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jueves, 12 de diciembre de 2024

Dejémonos empapar por la sabiduría del evangelio, suave brisa para nuestra vida que nos hará disfrutar de lo esencial y lo que crea verdadera humanidad

 


Dejémonos empapar por la sabiduría del evangelio, suave brisa para nuestra vida que nos hará disfrutar de lo esencial y lo que crea verdadera humanidad

Isaías 48, 17-19; Salmo 1; Mateo 11, 16-19

Parece como si siempre estuviéramos a la contra. Es cierto que es bueno que queramos nuestra autonomía, que actuemos con libertad sin dejarnos arrastrar por presiones, que tenemos que formarnos nuestros criterios formando y fortaleciendo nuestra conciencia y actuar en consecuencia, la vida nos va dando una sabiduría y la experiencia es buena maestra y tenemos que aprender bien las lecciones, pero aun así no podemos creernos autosuficientes que nos valemos por nosotros mismos y no necesitamos de nada ni de nadie.

El que tengamos unos criterios no significa que tengamos que mostrarnos como unos rebeldes en la vida que van en contra de todo; podemos, es cierto, hacer nuestra valoración de lo que vemos, de lo que se nos ofrece o de lo que sucede, pero también hemos de tener la suficiente permeabilidad como para escuchar y querer aprender, porque siempre podemos encontrar algo nuevo y mejor que nos haga profundizar en lo que ya son nuestros pensamientos. Por eso es tan importante y nos lo hemos de tomar con gran seriedad y responsabilidad el diálogo que entablamos con los demás, con los que nos enseñan o dirigen para ir creciendo de verdad en esa sabiduría de la vida.

Hay gente que se cierra; es mi punto de vista, nos dicen, y de ahí no quieren salir, ni siquiera abrir una ventana para dejar que entren unos aires nuevos; una cerrazón así es autosuficiencia, es una manifestación de orgullo, y nos hará difícil el camino con los que están a nuestro lado y puedan tener otras opiniones.

El evangelio de Jesús quiere ser esa brisa fresca que nos llega a nuestra vida y nos ayudará a disfrutar de lo que verdaderamente es esencial. Una brisa fresca que nos deja un aire nuevo que nos hará respirar mejor en la vida, porque nos dará una visión nueva, porque nos hace descubrir un sentido nuevo para lo que hacemos y para lo que vivimos, que nos abre caminos para una nueva relación, para una mejor convivencia, para que nos sintamos en verdad a gusto caminando juntos, nos hará crecer más como personas y hará que vivamos con mayor y mejor sentido esa libertad de la que queremos disponer. Como nos dirá Jesús en otra ocasión ‘la verdad nos hará libres’. ¿Qué es la libertad? ¿En qué consiste esa libertad?

La pregunta queda en el aire, como aquella otra que Pilatos se hacia ante Jesús cuando este le hablaba de la verdad, y que El había venido para dar testimonio de la verdad. Y Jesús nos da testimonio de esa libertad con su propia vida porque nunca lo que Jesús nos ofrece va a ser opresión para nadie; ni opresión para los demás porque el amor nunca exigirá de malas maneras, aunque el amor siempre será exigente de nuevas posturas, de mejor trato, de mayor humanidad, ni será opresión para nosotros mismos porque nos va a ayudar a arrancar de los más hondo de nosotros mismos aquellas cosas que nos oprimen o aquellas cosas que crean esclavitudes en nosotros mismos. Como nos anunciará en la sinagoga de Nazaret ha venido ‘para anunciar la liberación a los oprimidos’. Es el perdón que Jesús nos ofrece y que nos enseña a ofrecer siempre a los demás.

Pero ¿escuchamos nosotros el mensaje de Jesús o estaremos como los niños de la plaza en la alegoría que nos ofrece que nunca harán lo que los compañeros de juegos les ofrecen? ‘Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado’. Como les dice a continuación no quisieron escuchar a Juan porque les parecía muy duro y exigente, pero ahora tampoco quieren escuchar a Jesús porque se muestra misericordioso con los pecados y a todos se acerca; lo más que saben hacer es querer descalificarlo diciendo que es un comilón y borracho porque come con los publicanos y los pecadores.

¿No nos sucederá de alguna manera a nosotros en nuestro camino de Iglesia? Nunca todos estamos de acuerdo o pensamos que es de nuestro gusto ni el Papa sea quien sea, ni el obispo ni el sacerdote de nuestra parroquia. Siempre queremos estar haciendo nuestro juicio y nuestra valoración pero al final no tenemos tampoco las ideas claras de lo que queremos o buscamos. ¿Nos dejaremos empapar algún día de la sabiduría del evangelio?

 

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