamente lo que Jesús quería
ofrecerles.
Aquello sucedido en el desierto era una señal, un signo de lo nuevo
que Jesús quería ofrecernos para su vida. En verdad Jesús sí quiere llenar
nuestra vida de plenitud. Para eso se nos ofrece El mismo, comerle a El era en
verdad aceptarle y creer en El, comerle a El era en verdad llenarnos del
sentido de su vida que nos introduciría por caminos nuevos de resurrección y de
vida para siempre, comerle a El era llenarnos de su vida.
Solemos decir que comulgamos con alguien cuando estamos totalmente de
acuerdo con él, con sus ideas y su pensamiento, con su manera de actuar y de
hacer las cosas, con el sentido que él le da a su vida. Cristo nos invita a que
le comamos porque para eso El se hace pan de vida, para que comiéndole no
tengamos hambre nunca más, para que comiéndole y llenándonos de su vida
tengamos vida para siempre, para que comiéndole ya para siempre nuestro vivir
sea el de Cristo, nuestro pensamiento, nuestro actuar, nuestra manera de ser
esté ya para siempre empapado del sentido de Cristo.
Escuchemos directamente las palabras de Jesús y rumiémoslas en nuestro
corazón. ‘o soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el
que cree en mí nunca pasará sed…’ Nos
pide Jesús que creamos en El, que pongamos toda nuestra fe El, nos confiemos de
su Palabra y actuemos en consecuencia. ‘Esta es la voluntad de mi Padre:
que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré
en el último día’, nos viene a decir.
Busquemos a Jesús porque en verdad
queremos vivirle; busquemos a Jesús y que cada día lo conozcamos más, nos
impregnemos de su palabra; busquemos a Jesús para caminar a su paso, para
realizar sus mismas obras, para tener la certeza de que en El tendremos vida
para siempre. En El nunca nos sentiremos defraudados. Comiendo de su pan nos
sentiremos en verdad saciados para siempre porque nos llenamos de vida eterna.
Cierto es el Pan de Nuestro Señor. Ya se me había olvidado el verdadero significado de la Comunión. Bendito sea Dios.
ResponderEliminarFélix C.