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sábado, 2 de noviembre de 2024

Pongamos nuestra fe en Jesús y no se nos romperá la vida ni será un vacío, nuestra vida tendrá un sentido de plenitud porque sabemos que en Dios tendremos vida en plenitud

 


Pongamos nuestra fe en Jesús y no se nos romperá la vida ni será un vacío, nuestra vida tendrá un sentido de plenitud porque sabemos que en Dios tendremos vida en plenitud

Apocalipsis 21, 1-5a. 6b-7; Salmo 24; Filipenses 3, 20-21; Juan 11, 17-27

Todos habremos pasado en algún momento de nuestra existencia por esa ruptura del alma que ha significado la muerte del padre o de la madre, o de algún ser querido, por esos vacíos que quedan en el alma por la ausencia de los seres queridos, y aunque hayamos querido remendar esos rotos del alma sustituyéndolos con otros cariños, o de alguna manera olvidar esas ausencias, sin embargo no podemos quedarnos en el estoicismos de la indiferencia ante ese hecho de la muerte. Muchas preguntas quedan siempre pendientes, muchos interrogantes que lanzamos al cielo o que nos remuerden en nuestro interior para los que queremos una respuesta, que muchas veces se nos hace difícil encontrar.

En nosotros hay un ansia de vida y de vida en plenitud, todo eso bueno de lo que ahora podemos disfrutar tenemos el deseo de vivirlo sin sombras que lo palidezcan, porque queremos encontrar un sentido, saber de donde venimos y a donde vamos, qué valor tienen los pasos que vamos dando aquí en la tierra, y tenemos los deseos de una continuidad que no queremos ver rota con la muerte. Nuestra fe en Jesús nos ayuda a encontrar esa respuesta y ese sentido.

En el evangelio que habitualmente se nos proclama en esta conmemoración de los fieles difuntos que hoy celebramos se nos habla de una familia rota también por la muerte de uno de sus miembros, aparecen las quejas del alma de quienes no entienden esa ruptura de la vida y quejas que van dirigidas a Jesús, porque según aquellas mujeres, no supo estar a tiempo en aquellos momentos. Cuando llegó, ya Lázaro llevaba cuatro días enterrado, y ellas pensaban que si Jesús hubiera estado allí eso no habría sucedido.

Pero tenemos que leer y escuchar con atención este evangelio; sí, es evangelio, sigue siendo buena noticia para nosotros hoy, sigue siendo buena noticia para aquellos que sufren la ruptura y el vacío de la muerte; es anuncio de vida para nosotros hoy, como lo fue para aquella familia de Betania que a pesar de todo seguía creyendo en Jesús, poniendo su confianza en Jesús y en su Palabra.

‘Tu hermano resucitará’, les dice Jesús. En ellas estaba su fe y su esperanza en la trascendencia final de la vida, pero Jesús quiere ayudarles a descubrir algo más. No solo es cuestión de restitución de la vida mortal lo que Jesús les está ofreciendo. Les habla de quien cree en El tendrá vida para siempre. La vida no se queda reducida a los pasos inseguros que podamos dar por los caminos de esta tierra, Jesús nos habla de otra vida más hondo que dará valor a esos pasos, que nos dará fuerza para esos pasos en los que muchas veces nos podamos sentir inseguros y vacilantes, nos habla del valor nuevo que va a tener nuestra vida cuando dejemos que sea la vida de Jesús la que llene nuestra vida. Y todo eso con valor de eternidad.

¿Qué es lo que le va a dar valor a esos pasos, nos va a dar fuerza para nuestro camino, hará que no sintamos que nuestra vida sea un vacío? Sigamos a Jesús, vivamos lo que Jesús nos ofrece, llenemos desde el amor de sentido nuestra vida, la responsabilidad con que vivimos la vida de cada día la hará fecunda y comenzarán a florecer los frutos del amor, de la amistad verdadera, de la paz y armonía en la convivencia, de unas relaciones justas entre unos y otros, de la verdad que dará autenticidad a nuestra existencia. Será una huella hermosa la que iremos dejando, será un oloroso perfume con que hagamos más agradable nuestro mundo, aparecerá la fecundidad de una vida que se prolonga en quienes vienen tras nosotros en ese camino y en cuantos nos rodean.

Hoy Jesús nos dice que creamos en El y tendremos vida eterna. Pongamos nuestra fe en Jesús y no se nos romperá la vida ni nos llenaremos de vacíos, nuestra vida tendrá un sentido de plenitud distinta, no temeremos la muerte porque sabemos que en Dios tendremos vida en plenitud.

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