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jueves, 12 de diciembre de 2024

Tenemos que saber escuchar, saber ir con corazón libre al encuentro con la Palabra de Dios dispuesto a ser ese odre nuevo para el vino nuevo del evangelio

 


Tenemos que saber escuchar, saber ir con corazón libre al encuentro con la Palabra de Dios dispuesto a ser ese odre nuevo para el vino nuevo del evangelio

Isaías 41, 13-20; Salmo 144; Mateo 11, 11-15

Muchas veces todo lo que escuchamos no es lo que realmente ha sucedido; escuchamos, por ejemplo, un estruendo, es una pared que se derrumbó dicen algunos, otros nos dirán que fue una explosión, que fue una ráfaga de viento fuerte, que fue un avión que pasó y nos dejó su zumbido, que fue un trueno… y así seguimos escuchando muchas cosas. Pero claro que no me estoy refiriendo a esos sonidos que de esa manera llegan a nuestros oídos, sino que son las interpretaciones que nos podemos hacer de lo que nos dicen o nos cuentan, nos quedamos en la literalidad de las palabras o por lo que en otras ocasiones hemos escuchado nos hacemos nuestra interpretación, nos dejamos llevar por lo que previamente nosotros pensamos o escuchamos lo que otros nos dicen que dijo o quiso decir. Es importante pero no es fácil en muchas ocasiones; muchas veces puede ser causa de conflictos posteriores dentro de nosotros mismos, o en nuestras relaciones con quien nos quiso decir algo o con las personas que nos rodean.

‘El que tengo oídos, que oiga’, nos dice hoy Jesús en el evangelio, pero que es sentencia que nos repite en diversas ocasiones. Tenemos que tomarnos en serio lo que escuchamos, tenemos que tomarnos en serio las palabras de Jesús, tenemos que tomarnos en serio la Buena Noticia, el Evangelio que trata de trasmitirnos, no nos lo podemos tomar con superficialidad. Quedarnos en lo que nos parece que hemos oído, que muchas veces solo escuchamos según nuestros intereses, que también tenemos nuestras ideas preconcebidas, que nos hacemos nuestras interpretaciones. ¿No es lo que les sucedía entonces a los judíos que tenían una idea preconcebida de lo que iba a ser el Mesías y se quedaban entonces desconcertados con lo que veían en Jesús?

Hoy nos ha hablado Jesús de Juan Bautista del que hace grandes elogios. La liturgia nos ofrece esta palabras de Jesús en el contexto del tiempo del Adviento que vamos recorriendo y donde tan importante es la figura del Mesías, que vino a preparar los caminos del Señor. En ese sentido ha ido la lectura del profeta que hoy se nos ha ofrecido.

Hoy nos dice Jesús de Juan que nadie más grande que él ha nacido de mujer; nos habla también del profeta Elías que todos tenían la creencia que había de venir antes de la llegada del Mesías y Jesús nos dice que Elías es Juan, si es que queremos creerlo. En otro momento del evangelio volverá a hablarnos en ese sentido. Las palabras de Jesús hoy están enmarcadas en aquel momento en que Juan había enviado desde la cárcel a algunos de los discípulos que aun le seguían con la pregunta a Jesús si era El en verdad a quien esperaban, en una palabra, si era el Mesías anunciado.

Y nos habla Jesús de la violencia que sufre el anuncio del Reino de los cielos en una cierta referencia a la misma oposición que Jesús iba encontrando en ciertos sectores a su evangelio. Solo los esforzados lograran alcanzarlo, nos dice, que no significa que por la violencia tengamos que imponer el Reino de Dios, sino la violencia que tenemos que hacernos a nosotros mismos para superarnos y vivir los valores que nos ofrece; demasiado a lo largo de los tiempos no hemos sabido escuchar y entender estas palabras de Jesús y hemos querido imponer lo que solo tiene que ser una oferta de gracia.

Es por lo que nos está diciendo Jesús que el que tenga oídos, que oiga. Tenemos que saber escuchar, tenemos que saber ir con corazón libre al encuentro con la Palabra de Dios; corazón libre que es esa humildad y vacío de  nosotros mismos con que tenemos que escuchar; corazón libre que no se deja influir, que no pierde su libertad, que acoge con sencillez, que va con apertura deseoso de recibir vida, no condicionado por intereses de nuestra vida o lo que nos parece que a nosotros nos conviene, liberado de nuestras viejas historias para poder acoger la novedad que siempre es el evangelio que Jesús nos ofrece, dispuesto a ser ese odre nuevo para el vino nuevo del evangelio, buscando siempre esos caminos de amor que Jesús quiere trazar para nuestra vida.

 

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