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lunes, 9 de diciembre de 2024

Dejemos que Jesús nos libere desde lo más hondo y nos levante de nuestras camillas para mantener viva nuestra esperanza siendo camilleros de la esperanza para los demás

 


Dejemos que Jesús nos libere desde lo más hondo y nos levante de nuestras camillas para mantener viva nuestra esperanza siendo camilleros de la esperanza para los demás

Isaías 35, 1-10; Salmo 84; Lucas 5, 17-26

Qué terrible es perder la esperanza; cuando parece que todos los problemas se acumulan sobre tu cabeza nos sentimos como paralizados y no hay manera de que seamos capaces de ver un rayo de luz, una salida. Puede parecer exagerado pero nos sucede muchas veces en la vida; no sabemos qué hacer; o nos resignamos o nos llenamos de amargura y arremetemos contra todo y contra todos. Una enfermedad que nos sobreviene y que parece grave nos paraliza y nos hace temer lo peor; no son ya las imposibilidades físicas que nos vayan apareciendo, es que humanamente nos sentimos hundidos y fracasados, espiritualmente perdemos todo norte en la vida. Son los problemas personales o son los problemas que nos van surgiendo en la familia, son tantas cosas… Decimos, son las depresiones que nos sobrevienen, pero es algo muy hondo el no tener esperanza.

Y muchas veces no es porque nos sucedan personalmente cosas graves, sino que nos sucede contemplando los derroteros de la vida, de la sociedad, la pobreza o la miseria que hay a nuestro alrededor mientras al tiempo contemplamos otras cosas escandalosas en quienes tendrían que solucionar problemas en la sociedad. Creo que todos entendemos que muchas veces la gente ande sin esperanzas, sin ilusiones, sin poner ya sus esfuerzos por hacer que las cosas sean de otra manera. ¿No andará un poco así nuestra sociedad, nuestro mundo? ¿Y qué respuesta podemos dar a todo eso? ¿Este camino de adviento que estamos recorriendo podrá ayudarnos?

Os confieso que yo también estoy buscando. Estas reflexiones que me hago y comparto van surgiendo también de lo que llevo en mi interior y de mis búsquedas. Por eso me hago estas reflexiones previas que quieren partir de lo que es el camino de la vida. Quiero encontrar en la Buena Noticia que tiene que ser el evangelio para mí y para todos hoy esa luz que me ilumine y ayude en ese camino de búsqueda de esperanza, de deseos de despertar esperanzas.

El evangelio nos presenta a Jesús rodeado de gente que le escucha; allí están también fariseos y maestros de la ley venidos de todos los rincones; unos hombres portan en una camilla a un hombre paralítico para que Jesús lo cure. Sentirse paralítico sin poder valerse por sí mismo es algo muy duro; difícilmente hay recuperación, y menos en aquellos tiempos, con lo que las esperanzas tenían que estar por el suelo. Parecía que un rayo de luz se encendía con la buena voluntad de aquellos que lo portaban hasta Jesús porque por sí mismo nunca hubiera podido, pero de nuevo se encuentran con un muro en toda aquella gente que se agolpa a la puerta e impiden el paso pareciendo que de nuevo las sombras se cernían sobre su discapacidad.

El evangelista nos dirá luego que Jesús se fijó en la fe de aquellos hombres. Y no era para menos. Se las habían ingeniado para desde el techo, corriendo las tejas, poder descolgarlo hasta los pies de Jesús.

Un mundo de barreras que no son solo las barreras físicas, un mundo de imposibles que no siempre encuentra colaboración en los demás, un mundo de impotencias cuando no sabemos qué hacer o cómo hacer, un mundo de egoísmos e injusticias, un mundo de desigualdades donde no todos tienen la misma oportunidad, un mundo de manipulaciones donde solo nos guiamos por nuestros intereses particulares, un mundo de incomprensiones en que no sabemos ponernos en el lugar del otro… aquel paralítico y su situación puede estar haciéndonos mirar todas esas cosas que en la vida de cada día nos merman o quitan las esperanzas.

Pero creo que ya es buena noticia para nosotros, evangelio la actitud de aquellos hombres que se las ingeniaron para encontrar soluciones. ¿Estarían ellos ya comprendiendo y también viviendo aquellos valores que nos enseña Jesús en el evangelio? ‘Viendo la fe de aquellos hombres’, nos dice el evangelio. Ellos estaban dando ya la señal de que hay que levantarse de esas camillas en que nos postramos y encerramos tantas veces.

Y Jesús viene a decirnos que nos es necesario que nos liberemos desde lo más hondo de nosotros mismos de esas cosas que nos paralizan, que nos acobardan, que nos encierran dentro de nosotros mismos; Jesús viene a decirnos que El quiere liberarnos de lo peor que tengamos dentro de nosotros. ‘Tus pecados son perdonados’, le dice Jesús a aquel paralítico antes incluso de levantarlo de la camilla, porque lo que quiere Jesús es que nos levantemos espiritualmente.

¿Será eso lo que nosotros estamos necesitando? Y vaya que El sí puede hacerlo, para eso ha venido, para eso se entregará por nosotros, para eso nos ofrecerá su sangre redentora. ¿Dejaremos que Jesús nos libere desde lo más hondo o pondremos reticencias como aquellos que estaban allí al acecho de lo que hiciera Jesús? ¿Tendremos motivos para hacer despertar la esperanza en nuestra vida? ¿Seremos capaces de ser esos camilleros de la esperanza en un mundo de tantas parálisis?

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