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miércoles, 11 de septiembre de 2024

Busquemos lo que llena de verdad el corazón del hombre y aunque nos cueste alcanzarlo caminamos con esperanza porque en el Señor tenemos nuestra recompensa

 


Busquemos lo que llena de verdad el corazón del hombre y aunque nos cueste alcanzarlo caminamos con esperanza porque en el Señor tenemos nuestra recompensa

1Corintios 7, 25-31; Salmo 44; Lucas 6, 20-26

Si la satisfacción y la felicidad del hombre, de la persona está solo en las riquezas que posea o la alegría que le dan las cosas pobre es el sentido de la vida de esa persona y no ha llegado a comprender que es lo que da verdadera felicidad. En esa pobreza de vida vemos caminar a muchos aunque muchas sean las riquezas que posean y las posibilidades que les da su dinero para encontrar esas cosas que desde fuera dicen que los hacen felices. Tengo todo lo que quiero y deseo, se dicen, porque pueden comprarlo, pero la verdadera felicidad no se compra con esos medios, porque su fiesta y su alegría serán caducas y durará lo poco que le pueden elevar el ánimo esos sustitutivos.

¿En qué se queda nuestra fiesta y alegría cuando solo la buscamos desde el alcohol, la droga, el sexo como pasión carnal por citar algunas cosas? Aquella euforia pronto pasará cuando esos aditivos dejen de producir sus efectos y a la larga lo que parece que es que nos quedamos con más hambre y más insatisfechos; por eso cuando entramos en esa dinámica de la vida todo es como rodar por una pendiente en la que parece que no podemos parar.

Nos cuesta entenderlo. Como nos cuesta entender el mensaje que hoy quiere darnos el evangelio con las bienaventuranzas que nos trae san Lucas. Habla de los pobres para quienes es el reino de los cielos, de los hambrientos que serán saciados o de los que lloran y encontrarán consuelo; por el contrario hablará de los ricos que se quedarán en el vacío porque todo su consuelo consistía simplemente en la posesión de cosas, o de los que en su opulencia parece sin embargo que nunca estarán saciados.

¿Qué es lo que llena de verdad el corazón del hombre? Esa es, podríamos decir, la piedra filosofal, lo que realmente tenemos que buscar. Y habrá muchas mas cosas que esas materialidades de la vida que nos darán hondas satisfacciones. Será, empezando por algo, la rectitud con que hemos de vivir la vida, una rectitud que nos lleva a buscar lo bueno y lo mejor, una rectitud que nos hará tener una mirada nueva y distinta a cuanto nos rodea porque también eso material que está en nuestras manos es un don de Dios pero que nos tiene que llevar a construir un mundo en el que todos nos sintamos beneficiados de esa riqueza de la vida; una rectitud para comprender el valor de la vida y de toda vida, y en consecuencia nos hará maravillarnos ante la dignidad de toda persona a la que siempre mostraremos nuestro respeto y para quien siempre buscaremos lo mejor. Y desde ahí cuantas consecuencias tendríamos que sacar para nuestros actos y para nuestra forma de vivir.

¿Y no nos sentiremos verdaderamente felices cuando actuamos así y sentiremos igualmente la satisfacción de ver felices a cuantos están a nuestro lado? No serán las cosas materiales las que nos hagan brotar una sonrisa desde el alma sino todo eso bueno que seremos capaces de hacer. Y cuando vemos a nuestro crecer en esos valores, y cuando vemos que hay mayor unidad y cercanía en el trato entre unos y otros, y cuando contemplemos ese buen trato que aprendemos a tenernos, nos sentiremos profundamente felices.

Y no nos importa que haya quien no nos comprenda o incluso pretenda ponernos trabas en ese camino que intentamos vivir; somos fieles a la rectitud que llevamos en el corazón y viviremos con la esperanza de la victoria del bien y del amor haciendo un mundo mejor. Tendremos nuestra recompensa, como nos dice Jesús. Alcanzaremos la bienaventuranza que la sentiremos desde lo más hondo de nosotros mismos. Dios estará con nosotros en ese camino.

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