Por toda la comarca había corrido la noticia del nacimiento de Juan, estaban viendo la mano de Dios, como sólo saben hacerlo los humildes y los sencillos
Isaías 49, 1-6; Salmo 138; Hechos de los apóstoles 13, 22-26; Lucas 1, 57-66. 80
Parece que estaba destinado para eso. Se nos escapa casi espontáneamente esa expresión cuando nos encontramos con una persona que nos resulta realmente espectacular; son las cosas que realiza y la manera especial que tiene de hacerlas, rompe moldes porque vemos que es capaz de hacer cosas que nadie ha sido capaz, se manifiesta con absoluta libertad y a nadie tiene miedo, actúa abriendo caminos, despertando las conciencias, poniendo nuevas ilusiones en los que caminan a su lado. Nos parece único.
¿Tendríamos que decir una cosa así de Juan el Bautista de quien hoy estamos celebrando la fiesta de su nacimiento? Por toda la comarca había corrido la noticia de su nacimiento, todos se hacían bocas de aquellas cosas que habían visto en su entorno, porque realmente era algo único; sus padres eran mayores y ya parecía imposible el nacimiento de un hijo de aquellos ancianos, pero Isabel estaba en cinta y ahora había dado a luz un niño.
Normal que todos la felicitaran, normal que se juntaran con los padres a la hora de la circuncisión e imposición del hombre; lo que no parecía normal eran los deseos de Isabel de llamarlo Juan porque según la costumbre debía llevar el nombre de su padre, Zacarías, aunque en ello aquella anciana estaba reconociendo el actuar de Dios en el propio significado del nombre. Por eso todos se preguntaban ¿cuál era el destino de aquel niño? ‘¿Qué iba a ser de aquel niño?’ Estaban viendo la mano de Dios, como sólo saben hacerlo los humildes y los sencillos.
Era el camino que iba a escoger Juan. Ya nos adelanta el evangelista que ‘El niño crecía y se fortalecía en el espíritu, y vivía en lugares desiertos hasta los días de su manifestación a Israel’. Ya lo veremos más tardes en la austeridad más severa, sus vestidos una piel de camello, su frugal comida las langostas del desierto y la miel silvestre, su estilo de vida la penitencia más severa con sus ayunos con lo que invitaba a todos a hacer penitencia porque había que preparar los caminos del Señor, su palabra que no estaba hecha de largos discursos pero sí de invitación a la conversión, a la solidaridad y a la rectitud de vida para actuar siempre con verdadera justicia. Era la sintonía que en los signos que rodearon su nacimiento supieron descubrir los pobres y los sencillos de corazón.
¿Era un profeta? ¿Era el Mesías anunciado? En el desierto se presentaría predicando la conversión porque había que preparar los caminos del Señor y de todas partes acudirán para escucharle y hacerse bautizar en las aguas del Jordán. De Jerusalén bajarán unos enviados preguntando con qué autoridad se presentaba ante Israel con aquel anuncio de la pronta venida del Mesías. Y él diría que no era un profeta, que no era el Mesías, que solo eran la voz que predicaba en el desierto invitando a preparar los caminos del Señor.
Pero Jesús dirá de El que es profeta y más que profeta porque no había nadie mayor que él de entre los nacidos de mujer. Era el precursor del Mesías, el que venía a preparar los caminos del Señor y para él lo importante era que recibieran a quien ya estaba en medio de ellos y no lo conocían. Pero El lo señalaría como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. De sus manos había recibido aquel bautismo en las aguas del Jordán, pero sobre todo había visto cómo se abría el cielo para bajar el Espíritu Santo sobre Jesús en forma de paloma y también había escuchado la voz que lo señalaba como el Hijo amado de Dios.
Por eso en su camino de humildad y sencillez no le importa menguar con tal que crezca el que había de crecer. Su misión era ser voz, pero la Palabra que había que escuchar era la de Dios, y eso se iba a reflejar en Jesús. Por eso dará paso al Mesías que viene, sus discípulos serán los primeros discípulos de Jesús y los que aún quedan con él cuando ya está en la cárcel serán enviados hasta Jesús para que lleguen a conocer y convencerse de que es el Mesías. ‘¿Eres tú el que ha de venir o hemos de esperar a otro?’ es el mensaje que le llevan a Jesús de parte de Juan.
Gran alegría se suscitó en las montañas de Judea con su nacimiento y todos daban gloria a Dios. Es la alegría con que nosotros seguimos celebrando su nacimiento. No nos queda sino seguir su camino, entrar en esos caminos de humildad y de sencillez porque será la manera de descubrir las señales de Dios que se sigue manifestando hoy entre nosotros, convertir nuestro corazón a Dios, preparar también los caminos del Señor entrando en esa órbita nueva del amor y de la solidaridad, de la conversión y de la penitencia, de la justicia y del bien, de la verdad y de la rectitud. El daría testimonio no solo con su palabra en el desierto sino con su vida que también es inmolada para hacer que andemos y tengamos una vida nueva de rectitud.
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