No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado…
Las promesas de Dios siempre tienen su cumplimiento.
Dios es fiel a sus promesas. Lo anunciado desde el principio comienza a
realizarse. Dios siempre escucha las oraciones de los humildes.
‘No temas, Zacarías,
porque tu ruego ha sido escuchado…’
son las palabras con las que le saluda el ángel del Señor cuando se le
manifiesta allá en el templo junto al altar de incienso. ‘La muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del
incienso’, nos relata el evangelista. Pero intensa había sido la oración de
aquel anciano sacerdote en su deseo de tener un hijo. Es a lo que ahora le
responde el ángel de Dios.
Es humilde. No sabe qué decir. No se le ocurre decir
sino preguntarse ‘¿Cómo estaré seguro de
eso? Porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada’. Preguntas lógicas
quizá cuando no se ha terminado de creer que ‘para Dios nada hay imposible’, como luego el mismo ángel le dirá a
María. Y el ángel le da pruebas, aunque le resulten dolorosas. Pero la palabra
del Señor se cumplirá. ‘Días después
concibió Isabel, su mujer’, terminará diciéndonos el evangelista.
Que se mantenga viva nuestra esperanza. Viene el Señor
para que se manifieste su misericordia, como cantará más tarde Zacarías. Viene
el Señor y nosotros mantenemos viva nuestra esperanza. Nos queda la oración,
como la de aquel pueblo que ‘pueblo
estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso’; como Zacarías que
una y otra vez había implorado al Señor; cómo sería de intensa su oración en
aquel momento en que se había acercado al altar del Señor para hacer la ofrenda
del incienso.
Que así nos preparemos para la venida del Señor. Es el
camino de adviento que vamos haciendo. Son los caminos de nuestra vida siempre
llenos de esperanza y abiertos a lo que es la voluntad del Señor. Es el camino
que siempre vamos haciendo buscando la salvación y la gracia del Señor.
Que lleguemos a sentir en lo hondo de nuestro corazón
como dichas a nosotros las palabras que le dirigió el ángel al anciano Zacarías.
Es nuestro consuelo y nuestra esperanza.
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