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viernes, 16 de agosto de 2024

Analicemos cuáles son los valores por los que nos movemos y busquemos lo que dé verdadera madurez a nuestra vida

 


Analicemos cuáles son los valores por los que nos movemos y busquemos lo que dé verdadera madurez a nuestra vida

Ezequiel 16, 1-15. 60. 63; Is. 12, 2-3. 4bcd. 5-6; Mateo 19, 3-12

Es cierto que a nadie le gusta caminar con una carga pesada sobre sus hombros, y si podemos nos la quitamos de encima; hoy, por cierto, queremos aliviar nuestros trabajos y nos valemos de lo que sea para lograrlo, y de lo que nos cuesta queremos liberarnos porque además nos están educando en que solo buscamos lo fácil y el esfuerzo por alcanzar aquello que es difícil lo rehuimos, porque pensamos que todo en la vida tiene que ir por caminos de comodidad.

No todo esfuerzo tiene que ser un calvario para nosotros, pero eso depende del sentido que le vamos dando a la vida, de lo que valoremos el esfuerzo y la superación, de los deseos que tengamos de alcanzar altas metas aunque sean costosas. ¿No estaremos haciéndonos una sociedad de cómodos y débiles porque no valoramos el esfuerzo y el sacrificio? Tendríamos que analizar mejor los valores por los que nos movemos, el motor que de verdad mueve nuestra vida, las motivaciones que ponemos en lo que hacemos.

¿No te gusta una cosa? Déjala a un lado, tírala y busca algo nuevo, es un poco el estilo por el que nos estamos manejando. Y ya ni nos preocupamos de cuidar las cosas que tenemos, porque si se estropea sabemos que inmediatamente la podemos sustituir por otra. ¿Podemos tener esto como  norma de nuestra vida, como la manera de hacer las cosas? Y esto ya no se refiere solo a las cosas sino que será también en el trato de las personas, que parece que poco menos que las utilizamos como cosas, que cuando no nos sirven las desechamos.

¿Qué pasa, por ejemplo, con lo que pasa con los mayores que ya no nos son productivos sino que mas bien en su dependencia pueden estar costándonos y por eso también los arrimamos a un lado en la sociedad en la que vivimos, y si podemos los desechamos? Es mucha la amplitud en variedad de situaciones que le podemos dar a esta reflexión que nos venimos haciendo y a esa manera de actuar a la que nos vamos acostumbrando. ¿Cuál es realmente el valor que le estamos dando a la persona? Es algo serio lo que nos estamos planteando.

Pero esto no es nuevo, no pensemos que nos lo hemos inventado en los tiempos modernos, aunque sin embargo parece que se agravan estas situaciones. Hoy en el evangelio le están haciendo a Jesús este planteamiento en relación al matrimonio. Es la pregunta clásica de todos los tiempos. ¿Está bien o no eso de divorciarse? ¿Podemos o no podemos hacerlo? Un planteamiento al que hoy se le quiere dar una solución fácil.

Pero Jesús quiere ir a algo más hondo y nos recuerda donde está el origen del sentido del matrimonio. ‘¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre’.

Es algo más que una pasión. ¿Nos lo habremos planteado el matrimonio como un proyecto de vida que nace de un amor profundo, como para dejarlo todo para compartir una vida? Y un proyecto de tal envergadura no puede nacer solo del impulso de un momento, de una pasión que nos ciega, de un instinto de la naturaleza sino que ha de nacer de lo hondo de la persona poniendo buenos cimientos y comprometiéndoos seriamente en su edificación y conservación de cada día.

Un proyecto es algo que tiene que ir creciendo en cada momento, enriqueciéndose paso a pasa, realizándose en un camino en comunión. Tendrá sus dificultades, encontraremos cosas que nos cuesta realizar, nos exigirá un esfuerzo de superación, nos obligará a corregir las desviaciones que puedan ir surgiendo en el desarrollo del proyecto, no olvidar nunca y tener en cuenta siempre que es lo que estamos pretendiendo.

Pero claro en esta sociedad nuestra tan comodona, que se mueve tanto solo por lo que es fácil, un proyecto así le resulta costoso, como costoso ha sido también el poner unos buenos cimientos, pero que son necesarios para que el edificio no se nos venga abajo. Y costoso será el amor, y costoso será el aceptarnos mutuamente, y costoso es todo crecimiento para llegar a dar esos frutos de madurez.  

Mucho tendríamos que reflexionar en este sentido antes de estar buscando soluciones fáciles y rápidas que siempre nos van a dejar secuelas en la vida.

 

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