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domingo, 14 de mayo de 2017

Jesús en el evangelio nos revela el misterio de su ser, pero al mismo tiempo nos esta abriendo un camino que nos lleva a la plenitud de Dios

Jesús en el evangelio nos revela el misterio de su ser, pero al mismo tiempo nos esta abriendo un camino que nos lleva a la plenitud de Dios

Hechos 6,1-7; Sal 32; 1Pedro 2,4-9; Juan 14,1-12
¿Os habéis fijado en cuantos salvadores nos están saliendo cada día, parece que desde debajo de las piedras, que vienen ofreciéndonos con sus soluciones la salvación de la humanidad? Es cierto que se viven momentos tormentosos en el mundo de hoy; crisis de todo tipo que no son solo los problemas económicos que afectan a la vida de tantos, que ponen en peligro la estabilidad social, que provocan reacciones de todo tipo que se pueden convertir en revoluciones violentas, y nos van apareciendo por aquí y por allá como Mesías salvadores tantos que con sus soluciones  como si fueran recetas absolutas resolverían todos los problemas de la humanidad de una forma radical.
Olvidamos que nadie tiene recetas absolutas sino que lo que tendríamos que hacer es ser capaces de entendernos y que solo cuando seamos capaces de recoger lo mejor de cada uno es cuando comenzaríamos a ver un camino de salida a los momentos difíciles que vivimos. No somos portadores de verdades absolutas que tratemos de imponer como solución a los problemas que vivimos. Bien sabemos – y tendríamos que aprender de la historia – que cuando actuamos desde esas imposiciones nos convertimos en dictadores que restamos la libertad de los demás y mancillamos sus derechos humanos.
Esto nos sucede en los caminos de la vida social. Claro que eso no es cosa solo de nuestros días sino que se repite a través de la historia. ¿Y que tendríamos que decir desde el ámbito de nuestra fe y en el camino de nuestra fe y religiosidad? Una cosa si podemos decir claramente desde nuestra fe en Jesús y desde lo que nos enseña en el evangelio. Dios quiere siempre el bien del hombre y esos derechos humanos tan cacareados en nuestra sociedad moderna ya nos los ha concedido Dios desde que nos creo y nos dio nuestra dignidad humana creándonos a imagen y semejanza de Dios.
Y como se nos ha recordado siempre en Cristo se nos revela el misterio y la grandeza del ser humano. Cristo es para nosotros la verdad del hombre. Y en Cristo si que encontramos el verdadero camino para la grandeza y la dignidad del hombre, de la persona humana. Cristo que nos ha venido no solo a redimir sino también a revelarnos en toda su plenitud el misterio de Dios es en esa revelación y en esa redención donde nos abre el camino para la mayor felicidad del hombre.
Cristo, se convierte así en la única verdad absoluta del hombre, porque es el único que nos puede llevar a la mayor plenitud. Y es que la plenitud, la grandeza y la dignidad de la persona humana no lo podemos alcanzar al margen de Dios, el Dios que nos ha creado y el Dios que en Cristo nos ha redimido cuando nosotros con nuestra maldad y nuestro pecado habíamos mancillado esa dignidad de la que Dios nos había dotado.
Jesús hoy en el evangelio nos esta revelando el misterio de su ser, pero al mismo tiempo nos esta abriendo un camino que nos lleva a la plenitud de Dios. Quiere que estemos en El, que vivamos su vida, que vivamos en El. ‘Volvere y os llevare conmigo para que donde yo estoy, estéis también vosotros’, nos dice.
¿Qué tenemos que hacer? Su camino. Su camino que es su vida; su camino que es vivir su verdad, esa verdad que nos ha revelado nuestra grandeza. Es el único camino que nos lleva a esa plenitud de vida en Dios. ‘Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nos dice. Nadie va al padre sino por mi’.
Seguir su camino, vivir su vida es vivir como El vivió, es realizar las obras que El realizo. Ojala nos impregnáramos de su Espíritu, nos dejáramos conducir por su Espíritu. Nuestra vida y nuestro mundo serian distinto; lograríamos ser más felices y hacer más felices a los demás. Estaríamos construyendo un mundo mejor, de más justicia, mas autentico, sin tantas vanidades y falsedades, un mundo de solidaridad y de paz, un mundo donde viviríamos una fraternidad universal y autentica, un mundo donde iríamos desterrando tanto sufrimiento como nos angustia, un mundo mejor.
Y esa es nuestra tarea como seguidores de Jesús; en esto tenemos que empeñarnos y comprometernos sin falsos mesianismos, pero con la certeza de que tenemos una palabra decir, una mano que poner, un compromiso de vida del que no nos podemos escaquear. Hay algo que nos compromete desde lo mas hondo de nuestra vida, la fe que tenemos en Jesús como nuestro salvador y salvador del mundo. Es nuestro único salvador.

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