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jueves, 3 de octubre de 2013

Las obras de nuestra fe y nuestro amor manifiestan al mundo el Reino de Dios

Nehemías, 8, 1-12; Sal. 18; Lc. 10, 1-12
‘Designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante de dos en dos, a todos los lugares donde pensaba ir El’. Un día había elegido a doce de entre los discípulos, llamándolos uno por uno y por su nombre, a los que constituyó Apóstoles y los tenía junto a sí porque un día había de enviarlos por el mundo entero anunciando el Evangelio. 
Ahora entre la multitud de los que le siguen designa a setenta y dos y los envía por delante con una misión especial. ¿Cuál es la misión con los que ahora envía a estos setenta y dos? Han de ir anunciando que el Reino de Dios está cerca. Sean aceptados o no sean aceptados ese es el anuncio que han de realizar. ‘De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’, han de anunciar.
‘La mies es abundante, los obreros pocos; rogad pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies’. Y les previene: ‘Mirad que os mando como ovejas en medio de lobos’. La tarea no ha de ser fácil. Es mucho el campo que tienen por delante; pero ya les está indicando donde está su fuerza. ‘Rogad al dueño de la mies…’ Y no solo la tarea es inmensa y son pocos los obreros, sino que además se van a ver zarandeados ‘como ovejas en medio de lobos’. Pero esa invitación a la oración que les está haciendo ya les está indicando que no se van a sentir nunca solos.
Llama la atención la manera de hacer el envío. ‘Poneos en camino’, les dice. ¿Qué han de llevar en sus manos? No van a confiar en medios humanos. Me vais a permitir que os lo diga así, pero no pone en sus manos una tablet, ni unos modernos medios de comunicación, ni unas redes sociales de internet, ni abundancia de medios y de recursos. La confianza y la fortaleza de la tarea la han de poner en el Dueño de la mies a quien han de orar para sentir para siempre su fortaleza. Cuánto nos enseña esto para la manera de hacer el anuncio del Evangelio.
Por eso les habla del desprendimiento con que han de ir a cumplir con su misión. ‘No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias…’ No son los medios humanos los que van a dar eficacia a su misión. Su desprendimiento de medios o recursos humanos manifiesta la confianza absoluta puesta en Dios. No será por la fuerza de lo humano por lo que se va a imponer el Reino de Dios, sino desde la fuerza misma de la Palabra de Dios anunciada y proclamada. Es el mensaje de la paz que han de ir haciendo.
Con ellos el mensaje de la paz y el anuncio del Reino. Es el Reino de Dios el que anuncian. Es comenzar por reconocer que nuestro único Rey y Señor es nuestro Dios. Ese es el único señorío que puede haber sobre el hombre, Dios. Por eso lo primero que han de expresar no solo con sus palabras sino con sus actitudes más profundas y con la manera de presentarse es esa confianza absoluta en el poder del Señor.
Lo que van a pedir a los que crean y acepten el Reino de Dios en esas actitudes y valores nuevos que han de vivir, han de manifestarlo los enviados en la manera de hacer el anuncio y con su propia vida. Es el testimonio de que vivimos el Reino de Dios, de que lo tenemos realizado en nuestra propia vida, la mejor predicación y anuncio que de él podemos hacer. Ha de hablar nuestra vida, no solo las palabras que salgan de nuestros labios.
Y con ese anuncio las señales del Reino que manifiesten que todo mal ha de ser vencido. ‘Si os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: el Reino de Dios está cerca de vosotros’. Está cerca porque ya se está manifestando en ese nuevo compartir; está cerca y como señales la curación de los enfermos, que no son solo las enfermedades físicas, sino que es la transformación de los corazones que se va realizando.
Es lo que nosotros también tenemos que ir haciendo. Es el anuncio del Reino de Dios y de la paz que hemos de proclamar entre los que nos rodean. Son las señales que nosotros también hemos de dar con nuestra vida de que en verdad vivimos el Reino reconociendo con nuestra forma de vivir que Dios es el único Señor de nuestra vida.
De ahí el desprendimiento generoso con que hemos de vivir nuestra vida, la confianza total que hemos de poner en todo momento en Dios, la paz que ha de irradiar de nosotros allá donde estemos y la manifestación que en verdad nos hemos dejado transformar desde lo más hondo de nosotros por la presencia del Señor. Que las obras de nuestra fe y nuestro amor manifiesten al mundo el Reino de Dios. 

1 comentario:


  1. seamos obediente aunque en el camino o pueblo
    nos consigamos con lobos debemos de cumplir lo
    mandado por el Señor. paz, salud y bien...

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