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sábado, 22 de abril de 2023

Jesús está diciéndonos que como El caminemos sobre las aguas, por encima de esas situaciones por las que pasamos para no perder la paz, porque alguien nos sostiene

 

Jesús está
diciéndonos que como El caminemos sobre las aguas, por encima de esas situaciones por las que pasamos para no perder la paz, porque alguien nos sostiene

Hechos de los apóstoles 6, 1-7; Sal 32; Juan 6, 16-21

No nos gusta sentirnos solos; y no lo digo solo en el sentido de que estemos o no estemos rodeados de gente, sino que en aquello que estamos realizando, en la propia tarea de la vida podamos sentir una presencia que nos ayude, que nos estimule, que nos dé fuerzas en aquellas situaciones por las que pasamos en muchas ocasiones adversas; es la más amarga soledad, porque incluso podemos ver muchas gentes a nuestro lado y no nos sirve, no ayudan, no estimulan, no son fuerza para nosotros.

Los discípulos aquel atardecer en el lago iban sintiendo esa soledad; es cierto que estaban todos juntos, pero les faltaba quien era en verdad el empuje para ellos. Después de la experiencia de aquel día, en que tantas cosas habían sucedido, cuando Jesús se los había llevado para estar a solas con ellos, las tornas se habían virado, y al encontrarse con una multitud que les esperaba Jesús se dedicó a esa gente que veía desorientada como ovejas sin pastor; se había puesto a enseñarles y al final había sucedido lo de la multiplicación de los panes, donde Jesús había querido implicarles a ellos también.

Viendo Jesús lo que podía suceder cuando la gente se fue entusiasmando y ya querían proclamarle rey y Mesías, los embarcó rumbo a Cafarnaún y El se había quedado solo en la montaña. Pero Jesús no había aparecido para ir con ellos, el anochecer se iba haciendo largo y estaba costoso lo del remar. Sienten que Jesús no está con ellos. Lo necesitan.

Y Jesús comienza a caminar a su lado sobre las aguas. No entienden, les parece un fantasma y mayores fueron los miedos y los temores. Pero Jesús les dice que está allí. Quieren hacerlo subir a la barca y cuando menos se dan cuenta han llegado a Cafarnaún. Con Jesús a su lado parece que la travesía fue mejor y daba la impresión que se había hecho corta.

¿Habremos estado en travesías de la vida donde nos hemos sentido solos y sin fuerzas? Llamémoslo como queramos, pero situaciones así habremos seguramente pasado muchas. Momentos en que en la vida nos ha aparecido el desánimo, el cansancio, hasta el aburrimiento en lo que estábamos haciendo porque hasta nos parecía que muchas de aquellas cosas no tenían sentido. Los problemas nos han abrumado muchas veces y nuestras barca parece que no avanza, no conseguimos alcanzar las metas con las que soñamos, muchos reveses nos hacen sentir en ocasiones como fracasados, también nos llenamos de miedo en la vida ante el futuro, ante lo que podemos hacer, ante responsabilidades que tenemos que asumir. Y algunas veces no sabemos a quién acudir.

Hay mucha gente a nuestro alrededor, ahí están quizás los amigos de siempre, por otra parte está la familia, pero nos parece que cada uno va a lo suyo, que cada uno tiene sus problemas y por qué vamos a ir con un problema más que somos nosotros, y nos parece perder la estabilidad en la vida, nos hundimos o no sabemos cómo salir del atolladero.

¿Nos olvidamos que Jesús va ahí a nuestro lado aunque no nos demos cuenta, que El está diciéndonos que como El caminemos sobre las aguas, caminemos por encima de esas situaciones por las que estamos pasando que no nos tienen que hacer perder la paz, que alguien nos sostiene? Somos tan débiles en nuestra fe que no sabemos reaccionar, no sabemos mirar, no sabemos sentir esa presencia del Señor que nunca nos faltará para que podamos llegar a puerto. Y la presencia del Señor se nos manifestará de muchas diferentes maneras. Tengamos ojos de fe para descubrirlas.

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