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miércoles, 9 de abril de 2025

¿Somos esclavos o libres? En Jesús encontraremos un sentido nuevo y distinto de la vida, la Verdad que nos hará realmente libres

 


¿Somos esclavos o libres? En Jesús encontraremos un sentido nuevo y distinto de la vida, la Verdad que nos hará realmente libres

Daniel 3, 14-20. 91-92. 95; Sal.: Dn 3, 52-56; Juan 8, 31-42

Es difícil hablar de esclavitud y de libertad. Todos hoy nos sentimos libres, es un don bien apreciado, no queremos sentirnos esclavos de nadie y porque decimos que somos libres hablamos o decimos lo que se nos ocurre, hacemos solamente aquello que nos apetezca o nos parece que es un bien para nosotros. Esclavitud como sujeción a una persona es algo que no soportamos. No entendemos, decimos, las esclavitudes habidas en otros tiempos y que realmente en la historia no hace tanto tiempo que han sido abolidas del todo. Cuando vemos imágenes o leemos algo en la historia o la literatura de esto, nos cuesta quizás entender que alguien pudiera dominar a otra persona de la forma que lo hacia para hacerlo su esclavo. Pero cuidado que nos quedemos en una visión un tanto superficial.

Pero las esclavitudes y las libertades ¿solo van por esos caminos? ¿Eres capaz en un momento dado de decirte no a una cosa que apeteces o por lo que te sientes apasionado? ¿Estará faltando una libertad interior en ti mismo? Puede ser esto una manera de comenzar a pensar que esto es algo serio y no tan superficial.

Bueno algo así les estaba pasando a los judíos cuando escuchan las palabras de Jesús que hoy se nos ofrecen en el evangelio. Junto a Jesús había un pequeño grupo de los que comenzaban a creer en El a pesar de todo aquel movimiento en contra que se estaba desencadenando en Jerusalén y que terminarían en el prendimiento de Jesús. Y a aquellos que comienzan a creer en El Jesús viene a animarles y hacerlos comprender que con El iban a encontrar un verdadero sentido para sus vidas, iban a encontrarse con la Verdad y esa Verdad que Jesús les ofrecía les haría verdaderamente libres. ‘Si permanecéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres’, les dice Jesús.

Es lo que ahora les cuesta entender y le replican que ellos nunca han sido esclavos de nadie. ¿Algo así como lo que decimos nosotros, seguimos diciendo hoy? ‘En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado es esclavo’, les replica Jesús. Es lo que les cuesta entender, lo que a nosotros nos cuesta entender.

Pecado, decimos, es una negación de Dios, pecado es hacer que otra cosa que no sea Dios lo convirtamos en dios de nuestra vida; y partimos de nosotros mismos cuando nos endiosamos con nuestro egoísmo e insolidaridad, o con nuestro orgullo y vanidad. ¿Nos creemos los más bonitos del mundo? ¿Nos creemos los únicos y los que nos sentimos por encima de todo y de todos? Es el pensar solo en nosotros mismos y cuando pensamos solo en nosotros mismos estamos destruyendo el amor en nuestra vida, no es capaz de abrirse a los demás, no es capaz de darse a los demás, no es capaz de pensar en el otro. ¿No será esto realmente una idolatría? Estamos negando a Dios, como decíamos, estamos sustituyendo a Dios por nuestro ego, nuestro capricho, nuestro orgullo, nuestra vanidad.

Y detrás vendrá como en una cascada una cantidad inmensa de cosas que convertimos en insustituibles en nuestra vida, en ídolos que nos esclavizan y nos dominan; pensemos en el materialismo de la vida y el dinero y la riqueza, pensemos en nuestros deseos de poder para desde nuestra superioridad dominar a los que nos rodean, pensemos en las pasiones que no podemos controlar sino que ellas nos controlan a nosotros empezando por la violencia o por los deseos de placer y de pasarlo bien cueste lo que cueste, sea como sea; mientras yo sea feliz, mientras yo me dé satisfacción a mi mismo, me dejo llevar por aquello que tira de mi y me está dominando porque no soy capaz de controlar y poner en orden.

Jesús viene a darnos un sentido nuevo y distinto de la vida, de lo que somos y de lo que tenemos, de nuestras relaciones con los demás y de lo que podemos hacer para que nuestro mundo sea mejor y entonces sí todos podamos ser más felices. Es la verdad que Jesús nos ofrece cuando nos habla del Reino de Dios, una verdad, como nos dice Jesús hoy, que nos hará libres.

Y esto, ya lo sabemos, es algo que nos cuesta entender y llevar a cabo. ¿Por qué? Porque no somos libres de verdad, porque no hemos llegado a entender lo que verdaderamente nos hace libres. ¿Tendríamos que pensar en el camino del amor?

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