Las
señales del Reino de Dios las podemos encontrar también en el bien hacer y en
la buena voluntad de los otros aunque no sean de los nuestros
Eclesiástico 4, 11-19; Salmo 118; Marcos 9,
38-40
¿Acaso nos creeremos insustituibles y
poseedores exclusivos de la bondad y de las cosas buenas? Algunas veces nos lo
creemos, nadie hace las cosas como nosotros, si yo no lo hago no habrá nadie
que lo haga, quien no es como yo o de los de mi grupo no será capaz de hacer
algo bueno. Parecen posturas muy orgullosas y muy discriminatorias, pero somos así
en muchas ocasiones. Además es algo que palpamos en la sociedad, en los grupos
sociales, en los que se denominan dirigentes en cualquier aspecto de la vida
social que nunca admitirán que el adversario pueda hacer algo bueno o en bien
de la sociedad, sino que siempre estarán movidos por sus intereses; las
ideologías que se creen únicas poseedoras del bien, de la justicia, del orden
social terminan siendo de alguna manera dictadores en la imposición de sus
ideas y planteamientos y no respetarán el pensamiento de los demás. Lo estamos
viendo cada día.
Nos puede pasar en muchos aspectos de
la vida, pero cuidado los cristianos que también nos creamos poseedores
exclusivos del bien y de la verdad. Nos alerta hoy el evangelio en la postura
que han tomado algunos de los discípulos de Jesús llevados quizás inocentemente
y con buena voluntad de un celo por Jesús y lo que enseñaba y hacía Jesús.
Vienen a contarle que han visto a
algunos que no son del grupo precisamente de los que siguen a Jesús que hacen
milagros y lo hacen en el nombre de Jesús. ¿Cómo es posible que haya quien sin
ser seguidor de Jesús haga también milagros y lo quieran hacer en el nombre de
Dios? Es lo que piensan aquellos discípulos, digo con buena intención, y se lo prohíben
a quien han visto realizar tales cosas y es lo que vienen a contarle a Jesús.
Ya hemos escuchado la reacción de Jesús
ante esta ‘inocencia’ – llamémoslo así – de los discípulos. ‘No se lo
impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal
de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro’ les dice Jesús.
¿Están realizando algunas de las señales del Reino de Dios, aquello que había
anunciado Jesús allá en la sinagoga de Nazaret? Dejemos pues que proliferen esos
signos del Reino de Dios, porque significa que algo está cambiando en el corazón
de los hombres. Y es lo que Jesús ha venido a realizar, ojalá todos fuéramos
capaces de realizar esos signos, ojalá todos diéramos muestras por las
actitudes y las acciones de nuestra vida de que estamos viviendo el sentido del
Reino de Dios.
Allí donde está el bien y la verdad, allí
nos apuntamos. Dejemos a un lado esos exclusivismos que manifiestan el orgullo
que aun llevamos dentro y que no son señales de que en verdad nosotros vivimos
ese Reino de Dios. Desgraciadamente muchas veces los grupos cristianos hemos
reflejado demasiado esos exclusivismos y esos orgullos de la vida. Sepamos
descubrir y valorar lo bueno allí donde esté, aunque no sean de los nuestros,
aunque no se sientan integrados en la Iglesia, aunque lo hagan sin tener en
cuenta a Dios en sus vidas.
Respetemos lo bueno, valoremos lo
bueno, unámonos sin ninguna reticencia con todo el que haga el bien,
colaboremos en lo que sea necesario en nuestra sociedad para hacer que las
cosas marchen, que haya mejor entendimiento entre todos, para dar un
empujoncito junto a la mano de quien sea por hacer que nuestra sociedad y
nuestro mundo sea mejor, aunque piensen distinto, aunque tengas otras
ideologías, aunque se consideren de otra religión. Cuidado con algunas
reticencias y desconfianzas que seguimos manteniendo en nuestro interior y que
también algunas veces se manifiestan de alguna manera.
Lejos tienen que estar de nosotros
aquellos tiempos de apologética queriendo que todos entraran por nuestro carril
e incluso nos convertíamos en inquisidores de los que con buena voluntad
pensaban religiosamente distinto, pero que también querían hacer el bien. Creo
que esos tiempos y esas posturas tienen quedar atrás, aunque algunas veces nos
cueste con tanta diversidad que encontramos en nuestro entorno. Respetémonos y
colaboremos, hagamos entre todos un mundo mejor; las señales del Reino de Dios
las podemos encontrar también en el bien hacer y en la buena voluntad de los
otros.
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