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martes, 8 de abril de 2025

Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado

 


Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado

Números 21, 4-9; Salmo 101; Juan 8, 21-30

Y tú, ¿quién te crees que eres?, quizás hemos reaccionado alguna vez ante alguien de quien pensábamos que se arrogaba unas atribuciones que no le correspondían. Nos cuesta aceptar a los demás, y nos cuesta aceptarlos cuando se manifiestan con autoridad o queriendo manifestarnos que saben lo que hacen. Son las desconfianzas podríamos decir normales que algunas veces surgen, en ocasiones porque estamos escarmentados de engaños y de vanidades, o porque queremos estar seguros de en quien confiamos.

¿Les costaba aceptar a Jesús como Mesías a sus contemporáneos? ¿Realmente entenderían lo que Jesús quería decirles dadas las prevenciones y los prejuicios que tenían sobre lo que tenía que significar el Mesías? La gente sencilla le seguía porque sentían que renacían sus esperanzas; los que se creían más entendidos y que quizás se habían rodeando de ciertos privilegios pasaban por una criba las palabras y los gestos de Jesús no queriendo entender ni aceptar lo que Jesús les decía que en cierta manera trastocaba muchas costumbres y rutinas sobre las que habían edificado su vida. Por eso le preguntaban ‘¿y quién eres tú?’ algo así como aquello que nos decíamos al principio ¿y quien te crees que eres tú?

Como nos cuenta entender a nosotros cuando nos sacan de nuestras rutinas de siempre, cuando se nos hacen planteamientos nuevos, cuando vemos con toda su crudeza la radicalidad del evangelio que nos exige cambios profundos en nuestra vida que nos den más autenticidad a lo que hacemos y vivimos, a nuestra manera de vivir nuestro sentido religioso. No queremos cambios, son revolucionarios para nosotros y siempre le tenemos miedo a las revoluciones porque parece que vienen cargadas de violencia. Pero lo que Jesús nos trae no es violencia que destruye, es fuego que nos transforma, es agua nueva que nos revitaliza cuando tan muertos estamos, cuando nos ilumina haciéndonos encontrar la verdadera luz porque muchas veces solo nos dejamos iluminar por luces ilusorias que se convierten en opacas. La violencia tenemos que hacérnosla a nosotros mismos para salir de esa vida anquilosada en que vivimos.

Les era difícil en ocasiones entender las palabras de Jesús. Ahora les habla de que se irá a donde ellos no pueden ir, de que lo buscarán y no lo encontrarán, palabras para las que hay que tener una sensibilidad especial para entenderlas, una sensibilidad nacida de la confianza y de la fe en El que les faltaba. Finalmente les dirá que cuando sea elevado en alto entonces comprenderán quien es.

Una referencia en cierto modo a lo que hemos escuchado en la primera lectura de aquel episodio acaecido en el desierto; en la reticencia con que muchas veces caminaban en aquellas largas jornadas de desierto se ven atacado por unas serpientes venenosas; acuden a Moisés, acuden a Yahvé, y Moisés levanta en algo aquella serpiente de bronce en medio del campamento como un signo o como señal; sienten sobre ellos la misericordia del Señor, no mueren como consecuencia de la mordedura de aquellas serpientes; todo ello va a ser un signo profético al que ahora hace referencia Jesús; será El quien va a ser levantado en algo, referencia a su muerte en Cruz, y entonces en verdad podrán comprender el sentido de su vida, podrán comenzar a creer en quien da su vida por nosotros aunque seamos pecadores.

‘Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada’.

Por eso nosotros levantamos nuestros ojos hacia lo alto del madero, porque sabemos bien quien es el que allí está crucificado. Ahí comprendemos todo el misterio de Dios que se manifiesta en Jesús, ahí comprendemos toda la autoridad de Jesús que dio su vida por nosotros, ahí comprendemos quien es Jesús que es nuestro Salvador. A los judíos les costaba entender estas palabras de Jesús pero el evangelista nos dice sin embargo que a partir de ese momento muchos creyeron en El. Una sintonía especial para creer en Jesús; como la tuvo aquel centurión romano que tras la muerte de Jesús en la Cruz proclama que quien ha muerto allí es el Justo, que viene a decir que es nuestro Salvador.

Tratemos de conocer más a Jesús, entremos en su sintonía, para dejarnos transformar por esa fe que en El ponemos.

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