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sábado, 14 de septiembre de 2024

La exaltación de la cruz tiene que ser la exaltación del amor desde el compromiso de nuestra vida

 


La exaltación de la cruz tiene que ser la exaltación del amor desde el compromiso de nuestra vida

Números 21, 4b-9; Salmo 77; Juan 3, 13-17

¿A quien le gusta sufrir? ¿Quién busca el sufrimiento por el sufrimiento? Diríamos que eso sería un sentido masoquista. Pero el dolor y el sufrimiento están presentes en la vida, aunque no lo busquemos. Pensando en dolor ahí tenemos las múltiples enfermedades que nos aparecen en todos los ámbitos de la vida y de los que nos cuesta tanto liberarnos. Nos duele cualquier parte de nuestro cuerpo y pronto buscamos remedio, buscamos el analgésico que lo calma, o la medicina que cure aquel mal que está afectando a algún órgano de nuestro cuerpo; pero hay otros sufrimientos que nos afectan hondamente y de alguna manera desestabilizan nuestra vida, bien conocemos los diversos problemas de la vida. Y queremos liberarnos, queremos solucionar tales situaciones porque no queremos andar en esa amargura, en eso que podíamos llamar un sin sentido.

Sin embargo hay cosas que asumimos aunque nos cuesten o aunque nos duelan y buscamos un camino o una razón, algo que le dé sentido y que nos dé fuerza. Pienso, por ejemplo, en la madre que sufre por su hijo, porque está enfermo o porque tiene problemas, pero la madre ama a su hijo y sufre por él y con él; no le importa pasar por lo que sea por ver liberado a su hijo de aquella situación o de aquel problema, no le importarán las horas de sueño perdidas, los sacrificios realizados, la lucha y el esfuerzo por hacerlo salir adelante; ¿qué le mueve? El amor. Por el amor que le tiene pasará lo que haya que pasar y sufrirá lo que tenga que sufrir, no lo busca pero lo asume, tiene para ella un valor, un sentido, el amor. Podríamos poner más ejemplos de situaciones en la vida en que por amor hemos tenido que enfrentarnos a momentos duros y difíciles, pero por ese amor hemos llegado a encontrar un sentido y un valor.

He querido comenzar mi reflexión con este hecho humano porque para algunos podría parecer un sin sentido el que nosotros celebremos una fiesta como la de este día, la Exaltación de la Santa Cruz. ¿Es la exaltación del sufrimiento, porque eso en primer término podría parecer esta Exaltación de la Santa Cruz? Ni mucho menos, es el signo de la exaltación y de la victoria del amor.

Algunas veces en nuestras consideraciones más llenas de piedad que de un verdadero sentido teológico parece como si Jesús hubiera estado buscando el sufrimiento, la pasión y la muerte. Sabe Jesús que está en un camino que le va a llevar a ello, por un lado el abandono o la traición incluso de los suyos, pero sobre todo aquella inquina de los que no aceptaban el plan del Reino de Dios que nos presentaba y no querían reconocer la verdad de su palabra; le llevaría a la muerte, pues querían quitárselo de encima – cuantas cosas semejantes seguimos viendo en el mundo de hoy – pero a Jesús le costaba enfrentarse a aquella Hora.

En Getsemaní veremos aquella angustia humana que le hace pedir al Padre que pase de El aquel cáliz, y el sudor de su miedo en esos momentos será incluso de sangre. Pero es consciente que ha llegado su hora y por eso dejará a un lado su voluntad humana para sobreponerse con el amor que es lo que le ha traído al mundo. Para eso ha venido. Es la entrega de amor porque quiere que en el mundo reine el amor, nunca más la violencia y el egoísmo sean los que se impongan y nos destruyan, y por eso está dispuesto a dar su vida.

El camino todo del evangelio ha sido todo él un queremos ponernos en camino de ese mundo nuevo, de ese sentido nuevo de la vida, de la humanidad. Es lo que El ha ido realizando y es lo que nos ha enseñado y tanto nos ha costado comprender. Algunas veces juzgamos de mala manera a los discípulos cercanos a Jesús porque no entendían lo que El les estaba enseñando, pero pensemos que nosotros no somos mejores porque después de tantos siglos seguimos haciendo lo mismo, seguimos llenando de cruces nuestro mundo.

A pesar de llevarlas orgullosos colgadas de nuestros pechos o ponerlas en lugares destacados de nuestra sociedad, seguimos crucificando con nuestro egoísmo y con nuestras violencias, seguimos siendo injustos los unos con los otros y seguimos dejando que predominen nuestros orgullos y nuestras vanidades, seguimos discriminando a los que están a nuestro lado y no nos caen bien algunas veces simplemente por el color de su piel, seguimos peleándonos en nuestras ambiciones y queriendo ponernos por encima y por delante de todos. ¿Somos nosotros los que actuamos así lo que a pesar de todo seguimos adornando y celebrando la cruz? ¿No habrá algún sin sentido en lo que hacemos?

Celebrar esta fiesta de la exaltación de la Cruz ha de ser algo que nos tiene que hacer reflexionar. Si Jesús fue levantado en lo alto de la cruz fue por amor; si nosotros queremos celebrar esta fiesta de la cruz es porque queremos optar también por el amor. La fiesta de la cruz no puede ser otra cosa que una fiesta de exaltación del amor, pero no lo vamos a hacer con cosas que se queden en lo externo, lo ritual o lo formal, sino que tenemos que hacerlo desde lo más profundo de nuestra vida, y eso nos exige que algo tengamos que cambiar.

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