Tenemos
que escuchar la voz de Dios que nos llega de mil maneras – esta semilla también
es resonancia de esa voz de Dios - invitándonos a ser operarios de su mies
Génesis 32, 23-33; Salmo 16; Mateo
9,32-38
¿Cuánta gente necesitamos para hacer
eso? Es quizás una pregunta que surge cuando nos presentan un proyecto de gran
envergadura y para el que necesitaríamos muchas cosas para poder realizarlo.
Pensamos sí en lo que cuesta, pensamos en como mejor entender ese plan o ese
proyecto que nos presentan, pensamos con cuantos podríamos contar para poderlo
llevar a cabo, no solo en el sentido de la cantidad, sino en el sentido de la
capacidad y la fuerza para llevarlo adelante. Humanamente siempre nos estamos
haciendo cálculos, estudiando posibilidades, viendo si somos capaces de llevar
a término aquello que nos proponemos.
Válganos en principio esta primera
reflexión para una profundización y una preparación para cuanto en la vida
tenemos que realizar, con valentía y sin miedos, siendo capaces de arriesgarnos
y poniendo toda nuestra confianza en ello también.
Pero cuanto este principio de reflexión
me estoy haciendo estos planteamientos me los hago también en referencia a lo
que hoy nos cuenta el evangelista. Parte de la curación de un hombre poseído
por el mal, un endemoniado como es el lenguaje de aquel tiempo y del relato del
evangelio. Admiración por parte de la gente, que no ha visto nunca cosa igual,
como se dicen. Recorrido de Jesús que nos hace el evangelista por todos
aquellos lugares de Galilea donde Jesús va anunciando el Reino pero también
donde señales del mismo con los signos,
los milagros que iba realizando. Multitudes que se agolpan en torno a Jesús,
que podríamos decir, se ve desbordado. Confidencia del corazón de Cristo a
aquellos primeros discípulos que le siguen más de cerca. Mucha gente,
multitudes a las que ve Jesús como abandonados, como ovejas sin pastor,
ansiosas de algo nuevo y distinto, queriendo escuchar lo que Jesús les propone.
‘La mies es abundante y los obreros
pocos’. Grande es la tarea, pero no es tarea para uno solo; Jesús sabe que
El es el Redentor, el Mesías Salvador, pero su mensaje de salvación ha de
llegar a todos. ‘Rogad al dueño de la mies que envíe operarios a su mies’.
Pero os confieso algo, no me quedo en
el allá del relato del evangelio, en aquel tiempo, sino quiero mirar este
tiempo, el aquí y ahora y comienzo a mirar alrededor. Camino por las calles y
caminos de mi pueblo y pienso en tanta gente repartida, por así decirlo, por un
lado o por otro; ayer mismo atravesaba en mi paseo lugares por los que hace
tiempo no pasaba y notaba el cambio, el aumento de la población, la cantidad de
nuevas viviendas, lo que significa cuánta gente habita en ellas.
Y pensaba, ¿cómo está llegando el
evangelio a todos estos lugares? Probablemente la mayoría de esas personas
están bautizadas, cuando llega la fiesta del pueblo, de la Virgen o del Santo
de su devoción probablemente participaran en muchos de los actos de esas
fiestas, pero ¿con eso solo podemos decir que está calando en sus corazones el
sentido cristiano de la vida?, ¿habrá calado el evangelio en sus corazones?
¿Cómo estamos haciendo presente el Reino de Dios en esos lugares, cómo llega la
voz de la Palabra de Dios a todos esos hogares?
‘La mies es abundante…’ los campos de trabajo son amplios, muchas son las
multitudes que de una forma u otra están en la cercanía de nuestras iglesias o
tienen alguna conexión en ocasiones con los actos religiosos que organizamos y
vivimos, pero ¿nos podemos contentar con solo eso? ¿Cuántos son los que desde
nuestras comunidades sienten la inquietud por participar en la acción pastoral
de la Iglesia? ¿Qué estamos haciendo en este sentido?
‘Rogad al dueño de la mies que envíe
operarios a su mies’. Tenemos que orar, pero tenemos también que comprometernos,
tenemos que saber escuchar esa voz de Dios que nos llega de mil maneras – esta reflexión
que nos estamos haciendo puede ser también una resonancia de esa voz de Dios -
invitándonos a que nosotros seamos operarios de su mies. ¿Sentiremos en verdad
inquietud por todo esto, por la obra que la Iglesia tiene que estar haciendo
hoy en medio de nuestro mundo y que sea lo más parecida a lo que vemos en el
evangelio?
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