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lunes, 1 de diciembre de 2025

Con fe y esperanza tenemos la seguridad de encontrar la luz en este camino oscuro de la vida haciendo verdadera navidad porque Jesús está en medio de nosotros hoy

 


Con fe y esperanza tenemos la seguridad de encontrar la luz en este camino oscuro de la vida haciendo verdadera navidad porque Jesús está en medio de nosotros hoy

Isaías 4, 2-6; Salmo 121; Mateo 8, 5-11

Necesitamos una fe que nos abra la puerta a la confianza, que nos dé seguridad en el camino emprendido aunque sean muchas las oscuridades que tengamos que atravesar, pero que al mismo tiempo nos hace humildes y agradecidos.

La vida que vivimos no siempre es algo que podamos disfrutar en todo su sentido; bien porque en nosotros mismos nos encontramos debilidades y carencias que parece que nos impiden alcanzar aquello en lo que soñamos y también porque lo que nos rodea no siempre contribuye a que en verdad seamos felices. Es una barahúnda de cosas a nuestro alrededor que no siempre contribuyen a esa paz que tanto necesitamos; nos encontramos con una complejidad de planteamientos en el sentido que cada uno le da a lo que hace o a lo que es su vida que si no estamos bien asentados en unos principios y valores sólidos nos sentimos desconcertados y desorientados.

¿Adonde acudimos? ¿A quién creemos? ¿Qué es de todo eso lo que nos va a dar un verdadero sentido a nuestra vida? ¿Podemos tener en verdad esperanza de lograr un mundo mejor, si realmente ni nos ponemos de acuerdo sino que andamos enfrentados los unos a los otros? Ahí tenemos la crispación en que se vive en nuestra sociedad y aquellos lugares que están llamados al diálogo para encontrar entre todos la mejor salida a las situaciones difíciles que vive nuestra sociedad realmente se convierte en un infierno de violencias en las palabras y en descalificaciones.

Con esta cruda realidad de lo que estamos haciendo en la vida y en nuestra sociedad estamos comenzando este tiempo de Adviento, que llamamos tiempo de esperanza. Hemos de saber encontrarle un verdadero sentido que nos haga ir al encuentro de un mundo nuevo que entre todos construyamos. Los profetas del Antiguo Testamento que hablaban también a un pueblo desconcertado y que trataban de alentar la esperanza con el anuncio de la venida del Mesías también nos ayudan en este camino que hoy tenemos que realizar. Cuidado que la forma de entender de muchos la navidad sea también como una pantalla que nos dé la apariencia de buenos deseos de paz en estos días, pero que no lleguemos a sentir de verdad esa transformación que Jesús quiere realizar con su venida en nuestros corazones.

Por eso hablaba en ese como resumen de ideas del principio de ese camino lleno de sombras que tenemos que atravesar con paso seguro desde esa fe y esa esperanza que anima nuestra vida cristiana. Contemplamos a un hombre, no precisamente de religión judía pues era un centurión romano, que desde la situación amarga que vive en su casa con su criado enfermo sabe acudir a Jesús buscando la salvación. Y ahí esta el hermoso ejemplo de este hombre, del que al final Jesús dirá que en todo Israel no ha encontrado una fe como la de este centurión romano.

Cree en Jesús y tiene la seguridad de la respuesta de Jesús, para quien solo bastará una palabra. No se siente digno de que Jesús vaya a su casa y diríamos que no solo por su condición de pagano de lo que es muy consciente conociendo además las prevenciones que los judíos tenían ante la casa de los paganos, sino por el sentido de humildad que envuelve su vida. Actúa con confianza y es él quien se pone en camino para venir al encuentro con Jesús, aunque Jesús no tenga ninguna prejuicio para ir a la casa del pagano para curar a su criado – ‘voy yo a curarlo’, que dice Jesús -, pero ya de antemano se siente agradecido por la obra maravillosa que Jesús va a realizar.

¿Es así la confianza y la esperanza que despierta la fe en nosotros? ¿Nos sentiremos en verdad seguros de ese actuar de Dios en nuestra vida y en nuestro mundo? Nos sucede tantas veces que no pedimos con confianza, que no somos perseverantes en nuestra oración. Pero además humildad, no somos dignos, pedimos pero no exigimos, tenemos confianza pero aceptamos lo que es la voluntad de Dios que siempre nos dará más y algo mejor que lo que pedimos.

Hagamos una mirada retrospectiva a lo que han sido las diversas situaciones difíciles por las que hemos tenido que atravesar por la vida y, aunque sea como decimos a toro pasado, seamos capaces de reconocer ese actuar de Dios en nosotros y seamos agradecidos; necesitamos detenernos a contemplar ese actuar de Dios en nuestra vida que se ha manifestado algunas veces de manera casi imperceptible, pero que hemos de reconocer ese actuar y esa misericordia de Dios.

¿Por qué no vamos a pensar que también en este camino oscuro que ahora vivimos podremos encontrar la luz? ¿No tendría que ser esto lo que en verdad nos prepare para una auténtica navidad porque sintamos viva la presencia de Jesús hoy en nosotros?


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