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sábado, 29 de junio de 2024

Tú sabes, Señor, que te amo, tú lo sabes todo, conociendo también mis debilidades… por ti estoy dispuesto también a dar mi vida porque lo eres todo para mí

 


Tú sabes, Señor, que te amo, tú lo sabes todo, conociendo también mis debilidades… por ti estoy dispuesto también a dar mi vida porque lo eres todo para mí

Hechos de los apóstoles 12, 1-11; Salmo 33; 2Timoteo 4, 6-8. 17-18; Mateo 16, 13-19

‘Tú lo eres todo para mi’. ¿Habremos dicho alguna vez esas palabras? ¿Nos suena a algo? Palabras de amigo fiel e irrenunciable, palabras de enamorado cuando ha encontrado el amor de su vida, palabras de quien se ha encontrado con alguien que le ha abierto caminos en la vida, palabras de confianza y de fidelidad cuando nos dejamos conducir por aquello que sabemos que es único para nosotros y sin lo cual no sabríamos vivir. Palabras que nos fuerza para el camino aun en medio de debilidades y fracasos, palabras que nos ayudan a levantarnos cuando tropezamos en el camino pero sabemos bien a donde vamos, palabras que nos dan seguridad también en nosotros mismos porque sentimos una fuerza interior que nos hacen seguir adelante.

¿Será lo que le dijo de una forma o de otra, y lo repitió aunque fuera con distintas palabras, Pedro a Jesús como hoy escuchamos en el evangelio? Creo que nos tendrían que hacer pensar para darle hondo sentido a la celebración que hoy vivimos cuando celebramos la fiesta de san Pedro y san Pablo.

Lo hemos escuchado en el evangelio. Jesús está en un aparta con los discípulos más cercanos, pues incluso se ha ido casi fuera de las fronteras de Israel, a la región de Cesárea de Filipo. Ya hemos escuchado muchas veces en el evangelio que jesus aprovecha estos momentos en que está más alejado de las multitudes que le seguían y que en ocasiones no les dejan tiempo ni para comer para charlar con mayor intimidad, para ir sacando, por así decirlo, todo lo que lleva en el corazón, y además de instruirlos a ellos que les explicaba las cosas con más detalles, prepararles para ese seguimiento dejándose conocer más.

Ahora les hace unas preguntas que de alguna manera no son fáciles de responder. Era fácil, sí, comentar lo que la gente decía de Jesús, que si era un hombre de Dios, que si era un profeta, que era presencia de Dios que visitaba a su pueblo, como tantas veces la gente de forma espontánea decía y proclamaba; algunos sugieren que sería como Juan Bautista, al que habían conocido allá en la orilla del Jordán y algunos comenzaban a pensar que si acaso no sería el Mesías. Hacer un resumen de todo eso era fácil.

Pero Jesús pide más. Quiere saber qué es lo que ellos realmente piensan, cómo lo ven. ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’ Cuando las preguntas son así directas comprometiéndonos en la respuesta, es más difícil responder. Pienso en el silencio que se produciría entre ellos mirándose furtivamente los unos a los otros viendo quien sería el primero que comenzara a responder. Será Pedro, un líder nato como le veremos en muchas ocasiones, aunque solo fuera un pobre pescador de Galilea, el que se adelanta. ‘Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo’, fue su respuesta. Una profesión de fe que le dirá luego jesus que fue capaz de hacer no por si mismo sino porque el Padre del cielo había puesto aquellas palabras en sus labios y en su corazón.

Era, sí, un decirle, ‘tú lo eres todo para mi’. Es un reconocimiento de jesus, pero es un decirle contigo estoy. Son las palabras de quien ha puesto toda su confianza en Jesús como dirá en otra ocasión. ‘¿A dónde vamos a acudir, si tu tienes palabras de vida eterna?’ Ya había reconocido su pequeñez y su pobreza, su indignidad de hombre pecador cuando allá en la barca le había dicho ‘apártate de mi que soy un pecador’.

Era quien se había quedado mudo ante jesus cuando su hermano Andrés lo llevó ante él diciéndole que habían encontrado al Mesías. Sería quien quería quedarse extasiado en el Tabor cuando contemplo su gloria en la transfiguración. Era quien tendría experiencias profundas y cercanas a Jesús cuando le hace testigo de la resurrección de la hija de Jairo.

¿Qué más podemos decir de la relación de Pedro con Jesús? No podía pensar que le pudiera pasar nada, y por eso trataba de disuadirlo de que en Jerusalén no le iba a pasar nada. Además allí estaría con su espada porque estaba dispuesto a dar la vida por Jesús.

Pero Pedro también era débil y le costaba entender las palabras de Jesús; sentiría el peso de la cobardía cuando en patio del sumo pontífice una criada la pregunta y le señala como que era uno de los que estaban con Jesús. Pedro era débil y le costaba en ocasiones seguir el ritmo de los pasos de Jesús, y caería rendido de sueño en lo alto del Tabor, como se dormiría también en Getsemaní sin ser capaz de pasar una hora de vigilia con Jesús. El espíritu está pronto, pero la carne es débil. Pero lágrimas casi de sangre le había costado aquella negación.

Pero Jesús había confiado en El. Sería la piedra sobre la fundamentaría su Iglesia. Jesús seguía confiando y la pedía que cuando pasaran los malos momentos se mantuviera firme y fuerte porque tenía que fortalecer la fe de sus hermanos. Jesús quería que siguieran amando, con aquel ímpetu que llenaba su vida, ‘tú lo sabes todo, tu sabes que te quiero’, por eso después de todo solo le preguntará por su amor. Porque tiene que ser pastor, porque tiene que ser esa piedra, porque tiene que ser el que va a mantenernos a todos en la unidad.

Estamos haciendo un pequeño recorrido por la manera de seguir de Pedro a Jesús, y probablemente estemos pensando en nuestro recorrido, en nuestras respuestas, en nuestras debilidades. También nosotros tenemos que decir ‘tú lo eres todo para mí’, porque así lo sentimos como Señor de nuestra vida. Solo nos está pidiendo Jesús amor. Será el amor que nos cure de nuestras debilidades, el amor que nos fortalezca en nuestro camino, el amor que nos haga seguir adelante a pesar de las noches oscuras, el amor que va a ser el sentido de nuestra vida. ‘Tú sabes, Señor, que te amo, tú lo sabes todo, conociendo también mis debilidades… por ti estoy dispuesto también a dar mi vida porque lo eres todo para mi’.

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