Escuchemos
esa Palabra que se nos anuncia como en verdad lo tiene que ser para nosotros,
Palabra de Dios que nos está hablando hoy a nuestra vida concreta
Baruc 1,15-22; Salmo 78; Lucas 10,13-16
Es como si me lo hicieras a mí. Es la reacción que solemos tener cuando sentimos que
se ofrende, por ejemplo, a alguien a quien nosotros queremos mucho; son las
reacciones que tenemos cuando nos ‘tocan’ a nuestra madre, por decirlo de
alguna manera, y salimos en su defensa, porque es nuestra madre, y lo sentimos
como algo que nos hacen a nosotros mismos; es también una reacción cuando hay
una amistad profunda entre dos personas que se sienten muy unidas de manera que
casi las cosas de uno son como si fueran de los dos. ‘Me estás ofendiendo a
mi’, les decimos y eso no lo puedo aguantar. Por extensión así nos afectan
las cosas de nuestro pueblo y son las reacciones que tenemos muchas veces entre
pueblos vecinos, donde defendemos lo nuestro, las cosas de nuestro pueblo como
si tocaran cosas nuestras personales.
Es lo que nos está expresando Jesús de
la recepción o no que se haga de sus palabras, pero sobre todo de aquellos que
como enviados suyos nos traen la buena nueva del Evangelio. De ahí nace también
la valoración y el respeto que los cristianos tenemos por nuestros pastores,
porque los vemos como enviados de Jesús para ofrecernos la gracia de la salvación.
Este texto intercalado aquí en el
evangelio en la valoración que se está haciendo de la acogida al evangelio que
se tiene en algunos lugares de Galilea, tiene también esa amplitud más abierta
y universal en referencia a los que son los enviados de Jesús para el anuncio
del evangelio; cosa que, por supuesto, tendría que hacernos pensar en la
acogida que hacemos del mensaje de Jesús en nuestras vidas, la importancia que
le damos a la Palabra de Dios y cómo hacemos que sea semilla plantada en la
buena tierra de nuestro corazón para hacerle dar fruto.
Como decíamos, en este texto se parte
de la respuesta que están dando al anuncio del Reino de Dios en algunos lugares
de Galilea. Hemos visto cómo la gente acogía la palabra y la enseñanza de
Jesús, cómo se entusiasmaban por escucharle y por estar con El, cómo cuando
contemplaban los milagros que Jesús hacia curando a los enfermos o expulsando a
los demonios ellos sabían ver un signo de la presencia de Dios en medio de
ellos. ‘Dios ha visitado a su pueblo’, exclamaban en muchas ocasiones.
Pero bien contemplamos en algunas
ocasiones que esos entusiasmos eran pasajeros; ya Jesús nos había señalado en
la parábola del Sembrador, como no siempre la tierra estaba preparada para
recibir la semilla, y la caída en el borde del camino se la comían las aves del
cielo y lo daba fruto, la caída entre pedregales o zarzales pronto se secaba
por falta de buena tierra donde enraizarse esa nueva planta del Reino de Dios
que iba brotando en los corazones de quienes la escuchaban. No siempre se
recogía el fruto al ciento por uno.
Es lo que ahora detectamos en este
texto en relación a aquellos pueblos de Corozaín y Betsaida, en los alrededores
del lago de Tiberíades o en el propio Cafarnaún. Muchos milagros había
realizado Jesús en aquellos lugares, mucha había sido su presencia cuando
caminaba aquellos caminos de Galilea, pero no siempre dan fruto; pronto se
secaba aquella planta del Reino de Dios, porque pronto olvidaban las acciones
de Dios en medio de ellos.
Es la queja de Jesús, es la nueva
invitación que está haciendo Jesús, es la persistencia de la presencia y
predicación de Jesús en aquellos lugares. Pero no lo podemos mirar como hechos acaecidos
en la lejanía de los tiempos y lugares. Somos nosotros hoy los que escuchamos
esa Palabra de Dios, en medio de nosotros también se están realizando esos
signos de Dios que no siempre sabemos descubrir; también nosotros muchas veces
nos ponemos críticos ante el anuncio que nos hace la Iglesia o ante la
invitación que nos hacen nuestros pastores; tantas veces damos la vuelta, no
queremos escuchar, no nos dejamos interpelar, ponemos nuestros ‘peros’ y
nuestras pegas, nos hacemos oídos sordos.
¿Escucharemos esa Palabra que se nos
anuncia como en verdad lo tiene que ser para nosotros Palabra de Dios que nos
está hablando hoy?
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