La fiesta de la Cátedra de san Pedro que hoy celebramos nos invita a vivir en comunión con Papa y con toda la Iglesia universal escuchando la Palabra que nos guía
1Pedro 5, 1-4; Sal 22; Mateo 16, 13-19
Hoy es una fiesta litúrgica muy especial para toda la Iglesia aunque
con especial relevancia en la Iglesia de Roma. Es por eso por lo que hemos
vuelto a escuchar el evangelio que recientemente se nos ha ofrecido en la
liturgia de cada día del tiempo ordinario. Hoy es la fiesta llamada así de la ‘Cátedra
de san Pedro’.
¿Qué significado tiene? La cátedra es la sede desde la que enseña el
maestro, el catedrático. Algo así como la silla donde se sienta para impartir
con autoridad su enseñanza. Para que un poco nos entendamos recordemos que los
profesores titulares, podríamos llamarlos así, de una universidad son los
catedráticos, tienen cátedra, tienen la autoridad de la enseñanza porque así se
le reconoce siendo así algo más que un titulo, porque es la autoridad de su
saber, de su enseñanza.

Antes de la reforma del calendario litúrgico tras el concilio Vaticano
II había dos fiestas de la Cátedra de Pedro, una celebrada en este día 22 de
Febrero que era la llamada Cátedra de Antioquia, y el 18 de enero se celebraba
la Cátedra de Roma. Se unificaron en una sola celebración en este día sin mención
especial al lugar sino al hecho de la Cátedra.

Pero centrémonos en lo que ha de significar esta fiesta y celebración
en nuestra vida cristiana. Una invitación a la comunión, porque nos sentimos
una Iglesia de Cristo que en comunión con el Papa y todos los Obispos,
sucesores de Pedro y de todos los apóstoles conformamos la Iglesia de Cristo
sobre la tierra. Una invitación a dejarnos conducir y a dejarnos guiar,
manteniendo íntegra nuestra fe, alimentando ese amor de comunión en la
celebración de la Eucaristía y de todos los sacramentos, dejándonos iluminar
por la Palabra de Dios que con toda fidelidad nos transmite la Iglesia. Sabemos
que la Iglesia está asistida por la fuerza del Espíritu del Señor que nos
prometió que estaría siempre con nosotros hasta el final de los tiempos.
Esa Iglesia que conformamos todos los que creemos en Cristo como
nuestro Salvador, aunque en medio de debilidades y también muchas veces
oscuridades queremos mantener íntegra nuestra fe y nuestro amor. Porque
confiamos en la asistencia y fuerza del Espíritu nos sentimos seguros en nuestro
caminar y nos sentimos fortalecidos para el amor y para la comunión. Es una invitación
a que nos sintamos Iglesia, a que amemos a la Iglesia como cosa nuestra que es,
a que con orgullo nos manifestemos también como miembros de esa Iglesia y la
defendamos también cuando es necesario.
Es ese espíritu de comunión el que nos hace escuchar con toda atención
y amor la enseñanza de la Iglesia que nos llega por el ministerio del Papa y de
los Obispos. Prestemos atención a su palabra, a su enseñanza.