miércoles, 26 de febrero de 2025

Las señales del Reino de Dios las podemos encontrar también en el bien hacer y en la buena voluntad de los otros aunque no sean de los nuestros

 

Las señales del Reino de Dios las podemos encontrar también en el bien hacer y en la buena voluntad de los otros aunque no sean de los nuestros

Eclesiástico 4, 11-19; Salmo 118; Marcos 9, 38-40

¿Acaso nos creeremos insustituibles y poseedores exclusivos de la bondad y de las cosas buenas? Algunas veces nos lo creemos, nadie hace las cosas como nosotros, si yo no lo hago no habrá nadie que lo haga, quien no es como yo o de los de mi grupo no será capaz de hacer algo bueno. Parecen posturas muy orgullosas y muy discriminatorias, pero somos así en muchas ocasiones. Además es algo que palpamos en la sociedad, en los grupos sociales, en los que se denominan dirigentes en cualquier aspecto de la vida social que nunca admitirán que el adversario pueda hacer algo bueno o en bien de la sociedad, sino que siempre estarán movidos por sus intereses; las ideologías que se creen únicas poseedoras del bien, de la justicia, del orden social terminan siendo de alguna manera dictadores en la imposición de sus ideas y planteamientos y no respetarán el pensamiento de los demás. Lo estamos viendo cada día.

Nos puede pasar en muchos aspectos de la vida, pero cuidado los cristianos que también nos creamos poseedores exclusivos del bien y de la verdad. Nos alerta hoy el evangelio en la postura que han tomado algunos de los discípulos de Jesús llevados quizás inocentemente y con buena voluntad de un celo por Jesús y lo que enseñaba y hacía Jesús.

Vienen a contarle que han visto a algunos que no son del grupo precisamente de los que siguen a Jesús que hacen milagros y lo hacen en el nombre de Jesús. ¿Cómo es posible que haya quien sin ser seguidor de Jesús haga también milagros y lo quieran hacer en el nombre de Dios? Es lo que piensan aquellos discípulos, digo con buena intención, y se lo prohíben a quien han visto realizar tales cosas y es lo que vienen a contarle a Jesús.

Ya hemos escuchado la reacción de Jesús ante esta ‘inocencia’ – llamémoslo así – de los discípulos. ‘No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro’ les dice Jesús. ¿Están realizando algunas de las señales del Reino de Dios, aquello que había anunciado Jesús allá en la sinagoga de Nazaret? Dejemos pues que proliferen esos signos del Reino de Dios, porque significa que algo está cambiando en el corazón de los hombres. Y es lo que Jesús ha venido a realizar, ojalá todos fuéramos capaces de realizar esos signos, ojalá todos diéramos muestras por las actitudes y las acciones de nuestra vida de que estamos viviendo el sentido del Reino de Dios.

Allí donde está el bien y la verdad, allí nos apuntamos. Dejemos a un lado esos exclusivismos que manifiestan el orgullo que aun llevamos dentro y que no son señales de que en verdad nosotros vivimos ese Reino de Dios. Desgraciadamente muchas veces los grupos cristianos hemos reflejado demasiado esos exclusivismos y esos orgullos de la vida. Sepamos descubrir y valorar lo bueno allí donde esté, aunque no sean de los nuestros, aunque no se sientan integrados en la Iglesia, aunque lo hagan sin tener en cuenta a Dios en sus vidas.

Respetemos lo bueno, valoremos lo bueno, unámonos sin ninguna reticencia con todo el que haga el bien, colaboremos en lo que sea necesario en nuestra sociedad para hacer que las cosas marchen, que haya mejor entendimiento entre todos, para dar un empujoncito junto a la mano de quien sea por hacer que nuestra sociedad y nuestro mundo sea mejor, aunque piensen distinto, aunque tengas otras ideologías, aunque se consideren de otra religión. Cuidado con algunas reticencias y desconfianzas que seguimos manteniendo en nuestro interior y que también algunas veces se manifiestan de alguna manera.

Lejos tienen que estar de nosotros aquellos tiempos de apologética queriendo que todos entraran por nuestro carril e incluso nos convertíamos en inquisidores de los que con buena voluntad pensaban religiosamente distinto, pero que también querían hacer el bien. Creo que esos tiempos y esas posturas tienen quedar atrás, aunque algunas veces nos cueste con tanta diversidad que encontramos en nuestro entorno. Respetémonos y colaboremos, hagamos entre todos un mundo mejor; las señales del Reino de Dios las podemos encontrar también en el bien hacer y en la buena voluntad de los otros.

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