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miércoles, 19 de marzo de 2025

Aprendamos del silencio de san José que es aprender de su fe para abrir nuestro corazón a Dios y aun en medio de la oscuridad sentirlo siempre a nuestro lado

 


Aprendamos del silencio de san José que es aprender de su fe para abrir nuestro corazón a Dios y aún en medio de la oscuridad sentirlo siempre a nuestro lado

2Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16; Salmo 88; Romanos 4, 13. 16-18. 22; Mateo 1, 16. 18-21

La fe ni es refugio conformista ni es pasividad, la fe no siempre nos aclara las dudas e interrogantes a la primera ni nos libera de tensiones en el espíritu para adormecernos en ante los problemas; la fe es camino que se abre ante nosotros dando firmeza a nuestros pasos, la fe nos da seguridad incluso cuando parece que hayamos perdido toda esperanza y dando trascendencia a lo que hacemos o vivimos llena de sentido nuestra vida; la fe es búsqueda pero también apertura del corazón para encontrar respuestas. No siempre es fácil mantenernos en la fe que profesamos, pero nos hace sentir que más allá de las soledades en que nos encontremos en la vida hay un Dios que siempre está a nuestro lado caminando con nosotros.

Hoy miramos a un hombre íntegro y maduro en su fe que a pesar de su silencio mucho tiene que enseñarnos y que es para nosotros modelo de ese camino de silencio que tantas veces tendremos que hacer en nuestra vida, sin aspavientos y sin llamar la atención pero con la conciencia de una gran misión. Estamos celebrando a san José, el esposo de María, el padre de Jesús porque esa fue la misión que se le confió sobre la tierra.

Comencemos por observar su silencio. No hay palabras de José en el evangelio. Sin embargo es mucho lo que nos está hablando con su silencio. En silencio, y algunas veces pareciera que en soledad, va afrontando los diferentes problemas que le van apareciendo en la vida. No hace aspavientos con los problemas sino que en silencio va rumiándolos en su corazón. Son oscuridades llenas de sueños, porque sueños tenemos todos en la vida en nuestras aspiraciones y deseos. Pero en san José pareciera que todo se va truncando porque ni entiende lo que pasa con María y de entrada encuentra pocas respuestas; prefiere que todo se quede en silencio porque a nadie quiere hacer daño. Pero no son los sueños de lo que El desee sino un nuevo sueño venido del cielo el que hable a su corazón.

No se ha cerrado a la presencia ni a la voz de Dios que ahora maravillosamente se le manifiesta. El misterio se le revela pero es para él ponerse en camino; un camino en el que luego le irán apareciendo nuevos tramos pero que El está dispuesto a asumir. Primero recoge a María, su mujer, en su casa, aunque le cuesta entender el misterio, pero se fía de la revelación de Dios. Era el designio de Dios que él obedece y que le compromete.

El camino seguirá en dirección a Belén, como posteriormente será el destierro en Egipto. Poco a poco parece que se va diluyendo la figura de José, y aunque a El no se le ha anunciado una espada que le atraviese el alma, como a María, tendrá el sufrimiento de los caminos en silencio, como lo será el silencio de su vida en Nazaret. Alguien un día mencionará que aquel nuevo profeta de Galilea es el hijo del carpintero, así sin nombre y sin ningún otro reconocimiento. Grande fe el camino recorrido como compromiso de su fe.

El también en silencio buscaba a Dios, aunque pareciera que había perdido a Dios con la pérdida de Jesús; pudiera parece que se pierden las esperanzas pero será constante en su búsqueda contra toda esperanza,  como un día buscaría al niño perdido hasta encontrarlo en el templo en medio de los doctores. ‘¿No sabías que tu padre y yo te andábamos buscando?’, no serán sus palabras sino las de María pero que reflejan bien lo que la fe fue búsqueda también para José.

¿Estaremos viendo nuestros recorridos por la vida con sus oscuridades y con sus sueños, con nuestras esperanzas perdidas en ocasiones y con nuestras dudas, con nuestros problemas y con nuestros tormentos, con esos momentos de soledad y silencio cuando nos parece que ni de la tierra ni del cielo nos llega ninguna señal, o cuando se abren ante nosotros caminos inciertos en los que no sabemos qué calvario vamos a encontrar?

Aprendamos del camino de José, aprendamos de su fe que también va creciendo y madurando para encontrar esa fortaleza del espíritu, no le hace cruzarse de brazos desde la pasividad ni ser conformista esperando que otros le den soluciones, sino que tenemos que aprender a ir poniéndonos en camino de búsqueda abriendo nuestro corazón para sentir a Dios que siempre estará a nuestro lado.

 

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