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domingo, 2 de febrero de 2025

Mensajeros de una Buena Noticia, misioneros y testigos de una nueva luz que nos llena de esperanza queremos ser de manos de María de Candelaria

 


Mensajeros de una Buena Noticia, misioneros y testigos de una nueva luz que nos llena de esperanza queremos ser de manos de María de Candelaria

Malaquías 3, 1-4; Salmo 23; Hebreos 2, 14-18; Lucas 2, 22-40

Necesitamos quien nos traiga buenas noticias. Encendemos cualquier noticiero – permítanme la palabra – sea radio o televisión, sea prensa escrita o sea Internet en sus numerosas redes, ¿y qué es lo que escuchamos, lo que vemos, lo que se nos comunica?, sin querer ser pesimista ni negativo muchas veces dan ganas de cerrarlo todo; violencia, guerra, corrupción, acritud, manipulaciones, muertes, accidentes… son cosas que se repiten. Necesitamos escuchar cosas agradables y que entusiasmen por la vida. Nos daría otro sentido de vivir.

¿Será hoy para nosotros y para nuestro mundo un mensaje de esperanza el que se nos ofrece desde la Palabra de Dios? De entrada, desde nuestra fe, tenemos que decir que eso no lo podemos poner nunca en duda. Sin embargo muchas veces nos cuesta escucharlo. Tenemos el peligro y la tentación de irnos por las ramas. Es necesaria una buena escucha como también un buen anuncio que tenemos que hacer al mundo que nos rodea. El evangelio – buena noticia – tiene que seguir siendo luz en nuestra vida y en nuestro mundo.

El profeta nos ha anunciado un mensajero, un mensajero que nos trae noticias de paz, de restauración, de algo nuevo que va a comenzar. Hablaba el profeta en sus tiempos que no eran fáciles, fueron tiempos de restauración para el pueblo de Israel después del cautiverio de Babilonia y había mucho nuevo que realizar. Era necesaria una restauración de la alianza. De eso nos habla el profeta.

Pero en nuestra lectura creyente tenemos que ir más allá; por una parte esos anuncios proféticos tienen una resonancia siempre mesiánica, y nosotros los aplicamos a Jesús. Pero la resonancia de las palabras del profeta tiene que seguir traspasando los tiempos y a través de Jesús tiene que llegarnos a nosotros, en el hoy que estamos viviendo. Por eso siempre es Palabra de Dios para nosotros hoy. No es Palabra de otro tiempo sino para el hoy de nuestra vida. ¿No decíamos que necesitamos mensajeros que nos trajeran buenas noticias, anuncios de algo bueno para el hoy de nuestra vida?

La celebración de hoy, a los cuarenta días del nacimiento de Jesús, la situamos en ese momento del misterio de Jesús en que como todo primogénito varón fue presentado al templo para cumplimiento de la ley. Pero en ese marco sucede algo inédito; no es un sacerdote el que recibe a Jesús en el templo sino unos ancianos que vivían con la esperanza de encontrarse un día con el Mesías de su Señor.

Allí está el anciano Simeón con su esperanza y con su fe bien madurada con el paso de los años. Solo unos ojos de fe podían descubrir en aquel niño, que no se diferenciaba de otros tantos niños que eran presentados al Señor en el templo, al que era el esperando y el deseado de las naciones y que venía para ser luz de todos los pueblos. Por eso sus cánticos de alegría y de acción de gracias, sus ojos habían podido contemplar al que venía como Salvador. Un anciano, un hombre sencillo, un hombre que podía pasar desapercibido entre tantos, pero el hombre de fe que veía cumplidas sus esperanzas.

Es consciente el anciano de lo que significaba el ser el Mesías del Señor; signo de contradicción dirá que va a convertirse en medio de las gentes aquel niño, como luego lo veremos cumplido a lo largo del evangelio; hablará de espadas de dolor que atraviesan el alma, como le va a suceder a María, pero no decae la alegría y la esperanza, algo nuevo en verdad estaba comenzando. Y a su alegría y alabanza se une también otra anciana que lleva muchos años sirviendo a Dios en el templo y que no paraba de hablar de aquel niño a todos los que aguardaban la futura liberación de Israel.

Sí, es el anuncio que hoy nosotros escuchamos también. Despertemos y maduremos nuestra fe a ejemplo de aquellos sencillos y humildes ancianos para saber descubrir también las maravillas de Dios, las maravillas que Dios quiere seguir haciendo en el hoy de nuestra vida y nuestro mundo. No podemos perder la esperanza, atentos hemos de estar como aquellos ancianos para ver las señales de Dios. Son señales que se van a realizar en nuestra vida, son señales que nosotros por nuestra forma nueva de actuar tenemos que ser en medio del mundo.

A ese mundo que hoy vivimos y del que tantas veces nos quejamos porque no hace sino traernos malas noticias nos ha enviado Jesús para que seamos mensajeros, para que seamos testigos, para que realicemos esas señales del Reino de Dios. Cuando nos confió la misión, como tantas veces hemos escuchado, no tiene también poder y autoridad para realizar esas señales. No desconfiemos de lo que podemos ser capaces, de lo que tenemos que hacer, porque es la misión que se nos ha confiado.

Hoy necesariamente tenemos que mirar también a María. En sus brazos fue llevado el Niño Jesús al templo y en sus brazos se nos presenta hoy a nosotros recordándonos donde está la luz. Por eso esta celebración está también rodeada de signos con las candelas que encendemos y portamos saliendo incluso de nuestros templos para iluminar los caminos del mundo. Pero no es solo algo ritual que realizamos, sino que tiene que ser signo que demos en nuestra vida de ese Reino de Dios.


¿Qué significará hoy llevar esa luz encendida en nuestras manos en la celebración y ritos de este día? Tenemos que pensarlo y dar respuesta aunque nos cueste, pero no podemos dejar apagar esa luz. Mal signo estaríamos siendo. Como decíamos miramos a María, y nosotros los canarios de manera especial la miramos en nuestra querida advocación de la Candelaria, como la celebramos en nuestra tierra. Ella fue la primera misionera que llegó a nuestra tierra en su imagen aparecida en las playas de la isla.

Que ella pues nos impulse a esa tarea misionera de ser mensajeros, de ser portadores de luz, de ser testigos en medio de nuestro mundo. Seguro que si nos dejamos inspirar por quien estaba llena del Espíritu Santo podremos descubrir esas nuevas formas de ser mensajeros hoy.

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