La
autenticidad y la rectitud que nos plantea Jesús en el evangelio es algo
hermoso y gratificante, nos lleva al mayor gozo y nos hace caminar por caminos
de verdadera felicidad
1 Reyes 19, 9a. 11-16; Salmo 26; Mateo 5, 27-32
Hay gente a la que le gusta improvisar,
van siempre al salto de mata, como se suele decir, a lo que salga, y cuando van
apareciendo las cosas buscamos una salida o una solución. Es cierto que la vida
tiene imprevistos, porque todo no depende de nosotros, vivimos en relación con
otras personas que también van actuando en la vida con toda su libertad y en un
momento determinado tendremos que reaccionar a algo que haya hecho otra
persona; vivimos en medio de la naturaleza y aunque la naturaleza tiene su
propio orden, sus propias leyes podríamos decir, sin embargo hay cosas que no
esperamos y nos obligarán en momentos determinados a tomar unas decisiones.
Pero aparte de todo eso que venimos
diciendo y que podríamos ampliar en más ejemplos, sin embargo cada uno ha de
tener, por así decirlo, su plan de vida, su hoja de ruta. Desde nuestros
principios, desde nuestros valores vamos a vivir esa vida, y tenemos que saber
lo que queremos, lo que buscamos, lo que nos planteamos, y eso nos obligará a
tener una idea, unos objetivos o unas metas, un camino por donde queremos
caminar. Como quien va a hacer un recorrido, un camino, una excursión, y
tenemos que saber a donde queremos ir, por donde podemos ir, y tener precaución
para lo que nos podamos encontrar. ¿Tendremos siempre claro el camino de la vida?
¿Sabremos ciertamente lo que queremos y a donde vamos? Algunos, como decíamos
al principio, pueden ir al salto de mata, a lo que salga.
Es lo que Jesús va planteándonos en el
evangelio. Como hemos comentado estamos en estos días escuchando el llamado sermón
del monte, que se inició con la proclamación de las bienaventuranzas. Ahí nos
plantea nuestra meta, porque quiere que nosotros seamos felices en plenitud. Y
cuanto afrontamos en la vida nos lo hemos de plantear desde ese ideal y esa
meta que nos propone Jesús.
Ahora en los siguientes capítulos, en
este como resumen que nos hace el evangelista san Mateo, Jesús va descendiendo
a las cosas de cada día, a esos problemas que nos podemos ir encontrando, pero sin
olvidar nuestra el ideal y la meta, cuando nos anuncia el Reino de Dios. Ya nos
ha dicho que le demos sentido a lo que hacemos, que busquemos en verdad la
plenitud de nuestra existencia y que las pautas que El nos da, primero con los
mandamientos de Dios que El no viene a abolir y lo que en cada momento nos va
señalando vayamos dándole sentido a todo lo que hacemos y vivimos desde la
autenticidad más profunda de nuestra vida.
No nos valen apariencias ni meros
cumplimientos. ‘Si vuestra justicia no es mayor que la de los fariseos, nos
decía ayer, no seremos dignos del Reino de los cielos’. Nos pide la
autenticidad del amor. Solo desde esa autenticidad podremos ser plenamente
felices como nos ha prometido.
Hoy nos habla de la integridad de
nuestras relaciones mutuas pero también de la integridad desde lo más hondo de
nosotros mismos. No podemos andar con componendas con el mal. El mal tenemos
que arrancarlo de raíz, pero lo arrancamos de raíz cuando desde nuestro
pensamiento no hay maldad, cuando actuamos con un corazón limpio que nos lleva
a valor y a respetar la dignidad de toda persona. No podemos utilizar a las
personas como si fueran juguetes solo para nuestra satisfacción personal, para
dejarnos arrastrar por nuestras pasiones.
En toda relación tiene que haber un
profundo encuentro con la persona, con el otro, dejándome yo también encontrar.
Y cuando actuamos desde esa rectitud de intención no va a ser la pasión lo que
nos domine, no va a ser un juguete en nuestras manos, va a ser alguien con
quien construimos un mundo de plenitud y de felicidad. Lo otro no tendría
sentido porque sería inhumano. Y todo lo que sea inhumano tenemos que
arrancarlo de nuestra vida. Como nos dice del ojo que nos hace pecar o de la
mano que nos lleva a hacer el mal.
Es hermoso lo que nos plantea Jesús en
el evangelio. Es hermoso y gratificante, nos lleva al mayor gozo y nos hace
caminar por caminos de verdadera felicidad.
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