En el
silencio del corazón tenemos que seguir meditando y empapándonos del evangelio
de Jesús para sentirnos transformados y comenzar a transformar nuestro mundo
Génesis 6,5-8; 7, 1-5.10; Salmo 28; Marcos
8,14-21
También algunas veces nos quedamos
atascados, sobre todo cuando nos hablan en un sentido figurado y nosotros en
nuestra superficialidad nos quedamos en el sentido literal de las palabras;
bueno, en ocasiones nos quedamos ahí porque quizás sabemos que lo que nos están
diciendo viene con segundas, como solemos decir, y no queremos complicarnos, no
queremos vernos aludidos; algunas veces quizás no andamos en la onda, que
decimos también, porque vamos en la vida a lo nuestro y no queremos pensar, no
queremos ahondar, no queremos complicarnos en la vida, que ya tenemos bastante
con los nuestro, solemos decir.
¿Andaban despistados los discípulos?
Jesús les hablaba siempre claramente y a los que estaban más cercanos a El,
como aquel grupo de los doce que se había formado en su entorno, les hacía
consideraciones especiales. Es quizás de lo que ahora quiere hablarles, quiere
hacerles comprender, para que tampoco se dejen arrastrar, para que no entren en
confusiones como tantos cuando veían las enseñanzas de los fariseos y de los
maestros de la Ley; quizás por algunas ambiciones que aun llevaban en sus
corazones, no terminaban de dejar de pensar en primeros puestos, o en la manera
que tenían de entender lo que era el mesianismo, o porque en algunas ocasiones
se sintiesen tentados a aquellos rigorismos que les ofrecían los fariseos,
ahora no terminan de entender a Jesús.
Nos sucede tantas veces que andamos
confundidos, no estamos satisfechos con muchas cosas en nuestra vida social, en
nuestras comunidades, en lo que sucede en nuestros pueblos, en lo que contemplamos
también muchas veces en la Iglesia y no sabemos a quien escuchar; o queremos
andar a lo de ancha es Castilla, para no complicarnos la vida y dejar correr
las cosas, o nos sentimos tentados también por muchas de las cosas que oímos; también
surgen corrientes en lo social o en nuestra iglesia con caminos de rigorismo
que nos hacen pensar que esa sería la solución de muchos problemas.
Ahora que van atravesando en la barca
el lago y cuando se dan cuenta que no han recogido las suficientes provisiones
para el recorrido que van a hacer, viene Jesús y les habla de que anden con
cuidado con la levadura de los fariseos; ya ellos están entendiendo, no lo que
realmente les quiere decir Jesús, sino en la preocupación que ahora tienen de
que no han previsto suficiente pan para su recorrido, porque se dan cuenta de
que solo llevan un pan.
Jesús se da cuenta que no lo han
entendido, les recuerda lo que había sucedido en otra ocasión cuando se
encontraron en despoblado con mucha gente y pocos panes, y como se habían solucionado
todo. Pero Jesús no va por ahí con sus palabras, El quiere hacerlos pensar en
algo más, para que no entren en confusiones y se dejen engañar. Hablar de
levadura era en lenguaje figurado, porque así como la levadura es la que va
hacer fermentar la masa – ya en alguna ocasiones nos dirá que necesitamos ser
levadura en medio del mundo porque hemos de dar buen sabor a nuestro mundo – y
ahora Jesús se está refiriendo a la levadura de los fariseos que con sus
palabras, sus insinuaciones, sus reglamentos, sus rigorismos querían impregnar
a aquella sociedad de algo bien distinto de lo que Jesús nos quería trasmitir
como evangelio, como buena noticia de salvación para todos.
Es la levadura de Jesús la que va a
hacer fermentar nuestra vida, es la que hará surgir ese hombre nuevo de vida y
de gracia, es la levadura de Jesús la que se va a convertir en evangelio para
toda la humanidad, en buena noticia de salvación. Dejemos que el evangelio se
meta en nuestro corazón y allí vaya produciendo sus frutos, vaya haciendo
fermentar nuestra vida para que surja esa vida nueva que transforme nuestro
mundo.
Será así como nosotros llegaremos a ser
también con el evangelio de Jesús esa buena levadura para nuestro mundo.
Dejemos que esa semilla se siga sembrando en nosotros, poco a poco, dejándola
germinar en silencio en nuestro corazón. Todo lo que nos pueda ayudar a rumiar
ese alimento de vida que es el evangelio tenemos que aprovecharlo. No podemos
escuchar ahora el anuncio del evangelio y al rato olvidarlo porque ya estamos
interesados en otras cosas. Ahí en el silencio del corazón tenemos que seguirlo
meditando para empaparnos de verdad de ese evangelio de Jesús. Nos sentiremos
al final transformados nosotros y comenzaremos de verdad a transformar nuestro
mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario