La vida está llena de signos y señales, con mirada de esperanza descubramos las señales del Reino de Dios en tanto bueno que podemos contemplar a nuestro alrededor
Joel 1,13-15; 2,1-2; Salmo 9; Lucas 11,15-26
La vida de cada día está rodeada de signos y de señales que nos indican caminos, que nos señalan sendas de vida, que amplían horizontes, que nos hacen comprender cuanto nos sucede o que nos plantean interrogantes.
Cuando hablamos de signos o de señales pensamos, por ejemplo, en nuestras carreteras; tenemos que conocer las señales que vamos encontrando que nos señalan direcciones o que nos indican cómo hemos de conducir por esas vías; tenemos que saber leerlas a tiempo e interpretarlas porque de eso va a depender nuestra manera de circular, de evitar los peligros que podamos encontrar, o de darnos pista para que hagamos más agradable nuestro viaje.
Pero los signos no son solo las señales de tráfico de nuestras carreteras, calles o caminos; son los signos que encontramos en la vida, desde lo que podamos leer e interpretar de la manera de actuar de los que caminan a nuestro lado, o desde los acontecimientos de todo tipo que suceden en el mundo en que vivimos, ya sea nuestro entorno cercano, o ya sea acontecimientos de carácter más universal. Signos y señales que nos indicarán el sentido del vivir de tantos o los derroteros por donde anda nuestro mundo.
Tenemos la tendencia de fijarnos en lo que suene a catastrófico, de resaltar aspectos negativos que encontremos en nuestra sociedad que nos lleva a hacer unas determinadas lecturas de cuanto sucede, de dejarnos envolver muchas veces por el pesimismo porque no puede parecer todo tan negativo; es cierto que no todo son luces, pero también podemos encontrar luces y buen colorido en muchas cosas que nos manifiestan un despertar de la solidaridad, de búsqueda del bien común, de deseos de paz y de señales aunque en ocasiones nos puedan parecer imperceptibles de una paz que poco a poco se va construyendo.
¿Detrás de cuanto sucede no podemos encontrar alguna luz de algo nuevo y esperanzador? Creo que tendría que ser por donde tendría que ir nuestra lectura de la vida y la interpretación que hemos de hacer de los acontecimientos que se suceden. Siempre podemos encontrar esa luz, siempre tenemos que saber encontrar esa luz, dejando a un lado la tendencia a los catastrofismos y a las lecturas negativas y pesimistas. Nosotros los cristianos tenemos que ser los hombres y mujeres de la esperanza, y desde esa esperanza confiamos en la presencia del Señor en cuanto nos sucede y cómo Él quiere hablarnos también desde cuanto nos sucede.
Nos choca hoy en el texto del Evangelio que se nos propone aquella interpretación que hacían algunos de los signos y milagros que Jesús realizaba cuando se los atribuyen al poder de Satanás. Jesús nos habla de un reino dividido que no puede subsistir para señalarnos la incongruencia de los que así pensaban. Querían pedir después de lo que estaban viendo un nuevo signo del actuar de Dios cuando estaban tan ciegos que no sabían ver e interpretar las obras de Jesús.
Pero ¿no será lo que de alguna manera nos sucede a nosotros cuando andamos tan pesimistas en la vida y no somos capaces de ver esas señales de Dios que se van manifestando? Y todavía queremos seguir pidiendo milagros, o corremos de un lado para otro cuando sucede algo extraordinario. Seamos capaces de ver esas señales de Dios que se nos manifiestan en lo pequeño y en lo sencillo.
Como decíamos antes aun con todas las negruras que podamos apreciar hay bonitos signos en muchos donde se manifiesta la solidaridad, hay un despertar de las conciencias buscando mayor justicia, hay mucha gente intranquila con tanta violencia y acritud en nuestras relaciones y están buscando formas nuevas de construir esa paz y esa armonía entre todos, hay un deseo de salvaguardar la naturaleza y de cuidar nuestro entorno.
¿No podemos ver ahí señales de algo nuevo que va surgiendo en nuestro mundo? ¿No tenemos que estar ahí también los cristianos y poner también nuestra propia nota de humanidad y de amor, porque nos sentimos llenos del amor de Dios? ¿No tendríamos que convertir todo eso y ver en ello señales del Reino de Dios por el que nosotros hemos de luchar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario