Quédate, con nosotros
Cuando en esta
tarde de jueves Santo hemos llevado el sacramento del Cuerpo de Cristo al
monumento Eucarístico te hemos querido decir una vez más ‘quédate con nosotros Señor’.
Quédate con
nosotros que te necesitamos, nuestra vida sin ti es una vida sin luz,
demasiadas veces caminamos por la vida al tuntuneo sin saber muchas veces a
donde vamos cuando queremos hacer el camino por nosotros mismos y sin contar contigo;
quédate con nosotros porque eres nuestro aliento y nuestra fuerza, para que se
despierte de nuevo intensamente nuestra fe en medio de las dudas y oscuridades
que nos van apareciendo en la vida.
Quédate con
nosotros porque queremos tu luz, queremos que estés con nosotros para que nos
arda de nuevo el corazón cuando escuchamos tu palabra; no queremos volver a
sufrir la soledad de tu ausencia, sabemos que tú no nos fallas, somos nosotros
los que tantas veces nos apartamos para hacer nuestra vida por nuestra cuenta;
quédate con nosotros para que aprendamos a saborear tu presencia.
Quédate con
nosotros en este mundo que estamos convirtiendo en un desierto porque poco a
poco lo vamos destruyendo; que tu presencia sea como un rocío que nos haga
reverdecer de vida, haciendo desaparecer vacíos y sequedades, despertando
humanidad en nuestros corazones para que surjan de nuevo brotes que hagan
florecer la alegría y la esperanza.
Quédate con
nosotros, tú que eres Príncipe de la Paz para que de nuevo encontremos caminos
de reconciliación que nos hagan olvidar tanta violencia en la que nos vemos
envueltos, tantas palabras agresivas e hirientes que ya parecen normales en las
conversaciones, tantas posturas intransigentes que se convierten en abismos
insalvables que ponen distancias en el trato entre unos y otros.
Quédate con
nosotros Señor porque te necesitamos a nuestro lado para abrirnos a caminos de
reconciliación y de reencuentro que en nuestro orgullo tan difíciles se nos
hacen.
Quédate con
nosotros para que sintamos paz en nuestro corazón y reaparezca la alegría en
nuestra vida, para superar tensiones y malos entendimientos, para que los
recelos y las envidias no pongan nubes en nuestra mente que nos implican ver
con claridad las luces de las buenas obras de los demás.
Quédate con
nosotros para gozarnos en tu amor y tu misericordia, sintamos el gozo del
perdón que nos ofreces y con la misma generosa alegría seamos también capaces de
ser compasivos y misericordiosos con los que tropiezan a nuestro lado.
Quédate con
nosotros para que los sufrimientos que tantas veces nos aparecen en la vida con
enfermedades y con soledades no nos hagan perder el sentido de la vida a pesar
de todo y la esperanza de que algo nuevo puede brotar de nuevo en nosotros.
Quédate con
nosotros, Señor, que el atardecer de la vida no nos llene de oscuridad e
incertidumbre porque tú siempre eres nuestra luz y nuestra esperanza de un
nuevo amanecer.