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lunes, 17 de febrero de 2025

Sepamos entrar en un diálogo de amor que no pide explicaciones ni lleva a la crispación, que buscar la sabiduría del Espíritu y nos conduce al entendimiento y la paz

 


Sepamos entrar en un diálogo de amor que no pide explicaciones ni lleva a la crispación, que buscar la sabiduría del Espíritu y nos conduce al entendimiento y la paz

Génesis 4,1-15.25; Salmo 49; Marcos 8, 11-13

Hay personas a las que por muchas explicaciones que les demos nunca escucharán lo que les decimos; y son los que mas explicaciones nos piden, pero no escuchan, no entran en razones porque solo tienen en la mente sus ideas. Cuánto en este sentido habremos visto en discusiones por cualquier cosa, cuanto vemos en la vida social cuando cada uno desde su ideología se cree poseedor de la verdad absoluta; así contemplamos la crispación que se va creando en nuestra sociedad, porque además quienes tendrían que darnos ejemplo de diálogo y de búsqueda de caminos más se aferran a sus ideas y no solo no escuchan sino que tratan de descalificar a los adversarios aumentando la tensión; y ya sabemos cómo.

Lo estamos contemplando en el evangelio, en la postura de los que no quieren aceptar el mensaje de Jesús; les resultaba molesto y andaban siempre buscando explicaciones que les pudieran favorecer, pidiendo continuamente pruebas cuando solamente tenían que contemplar el actuar de Jesús. Como Jesús mismo replicará cuando le piden explicaciones ante el tribunal del Sanedrín nos dirá que El siempre ha hablado y actuado en público, que pregunten a quienes han querido escucharle que les podrán dar todas las explicaciones.

Hemos venido viendo cómo Jesús les resulta incómodo porque está pidiendo nuevas actitudes sin las cuales es imposible acoger y aceptar el Reino de Dios; Jesús pide más autenticidad en la vida, que nos quitemos las caretas con las que pretendemos dar una cara que no es lo que realmente llevamos en el corazón, fuera las vanidades y las auto justificaciones y más sinceridad de vida para ser en verdad leales y fieles a lo que es la voluntad de Dios. Pero cuando hemos conseguido unos posicionamientos en medio de la sociedad, unas influencias que nos pueden beneficiar desnudarnos de esos mantos de vanidad nos cuesta más. Por eso andarán siempre buscando la forma de desprestigiar a Jesús.

Hoy la postura de Jesús es tajante. ¿Qué no quieren escuchar? ¿Qué no hacen sino pedir señales cuando las tienen delante de los ojos en lo que es la vida misma de Jesús y lo que hace? Jesús marcha a otra parte donde haya quien quiera escucharle. Porque no hay peor sordo que el que no quiere oír. Ha venido Jesús a abrir nuestros oídos – signo de ello son todas las curaciones que veremos en el evangelio de sordomudos a los que hace hablar – y es lo que Jesús quiere seguir realizando, pero en aquellos que en verdad quieren abrir sus oídos y sus ojos para escuchar y para ver las señales del Reino que Jesús está realizando. ‘Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla’, nos dice el evangelista.

Escuchemos este evangelio en nuestra vida. Tengamos esa sinceridad y esa autenticidad que nos pide Jesús. No temamos que tengamos que despojarnos de los mantos de las vanidades; son mantos de vacío interior, son ornamentos que no nos dan lo que es la verdad de nuestra vida; dejémonos curar por el Señor, que se realicen en nosotros esos signos que Jesús quiere realizar. No seamos sordos ni ciegos para ver las obras de Dios que nos acompañan en nuestra vida.

También muchas veces nos ofuscamos y nos llenamos de dudas; también habrá momentos que tengamos que decirle una vez más como hacían tantas veces los discípulos que querían ser fieles, ‘explicanos esta parábola’, danos la fuerza de tu Espíritu y su sabiduría para nuestro corazón se abra y podamos llevar la semilla a tierra buena en nuestra vida. Cuando con humildad, reconociendo nuestra ignorancia, acudimos al Señor para mejor escucharle y entenderle, El nos dará la fuerza de su Espíritu, nos llenará de la sabiduría del cielo.

Y aprendamos también para sabernos escuchar los unos a los otros, que tantas veces nos encerramos en nosotros mismos y no somos capaces de ver lo bueno que nos quieren trasmitir. Que tengamos en la vida siempre un diálogo de amor con los demás.

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