Despertemos
nuestra fe, demos testimonio de nuestra fe; con ella seremos luz para los
demás, estamos llamados a ser luz en medio del mundo envuelto en tanta
oscuridad
Hebreos 10,19-25; Salmo 23; Marcos 4,21-25
Hace unos días por las redes me
comentaba un amigo lo mal que lo estaban pasando porque con frecuencia fallaba
la energía y se quedaban sin luz no solo durante horas sino muchas veces días
enteros; me hablaba desde uno de esos países que se encuentran con grandes
deficiencias de todo tipo y uno de los problemas que les afectaban para muchas
cosas de su vida diaria era la falta de energía, la falta de luz. A quienes
vivimos donde frecuentemente no tenemos esas dificultades nos cuesta entender
esas carencias y comprender cómo se las pueden arreglar sin luz.
Quiero ir más allá de esa triste
realidad y que de alguna manera nos sirva de ejemplo y de base para otra falta
de luz que muchas veces podamos sufrir en nuestra vida. Luz podría ser los
conocimientos y el saber, la cultura y lo que pueda elevar nuestra vida desde
lo material a niveles más altos y de mayor espiritualidad; podríamos pensar en
todo aquello que nos puede hacer encontrar un sentido y un valor a la vida
porque caminar por la vida de esa manera sería como ir dando pasos de ciego y
podría ser encontrarnos como sin un rumbo por donde encaminar nuestros pasos; y
como creyentes podríamos pensar en la oscuridad y falta de trascendencia de
nuestra vida cuando no tenemos fe.
La fe no es simplemente una tradición
que recibimos o unas costumbres de cosas que estamos acostumbrados a hacer y si
no las hacemos nos encontraríamos con falta de algo; la fe no son unos ritos
que realizamos como unos amuletos en los que apoyarnos para quitar nuestros
miedos; la fe no se da simplemente porque digamos que las cosas siempre han
sido así y en nuestro pueblo todos somos cristianos y son cosas que todos
hacen; la fe no son unas motivaciones sociales para tener unos días de asueto o
de fiesta; la fe no es un barniz que adorne unos objetos o un vestido que nos
podamos poner o quitar según nos convenga según las conveniencias sociales.
Estaríamos quedándonos en un aspecto
muy superficial que como tal en si mismo no tendría sentido. Tenemos que
descubrir toda la profundidad que va a dar a nuestra vida envolviendo y empapando
de un sentido profundo cuanto hacemos o cuanto vivimos. La expresaremos con
palabras, se hará fiesta en nuestra vida, tendremos unas expresiones para
manifestarla y celebrarla, pero va a ser el cauce por el que gire toda nuestra
existencia, nos haga comprender el mismo sentido de la vida y de cuanto
hacemos, nos hará mirar de manera nueva entonces también a los que están a
nuestro lado, elevará nuestro espíritu porque le dará un sentido espiritual a
nuestra existencia, porque nos hace encontrarnos con el Dios que nos ha creado
y nos ama, y se quiere hacer presente en nuestro corazón.
Sin esa fe que nos hace encontrarnos
con Dios, que nos hace escuchar a Dios andaríamos como sin luz; es en Dios en
quien encontramos el verdadero valor de nuestra vida, la mayor grandeza de la
persona, el que va a dar sentido a cuanto hacemos, le dará hondura a nuestras
alegrías y un valor y un sentido a nuestros sufrimientos, no porque Dios quiera
nuestros sufrimientos, sino porque en El encontraremos esa fuerza para superarnos
y para crecer, para poner esperanza incluso en ese dolor y para saber que al
final del camino siempre vamos a encontrar una luz.
No escondamos nuestra fe. Como nos dice
hoy Jesús en el evangelio ‘¿Se trae el candil para meterlo debajo del
celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero?’ Despertemos
nuestra fe, demos testimonio de nuestra fe; con ella seremos luz para los
demás, estamos llamados a ser luz en medio del mundo envuelto en tanta
oscuridad.
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